LUIS MAY HA RECREADO A TRAVÉS DE LA INVESTIGACIÓN, UN PIGMENTO AZUL NATURAL PARECIDO AL QUE USABA LA CIVILIZACIÓN MAYA.

Ensayar y errar es parte del proceso de aprendizaje; este conocimiento empírico durante mucho tiempo permitió y permite el proceso evolutivo de las especies. Esto no solo se queda en el terreno científico evolutivo, sino también en el cultural. Si bien el errar y acertar son esenciales para construir el conocimiento, también pueden reconstruir el que se ha perdido. Además de cazar y dedicarse a la agricultura, los habitantes de Mesoamérica precortesiana tenían otras ocupaciones.

Estaban las tejedoras, hilanderas y bordadoras, pero también estaban los hombres y mujeres que se dedicaban al cuidado de las aves para realizar el arte plumario, también conocidos como los amantecas y cuya obra puede ser estudiada a más a detalle en los códices Mendoza y Florentino, este último realizado por los tlacuilos y Fray Bernardino de Sahagún.

Pero además de todas estas actividades artesanales, una de las actividades más importantes eran la de los tlacuilos, cuya labor era representar a través de una lengua pictográfica todo lo que ocurría a su alrededor. ¿Y cómo lo lograban? Utilizando pigmentos minerales y colorantes vegetales y poder así dibujar su presente pensado para un futuro que retomaría su propio pasado.

Estos pigmentos naturales eran obtenidos de la tierra, de insectos, de flores o del hollín producido por el fuego. Algunos de estos pigmentos fueron tan importantes como el de la grana cochinilla que además se utilizaba para teñir textiles o el púrpura pansa obtenido del caracol marino de las regiones costeras y sin duda uno de los más importantes el azul añil que tuvo variaciones como el azul maya y del cual se hablará en esta ocasión.

Uno de los colores minerales más impresionantes y más duraderos es el del azul maya. “Debido a su composición molecular, el azul maya resiste ácidos, húmedad y abrasivos” cuenta Luis May, artesano y docente que, gracias a una gran labor de investigación y contacto con saberes ancestrales de los abuelos de su comunidad pudo obtener este año un pigmento similar al famoso azul maya que se encuentran en los murales de Bonampak.

El proceso del azul maya

Luis May es ceramista y a raíz de su pasión por crear piezas comenzó por sí solo una investigación sobre materiales y usos de la arcilla y la cerámica para fabricar sus esculturas. A raíz de esto, Luis encontró distintos pigmentos (provenientes de la tierra) sin embargo, el azul maya fue el que le llamó la atención y quiso incluirlo en sus creaciones, pero ¿cómo?

El azul maya o Ch’oj como él lo llama tiene una historia interesante: “No solo lo usaron los mayas, sino que durante la conquista sirvió para pintar retablos y figuras religiosas y que hoy se pueden encontrar en todo el país”. Su rastro y cómo llegó a “desaparecer” es aún es un misterio, pero Luis comenta que se mantuvo latente hasta finales del siglo XIX y que se perdió probablemente en Cuba.

Según Marta Turok en el texto Xiuhquilitl, nocheztli y tixinda, el azul maya es un pigmento que combina el extracto de la planta del añil con la atapulguita de origen mineral. Sin embargo, y a pesar de que los estudios en laboratorio hayan dado con el pigmento de manera artificial, el trabajo de Luis es reconocido por llegar a un pigmento similar de manera artesanal y sin laboratorio.

¿Pero cómo empezó? En entrevista, Luis nos cuenta que fue un proceso bastante largo, pues toda su formación en cuanto al tema es completamente autodidacta.

Comencé hace un par de años leyendo libros y poco a poco fui encontrando la práctica.

Con el ánimo de siempre mejorar su técnica de ceramista, Luis comenzó a preguntarse cómo podía pintar su trabajo, por lo que comenzó a ensayar con diferentes tintes y pigmentos que le permitieran generar nuevas piezas. Después de varios meses de teoría, un día, en 2018 por casualidad, el señor Jacinto May la cultivaba. Al preguntarle su nombre Jacinto le dijo que se llamaba ch’oj, o azul, en maya. Esta especie se trataba de la planta del azul añil (indigófera suffruticosa), y que el señor Jacinto lo utilizaba con fines medicinales.

Sin el conocimiento del señor Jacinto May y el de los abuelos de nuestra comunidad yo no habría podido obtener las conclusiones a las que llegué, los libros me enseñaron la teoría, pero los abuelos de mi comunidad me enseñaron su uso.

Y es que en la región donde vive Luis utilizan el Ch’oj para teñir sus textiles de un azul deslavado que estuvo presente a finales del siglo pasado. Sin embargo, hoy gracias a la industrialización de tintes y los cambios de la moda, la gente ha comenzado a dejar de utilizar la planta del añil para teñir sus prendas.

“Mis abuelos y el pueblo tenían sus cotones de azul gracias a que usaban la plata Ch’oj”, me comenta. Sin embargo, el proceso no es como conocemos del azul añil: “ellos metían las hojas en una cubeta con agua y sal y esperaban a que el agua se pintara de azul y luego metían sus prendas”.

Azul Maya, un nuevo comienzo

Uno de los retos más grandes de Luis fue encontrar la fórmula para obtener el importante pigmento. Luis me platica algunas de las propiedades de este enigmante azul:

Tiene un color intenso color turquesa que era utilizado para los murales. Su color era tan difícil de lograr que era considerado un lujo y solo algunos frescos tienen este pigmento.

  • Debido a su composición química (las moléculas del color quedan “atrapadas” o “encapsuladas” el material) son resistentes a la luz ultravioleta (sol), a la biocorrosión (ácidos), a la humedad y al calor.
  • Tampoco se desgasta ni decolora si se usan solventes orgánicos.
  • Dependiendo su fabricación su color puede variar entre azul, azul turquesa o azules verdosos.

Según cuenta Luis, un grupo de pobladores de Cobá, Quintana Roo le ayudó a sembrar, cuidar y cosechar la planta para obtenerla, sin embargo, fue gracias a sus estudios y el hablar con los abuelos que la labor pudo, poco a poco, tomar forma.

A pesar de que su elaboración se mantiene en secreto para proteger su trabajo intelectual, Luis me comparte que este logro es importante pero que hay que tomar en cuenta lo siguiente:

Quiero aclarar que este puede ser, o no, el pigmento que utilizaban los mayas en su momento. Eso nunca lo sabremos. Sin embargo, lo que sí sabemos es que hicimos un pigmento similar con procesos similares artesanales. No quiero que haya confusión de que logramos recrear o logramos encontrar la fórmula exacta que los mayas usaron hace cientos de años. Hoy, podemos decir que nuestro trabajo y nuestra investigación nos llevó a un resultado similar que no necesariamente tiene que ser el mismo de la antigüedad.

Sin duda esto último es de gran valor, pues nos demuestra que a través del ensayo y el error se pueden llegar a distintos resultados. Hoy, Luis está esperando colaborar con la Universidad de Chapingo y el Dr. Elías Jaime Matadamas para verificar que este pigmento tenga las mismas propiedades del azul maya encontrado en las zonas arqueológicas. “El Dr. Elías Matadamas hará las pruebas de resistencia del azul maya ch’oj que yo realizo y si sale positivo, será el primer pigmento hecho artesanalmente que cumpla con las características del legendario color”.

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Este pigmento se encuentra a la venta y puedes encontrarlo a través de la Página de Facebook de Luis May.


  • TEXTO: Emiliano Villalba

  • FOTOS: Cortesía

Fecha de Publicación:
Lunes 30/11 2020