LA MARCA TRABAJA CON PRÁCTICAS DE AGROFORESTERÍA QUE PROMUEVEN BIODIVERSIDAD, RESCATAN SUELOS Y FORTALECEN ECOSISTEMAS
Soluciones rápidas y productos industriales, eso es a lo que nos enfrentamos todos los días. Sin embargo, todavía hay quienes deciden caminar al ritmo de la tierra. Así nació Remedios del Bosque, un proyecto fundado en 2012 en la Sierra Sur de Oaxaca que ha logrado unir herbolaria ancestral, agricultura regenerativa y cosmética consciente en una sola propuesta que tienen como objetivo, cuidar la piel al mismo tiempo que se cuida la vida y el territorio.
De la tierra a la piel: una historia que germinó en Oaxaca
La fundadora de la marca, María Violante llegó a la comunidad zapoteca de San Sebastián Riondo con la certeza de aprender de las plantas y de las mujeres que aún conservaban saberes ligados a la medicina tradicional. Entre casas de piso de tierra y el zapoteco como lengua cotidiana, nació un proyecto que cambiaría su vida y la de muchas otras personas.

Al principio, la siembra fue un acto de resistencia; yerbabuena, romero. Pronto, la cosecha fue tanta que ya no alcanzaba con el intercambio comunitario: gallinas, huevos, trueques. El siguiente paso fue inevitable: procesar esas plantas, transformarlas en jarabes, pomadas, tinturas. Y así empezó a delinearse Remedios del Bosque como una propuesta que no solo vendía productos, sino que creaba un puente entre la herbolaria y la cosmética natural.
Al principio, sembrar era un acto de resistencia: yerbabuena, romero. Pronto, la cosecha creció tanto que el intercambio comunitario —gallinas, huevos, trueques— ya no era suficiente. El siguiente paso se volvió inevitable: procesar esas plantas, convertirlas en jarabes, pomadas, tinturas. Así comenzó a tomar forma Remedios del Bosque, una propuesta que no solo vende productos, sino que también construye un puente entre la herbolaria y la cosmética natural.
El aprendizaje de la humildad y el trabajo colectivo
El reto no fue solo técnico. El verdadero desafío fue aprender a escuchar. María reconoce que llegó con una mirada con tintes colonialista, creyendo que traía todo el conocimiento necesario. Pronto comprendió que la sabiduría ya estaba allí. En las parteras, en los abuelos, en la propia tierra. Y que el papel de Remedios del Bosque no era imponer, sino acompañar.
Así, la marca se consolidó alrededor de modelos cooperativos, trabajando de manera horizontal con mujeres de la región. El proyecto no buscaba solo producir cosméticos naturales, sino abrir caminos hacia la autonomía económica y fortalecer las raíces comunitarias.
Cosmética consciente: más allá del paracetamol
En una época en la que se cuestiona la efectividad de las plantas frente a la inmediatez de la medicina de laboratorio, Remedios del Bosque propone un modelo distinto, recuperar el valor de la herbolaria con formulaciones limpias, potentes y regenerativas.
María se formó como formuladora en skincare para unir el conocimiento ancestral y la ciencia moderna. Su filosofía ha sido clara desde el inicio, no se trata de formular siguiendo modas o compuestos de marketing, sino de atender lo que la piel realmente necesita. Porque la piel, como recuerda, es el órgano más grande del cuerpo y el espejo de nuestra vida interna.
Agricultura regenerativa: Sembrar vida para el futuro
El corazón de Remedios del Bosque late en el campo. No se trata de ser sostenibles —“¿qué queremos sostener si ya estamos en crisis climática?”, cuestiona la fundadora—, sino de ser regenerativos, devolver más de lo que tomamos.
La marca trabaja con prácticas de agroforestería que promueven biodiversidad, rescatan suelos y fortalecen ecosistemas. Cada materia prima se elige con trazabilidad; saber de dónde viene, quién la sembró, qué prácticas se usaron. En un mercado que idolatra la lavanda francesa o la manzanilla alemana, Remedios del Bosque recuerda que en Latinoamérica tenemos cacaos, mantecas, hierbas y saberes capaces de sostener industrias enteras sin arrancarnos de raíz.
Un acto político y poético
Hablar de herbolaria es hablar de política. No solo de cuidados suaves y pomadas de abuelita, sino de defensa del territorio, de autonomía comunitaria y de rebeldía frente a un sistema de salud que a menudo excluye. Cada pomada, cada jabón o crema se convierte en un gesto cotidiano de resistencia: una forma de elegir qué ponemos en nuestra piel y a quién sostenemos con nuestro consumo.
Hoy, los productos de Remedios del Bosque llegan a hogares dentro y fuera de México. Pero más allá de sus beneficios para la piel, lo que proponen es un vínculo: con la tierra, con la memoria de las abuelas, con las comunidades que siembran y con un futuro más consciente.
Las pieles mexicanas: diversidad y desafíos
El diagnóstico que más se repite en su consulta de cuidado de la piel es la deshidratación. Factores como el clima seco, la contaminación, la alimentación alta en ultraprocesados y la falta de agua limpia dejan huella en el órgano más grande del cuerpo.
“Nos enfrentamos a una diversidad inmensa: desde pieles expuestas al sol intenso del norte hasta pieles de climas húmedos del sureste. Pero lo común es la saturación de productos industriales que prometen resultados inmediatos y terminan dañando las barreras naturales”.
Su propuesta es volver a lo simple: fórmulas honestas, rutinas cortas, ingredientes con trazabilidad y coherencia.
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En tiempos de crisis climática y desconexión, Remedios del Bosque nos recuerda algo esencial: cuidar de la piel es cuidar de la tierra. No es un lujo, es un acto de responsabilidad.
Si quieres conocer más sobre su trabajo, sus productos y el movimiento que encabezan desde Oaxaca, visita su proyecto, apóyalos y lleva un pedacito de bosque a tu vida cotidiana. Porque sanar la piel también puede ser una manera de sembrar futuros.
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Entrevista y texto: Maria Fernanda Carmona
Fotos: Cortesía de la marca
Fecha de Publicación:
Miércoles 08/10 2025
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