MANIFESTACIÓN POLÍTICA A TRAVÉS DEL ARTE, UNA COLUMNA QUE DESCRIBE LA COMPLEJA RELACIÓN ENTRE ESTOS TEMAS.

Actualmente se vuelve muy complicado encontrar proyectos artísticos que tomen distancia de lo político. Por principio, cualquier manifestación artística es, en sí misma, un emplazamiento político. Estos trabajos aparecen siempre que la reflexión trasciende lo estético y el artista se aproxima a la realidad para cuestionarla y descomponerla pero siempre reinterpretándola a través de objetos, imágenes, acciones o cualquier recurso material o inmaterial. El acto artístico puede devenir como un gesto, como una acción o una transformación; casi siempre, como una pregunta que regresa desafiante al espectador.

La política es intrínseca al arte y se vuelve inherentemente una protesta, un acto de subversión que siempre pretende algo. En The Battle of Orgreave (2001), del artista inglés Jeremy Deller lo hace evidente. Se trata de un video que recrea un evento de carácter histórico: la lucha que encarnaron los mineros contra la policía en 1984 en el condado de Yorkshire (Inglaterra). La pieza fue filmada con más de 600 actores y 200 mineros que, de hecho, habían participado originalmente en la lucha obrera más importante en Gran Bretaña desde la huelga general de 1926. Un enfrentamiento que dejó más de 10 mil obreros detenidos, dos muertos, innumerables heridos y miles de ellos quedaron endeudados por décadas debido a los préstamos a los que recurrieron para mantener la huelga. The Battle of Orgreave concentra el acontecimiento político, la acción colectiva y la protesta masiva en una pieza que, si bien pasa por el orden de lo estético, además apela a la posibilidades del documento histórico. La protesta aquí encarna un acto de protesta.

Otro ejemplo es el trabajo de la artista Tania Bruguera. Por más de 30 años ha trabajado desde la dicotomía del activismo y el performance. El objetivo de su labor ha sido desafiar emplazamientos de poder, inventar modelos utópicos de autoridad y crear instituciones como alternativas para transformar y repensar el concepto de poder. Los proyectos de Bruguera devienen como activaciones desde el arte que, más allá del discurso artístico, intentan transformar comportamientos sociales y políticos de facto. En 2014 creó #YoTambienExijo, un proyecto que funciona como una plataforma civil y democrática que busca impulsar y difundir pacíficamente los derechos civiles, políticos, económicos y culturales en Cuba.

Pulpo (2011), del artista mexicano Yoshua Okón, es otra pieza icónica que bien refleja el carácter político del arte. Okón trabajó con ex-guerrilleros y ex-militares guatemaltecos, que actualmente residen en Los Ángeles y son trabajadores indocumentados. La pieza consiste en la recreación de la guerra civil guatemalteca, disputa política en la que ellos combatieron. Okón va más allá y sitúa esta recreación en un estacionamiento de Home Depot, espacio de potencia simbólica donde estos ex militantes se reúnen todos los días en busca de trabajo como jornaleros. La obra aquí conduce al espectador a reflexionar sobre la inmigración, que tiene como telón de fondo, la afamada tienda que apela a la complicidad del Estado y las corporaciones multinacionales.


Finalmente, NO, Global Tour, del artista español Santiago Sierra. Esta pieza es una muestra que integra, por un lado, un posicionamiento político; por otro, un acto de resistencia. Se trata de una gigantesca escultura de un simple y un categórico “No”. Este monumento a la negación, realizó un viaje que inició en julio de 2009 a través del primer mundo. Emplazada sobre la plataforma de un camión recorrió distritos financieros, centros de poder, zonas industriales, barrios de trabajadores y edificios emblemáticos a lo largo de Europa, Estados Unidos y Canadá. Este “No” es un monumento a la inconformidad, una forma de expresar un “no” global y una negativa a todo. Un gesto estético y una protesta política. El viaje fue registrado y terminó como un road movie filmado en blanco y negro, en 120 minutos de recorrido por escenarios donde puso en evidencia el enfado universal a través de un simple pero contundente “no”.

Éstas son sólo pequeñas muestras del cruce inevitable entre política, protesta y arte. Los artistas que trabajan desde estos conceptos, de manera individual o colectiva, preponderan la acción por encima del objeto estético… una línea muy delgada entre el arte y el activismo.

 



  • FOTOS / VIDEOS: Cortesía

  • TEXTO: Sandra Reyes