LA HISTORIA HA DADO FE DE CÓMO MÉXICO HA IDO CONSTRUYENDO SU PROPIA IDENTIDAD, PAÍS CREATIVO Y CREADOR, DONDE LA PERCEPCIÓN DE LOS ESPACIOS NO ES LA EXCEPCIÓN.

Miércoles 30/08 2017

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FOTOS: Cortesía
TEXTO: Lamudi

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Antes de llamarse México, cuando el territorio que hoy conforma la República Mexicana estaba divido y ordenado de acuerdo a la influencia de los pueblos prehispánicos que lo poblaban, la forma en que se concebían los espacios habitacionales y “urbanos” era distinta: monumentalidad, espacios abiertos, estructuras piramidales construidas con piedra volcánica.

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Con la Conquista y Colonia, el imaginario indígena hizo suyos movimientos como el neoclásico y el barroco dejando huella en las construcciones de su propia cosmovisión, de aquello que los conquistadores querían borrar y que no lograron, aquello que trasciende y empapa la esencia del ser mexicano, la forma en que construimos nuestra sociedad y nuestras ciudades.

En el siglo XX, la visión mexicana rompió con las corrientes globales, buscando definirse fuera de la academia y el mercantilismo voraz con el entorno natural, la arquitectura moderna mexicana irrumpe y desarrolla su propia personalidad, fruto del mestizaje, de ese encuentro de dos mundos, de dos visiones.

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Así, se podrían escribir libros enteros de cómo, a través de la historia, la forma en que los mexicanos conciben el espacio urbano habitacional se ha distinguido y marcado pauta, nosotros elegimos tres momentos dignos especialmente disruptivos:

Arquitectura social y participativa

En los años 70´s muchos fueron los paradigmas que se rompieron y uno de ellos fue la forma en que se buscó concebir la arquitectura en México. Fue en la Facultad de Arquitectura de la UNAM cuando una generación de jóvenes arquitectos buscaron impulsar el cambio a través de la edificación y la concepción de los espacios.

Se trataba de enfocar la mirada al desarrollo de espacios que brindarán calidad de vida a sus habitantes, tomándolos en cuenta desde el primer momento, incluyendo su visión y sus necesidades cotidianas.

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Arquitectura vernácula y regional

Establece un diálogo con las comunidades y los arquitectos, partiendo de la misma base que la arquitectura social, la arquitectura vernácula busca incentivar la construcción autóctona, la participación comunitaria.

Utilizando materiales regionales, la arquitectura vernácula parte de la primicia de la relación primordial entre lo social y el espacio construido, viendo al sujeto y a la región como agentes transformadores.

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Arquitectura orgánica y funcionalista

Con representantes como O´Gorman, Barragán y Senosiain, la arquitectura orgánica y funcionalista es, quizás, el movimiento arquitectónico más “famoso” y atractivo por lo mucho que ha aportado a la construcción de las ciudades mexicanas del futuro, esas que según un análisis realizado por Lamudi, deben ser inclusivas, resilientes, sustentables y propiciar el equilibrio con la naturaleza y las áreas rurales.

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La arquitectura orgánica busca justamente armonía entre el hábitat urbano y el hábitat natural revelando el potencial orgánico de los inmuebles que conforman una urbe. Casas y edificios que se integran de manera al entorno, buscando el equilibrio estético entre ambos, buscando que las construcciones contribuyan a la conservación de la vida natural así como al bienestar de los habitantes.

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