LA HORA DE LA BOTANA NOS HACE PREGUNTARNOS, ¿QUÉ COMEMOS?

La manera en la que decidimos qué comer y qué cocinar, es una evidencia de nuestro contexto. De las cocinas más elegantes, a las más sencillas, los productos que viven en ella tienen distintos orígenes. 

Hacemos la despensa básica en el supermercado o las tiendas de abarrotes. Algunos presumen los vegetales que llegan desde distintas chinampas, o los que compran en el tianguis de la colonia. Se traza una dieta ideal para la semana (que pocas veces seguimos al pie de la letra). Pensando en ésta se compra la proteína y no nos cansamos de buscar las mejores tortillas de la ciudad. Además hacemos varios viajes a la tiendita de la esquina por los antojos de media tarde o la botana para ver una película.

Nuestra dieta es un ir y venir entre lo que se nos antoja comer y lo que debemos. A veces, sucede magia y las dos coinciden. Seguimos aprendiendo a que esto ocurra con mayor frecuencia y, a manera personal (tómenlo como la opinión de un experto catador de munchies y antojos que está entrando al tercer piso), la época de la botana calórica en exceso ha tenido que terminar. Mi cuerpo ya no aguanta como en los años dorados la dieta universitaria que consistía en: papas bañadas de salsa de etiqueta negra y un refresco sin azúcar a las 10 am. Menú que se repetía a las 5pm.

Y, ¿cómo logramos entonces estos momentos aislados de éxtasis de sabor y decisiones saludables?

Cómprale al carrito de botanas callejero. Consumir de estos proveedores a granel te hace consciente de cuanta botana consumes (100 gramos, 50 gramos, 200 gramos), y en ocasiones traen opciones variadas como chips de camote o betabel.

Se trata de encontrar el balance. ¿Mueres por un antojo salado a media mañana? Combina jícama, pepino o sandía con las frituras enchiladas que te ibas a comer. El chiste es que dividas la porción. Te rinde dos días y además comiste fibra y otros nutrientes.

Inventa nuevas recetas. Los nuevos Golden Nuts Select versión Sal Rústica, son naturalmente altos en proteína y están horneados, no fritos. No tienen conservadores ni colorantes. Productos como este pueden ir bien solos o como parte de recetas propias. Aviéntalos en tu ensalada, mézclalos al hacer una salsa picante (de serranos toreados y chapulines, por ejemplo), o hasta en una receta con galletas dulces.

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Fecha de Publicación:
Lunes 30/11 2020