Celestún, santuario de flamencos

Yucatán está lleno de lugares interesantes que visitar gracias a su diversidad de flora y fauna, así como a su riqueza acuífera.

Celestún, es un pueblo pesquero que se ubica en el noroeste de la península. Su nombre significa “piedra pintada” en maya, aquí se encuentra la Reserva de la Biósfera de la Ría de Celestún, un área protegida desde 1961, lo que significa que solo pueden llevar hasta 250 turistas al día pues es el refugio de alrededor de 300 especies animales distintas, de las cuales 11 son endémicas.

Flamencos

Sin duda, uno de los mayores atractivos son estas aves de color rosado, cabe destacar que son los flamencos más rosas de mundo debido a la concentración de caroteno que existe en el agua de esta zona.

Para poder observarlos es necesario ir es una lancha a través de la ría –un accidente geomorfológico que ocurre cuando un río va en dirección contraria–. La temporada alta es de diciembre a marzo, es decir, en invierno; cuando se estima que hay alrededor de 30, 000 flamencos. Durante los demás meses del año hay entre 500 y 800 aves, y no se puede asegurar lograr verlas. Lo más cerca que puedes estar de ellos , son 20 metros debido a que se asustan fácilmente con el ruido de las lanchas y las personas.

Verlos es un espectáculo. Se reúnen en pequeños grupos que puedes observar a lo largo del recorrido en la lancha, alguno están comiendo, nadando, incluso peleando; otros emprenden vuelo. Toda una experiencia.

Más que flamencos

En este recorrido en lancha, también se puede ver la Isla de los pájaros, en donde, como su nombre lo dice, habitan distintas aves –se calculan 152 especies– como el pelicano, fragatas, golondrinas marinas, entre otras.

Otro espacio para disfrutar dentro de esta reserva es el ojo de agua, baldiosfera, la mayor concentración de agua dulce dentro del manglar al cual se accede después de atravesar aguas rojizas y árboles secos.

Hacienda Sotuta de Peón

Un viaje en el tiempo hacia la época dorada de la fabricación de henequén. Se trata de una hacienda restaurada en donde podemos ser testigos de cómo se fabricaba esta importante fibra –el oro verde de Yucatán– desde la manera tradicional, hasta con la ayuda de las primeras maquinarias.

Transportados a través de plataformas de madera, truks, como usaban originalmente los trabajadores de las haciendas se llega a una típica casa maya en donde Antonio Ucan Uc, nos recibe con un Ma’alob k’iin (buenos días en maya), y en la misma lengua nos cuenta todo lo que sabe sobre la hacienda, sobre cómo viven los mayas y más lecciones de vida que sólo una persona como él puede dar.

Este viaje en el tiempo termina con la visita a uno de los ocho cenotes que se encuentran dentro de esta propiedad. Un momento único, pues no hay gente externa al grupo con el que asistes, lo que aporta cierta privacidad para disfrutar de las aguas dulces.

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Sin duda Yucatán es un gran destino para el verano debido a su gastronomía, arquitectura, historia e interminables lugares cercanos para conocer.