Artistas, queer y mexicanxs, colectivos que crean una economía autónoma

En esta línea espacio-temporal donde las burlas y el desapego hacia quienes se denominan artistas es un pan de cada día, existen otro tipo de narrativas que buscan escabullirse hacia un final menos dramático. Y es que México es un país curioso: sentimos una profunda curiosidad por los eventos artísticos masivos; pero cuando la palabra <emergente> acompaña a lxs artistas, hay quienes olvidan tomarse en serio el trabajo y las implicaciones económicas que esto conlleva; sobretodo si hablamos de grupos fuera de la heteronorma. 

¿Qué pasa con aquellxs que buscan una carrera en el arte? Específicamente, aquellas personas LGBT+ que no contamos, no solo con las posibilidades, sino que llevamos un discurso distinto en nuestra sexualidad y expresión de género; con todo y las repercusiones negativas que pueden surgir en el camino. Por suerte, existen proyectos enfocados en generar una vertiente hacia el arte y lxs artistas queer. ¿Y qué tanto funciona el mercado artístico para estas personas? 

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Uno de los proyectos que han estado intentando visibilizar a lxs artistas queer en México es Lolita Pank. Esta plataforma conecta, promueve y exhibe proyectos creativos realizados por mujeres y la comunidad LGBTQ+.

Actualmente cuentan con tres programas: FRANZISKA, un encuentro Internacional de Imagen en Movimiento que reúne la producción audiovisual de artistas de todo el mundo; LaBIAR, un laboratorio dedicado a la creatividad a través de cuatro núcleos: Creatividad, Salud Economía y Conexión; y Lolita Pank Grrr!, un proyecto dedicado a la compra y venta de piezas de arte. 

¿Y cómo desarrollan una economía creativa? Entre ferias y puntos de venta esporádicos, las piezas que abordan temas socio-políticos buscan tener un lugar en algún lugar de México. Como siempre, buscando proporcionar partes justas en este intercambio económico y visual. 

Otro colectivo que ha tomado mucha fuerza en el último año es Co·Lab, un Laboratorio colaborativo de arte y texto que se plantea las dinámicas “tradicionales” curatoriales en México. Uno de sus propósitos es alejarse de los grandes teóricos (generalmente hombres europeos) y realizar una apertura más cooperativa, activista y sorora. Para sus creadoras es un reto estar en un mercado emergente, todo se basa en encontrar espacios y usarlos a su favor, donde puedan realizar ejercicios de trueques o ventas de obras relativamente baratas (mil pesos aprox); esto con el objetivo de crear nuevas generaciones de coleccionistas que puedan tener un acceso fácil y directo al arte en México. 

Por último, queda muy bien mencionar el trabajo de La Guerrera, un proyecto artístico y curatorial independiente; que se concentra en difundir los trabajos de personas interesadas en la pintura y dibujo. Lo que atrae de La Guerrera es que no solo se concentran en la capital del país; sino que también buscar dar esa oportunidad económica y de difusión a la periferia, a través de exposiciones emergentes o “Pop up”. Existe una intención de ser parte de la nueva generación de artistas, con un enfoque incluyente y fuera de la heteronorma. 

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¿Cómo generar una nueva economía? ¿Cómo hacer un legado para la comunidad queer en el arte? Si lo pensamos, esto del arte con enfoque LGBT+ no es nuevo; sin embargo la apertura y los espacios enfocados en, sí lo son y merecen tener una oportunidad en un mercado tan competitivo y abstracto como lo es este.

También es importante reconocer que nos encontramos en una economía más colaborativa, por lo que ya podemos hacer a un lado lo <aspiracional> y comprender que tenemos más acceso a proyectos y ferias que quieren romper con ciertos estigmas. 

Siendo así, la economía autónoma de estos colectivos existe, pero es un punto muy pequeño entre tantos festivales de arte en el canon. Lo que mejor se puede hacer -si es que buscamos generar un cambio- es permitirnos sentir esa leve curiosidad por el talento de lxs que también tienen algo que decir desde su trinchera.