“EL LABORATORIO PARA LA CIUDAD" ES UN NUEVO CANAL QUE PRETENDE ESTABLECER UNA INTERACCIÓN ENTRE LA CIUDADANÍA Y EL GOBIERNO, PARA PENSAR LA CIUDAD EN CONJUNTO, GENERANDO UN BANCO DE IDEAS, ACCIONES Y SOLUCIONES. SIGNIFICA CONSTRUIR UNA METRÓPOLI QUE APOYE Y ESTIMULE LA IMAGINACIÓN DE UNA URBE CREATIVA.

Jueves 13/03 2014

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FOTOS: René Enríquez

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La ciudad se está transformando: que si las ecobicis, los nuevos casi-rascacielos en Reforma, la movilidad vs. los plantones, los festivales; que el diseño, la educación, la oferta gastronómica, los bazares hipsters, las tribus urbanas, en fin, la Ciudad de México ya no es lo que solía ser hace cinco años, mucho menos lo que era hace 10, tampoco será en seis lo que se pretende ahora. Sí, la ciudad se está transformando.

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Hace alrededor de un año empezamos a escuchar sobre una idea, un supuesto “Laboratorio de la Ciudad” «nada en concreto, un “laboratorio”» sólo un proyecto que seguramente se estaba gestando. Todo sucedió orgánicamente, nos cuenta su ahora directora, Gabriella Gómez-Mont: “Cuando el Doctor Mancera se vuelve jefe de gobierno, durante la época de transición me mandaron llamar «a partir de un TED que organizamos hacía meses atrás» y me ofrecieron proponer un proyecto para el GDF; en ese momento no tenía ningún tipo de intención de trabajar para el gobierno, llevo toda mi vida defendiendo el espacio independiente y sus posibilidades, pero cuando te dan carta blanca para inventar un departamento inexistente, esto se convierte en un reto que no puedes dejar pasar”. Así comenzó lo que ahora es Laboratorio para la Ciudad.

El Laboratorio es un proyecto que nace precisamente por el interés de saber y entender qué está sucediendo en otras ciudades en cuanto a centros de innovación y creatividad, inspirados en el tipo de “laboratorios experimentales” y proponiendo entender el contexto particular de la Ciudad de México, encontrando metodologías creativas y aplicando formas sui-géneris de trabajar en estas áreas. Nos sentamos a platicar con dos de sus artífices, Gabriella Gómez-Mont y Mario Ballesteros, aquí la charla:

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La ecuación es simple: un grupo de profesionales que provienen de sociedad civil, mayormente proveniente de las artes y la cultura en México, sociólogos, editores, arquitectos, historiadores… insertándose en el aparato de gobierno para pensar, imaginar y crear. El equipo reunido por Gabriella es precisamente uno de los puntos más atractivos en el desarrollo y el quehacer del proyecto. “Junto conmigo saltaron 15 individuos sumamente talentosos que en ese entonces estaban trabajando desde el espacio independiente y estableciendo proyectos realmente interesantes desde sociedad civil y que ahora estamos desarrollando una labor en conjunto y desde dentro. Nos interesa por supuesto proponer y experimentar para aumentar y mejorar la calidad de vida de esta ciudad pero por otra parte nos interesa mucho el imaginario urbano, que la infraestructura simbólica aporte: cómo te sientes en una ciudad, cómo te identificas con ella, cuánto provoca tu imaginación o no…”, afirma.

Actualmente el Laboratorio tiene dos ejes, “Innovación cívica” y “Creatividad urbana”, los cuáles rigen en gran parte de los proyectos que están llevando a cabo. Innovación cívica tiene que ver con empezar a re-inventar y re-imaginar espacios en donde ciudadanía y gobierno puedan empezar a interactuar tomando las fortalezas de ambos espacios y empezar a encontrar otro tipo de formas de hacer pruebas piloto, intervenciones urbanas, etc.

El Laboratorio se teje entre gobierno y sociedad civil, sí. “Tenemos una infraestructura envidiable que cubre la ciudad entera y una serie de expertos en muchos ámbitos en temas muy específicos, pero hablamos de formar equipos multidisciplinarios, locales e internacionales, talentosos, estamos creando una especie de capa social alrededor de las ideas, porque al final de cuentas una idea no es nada si no tienes la energía social que le da vida. Plantear qué es lo que existe ya en la Ciudad de México y qué es lo que podría aportar el Distrito Federal al mundo son justo dos de las premisas clave en un Laboratorio, es decir: acelerar el proceso de aprendizaje de buenas prácticas que podemos obtener de otras ciudades, para avanzar, pero por supuesto México se cuece a parte, es una megalópolis, es una ciudad emergente, 50% de nuestra población tiene menos de 25 años, la mitad de todo el comercio es informal, es una de las ciudades más diversas y esquizofrénicas que existen… entonces cómo podemos trabaje desde un contexto local y con la idiosincrasia de esta sociedad que es además fenomenal. Cómo hacemos para que el aparato de gobierno de esta ciudad funcione entonces como un espacio para que las ideas viajen y los proyectos puedan tener mayor injerencia”, cuestiona Gabriella.

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Hablar de creatividad, ciudad e innovación con el Laboratorio es entrar en un terreno donde las cuestiones y las preguntas están abordadas desde muchos ángulos y donde las ideas de cómo hacer un cambio son específicas, en una ciudad tan compleja como México hay que dejar de pensar que le toca a un lado o al otro resolver problemas, ¿qué sucede cuando empezamos entonces a otorgarle a las políticas públicas una energía civil y más social?, se trata de usar un músculo colectivo para dar soluciones creativas los retos que quedan por delante y explorar posibilidades: ¿cómo hacemos para lo que funciona bien funcione cada vez mejor?

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Al preguntar sobre el cambio real que están intentando generar en el gobierno, Gabriella es clara: “Están sucediendo varias transformaciones, nos estamos topando con otra realidad. En el mundo ‘independiente’ si no eres veloz y ágil mueres en el intento, en la posición burocrática en la que está ahora el laboratorio ahora, morimos si queremos acelerar esta naturaleza; sin embargo puedo asegurar que hay un desconocimiento absoluto de la sociedad civil de cómo es que se gestan desde el gobierno y hay una sensación diferente para cada quién de cómo se mueve el D.F., no entendemos que hay 100,000 personas que son el equipo de la ciudad trabajando a diario y que son el motor para la ciudad, no entendemos cómo son los procesos de basura, por ejemplo.

El Laboratorio pretende dialogar con ambos mundos, no olvida sus orígenes pero aprende del sistema; sí aprendemos a hacerlo (aunque somos un departamento muy chiquito) en combinación simbiótica con una red urbana inmensa y sofisticada, es posicionar al proyecto en la vena principal de un sistema para inyectar ideas que pueden viajar por el organismo entero, causando olas en el imaginario, qué sucede cuando un gobierno tiene un departamento experimental, cuando se vale de experimentos para hacer las cosas de una forma distinta. Sí, las sociedades pedimos un gobierno sólido y confiable, estable y que vaya a paso seguro, que de resultados, pero por otra parte también quisiéramos un gobierno innovador, que haga las cosas distintas y que cada vez apoye más esta idea de ‘ciudad’ no nada más como una ciudad que provee sino que también provee experiencias y para hacer esto se debe de experimentar y arriesgar”.

“Cuando pensamos en la clase “creativa” pensamos en los artistas, diseñadores, etc. sin embargo, la ciudad es de un ingenio urbano exquisito y tengo la sensación de que no hemos encontrado el potencial de vincular la ciudad de una manera más estrecha. Uno de los objetivos como Laboratorio es otorgar al gobierno un espacio para pensar y ‘regresarle un vocabulario’, hay que pensarlo como un espacio en donde los proyectos también se gestan, me encanta pensar que aceleramos procesos. México tiene un gran potencial de volverse un epicentro en cuánto a industrias creativas, es interesante que se empiece a pensar en el potencial económico que tiene este área; el problema aquí es no definir tan estrechamente a la clase creativa e incluir más para utilizar las herramientas que necesita el gremio, hay que empezar a cambiar eso; necesitamos cultura y es importante tener una visión más compleja de ello, el significado y lo que representa”, concluye Gabriella.

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Estamos ahora frente a uno de los grandes proyectos de la década, por la magnitud y la injerencia de sus decisiones, por su repercusión y fuerza. En México seguimos esperando el motor que eche andar lo que está sucediendo de maneras aisladas, pero si se tiene una infraestructura tan grande como la del LABPLC, tan privilegiada y con el “poder”, sería posible que al término del sexenio nos topemos con la gran punta de lanza que necesitamos en una ciudad como la nuestra.

Ingresa a www.labplc.mx y conoce todos y cada uno de los proyectos.