LAS UNIVERSIDADES DE DISEÑO DE MODA EN MÉXICO PRESENTAN EL TRABAJO DE SUS EGRASADOS DENTRO DE LA PLATAFORMA DIGITAL; MERCEDES BENZ FASHION WEEK

Es 2020 y medios de prestigio internacional apuntan que la industria de la moda podría reducirse a un tercio de lo que es hoy, debido a las consecuencias económicas del virus que atraviesa al mundo. Desde el cambio climático hasta la transformación de la pasarela, los grandes temas del sector se han exacerbado a propósito de esta coyuntura. Cualquier escéptico preguntaría: ¿qué sentido tiene hoy estudiar diseño de moda?
La respuesta está por verse en las búsquedas de futuro que hacen estas entregas. En pasados días de octubre, las universidades de México —Centro, CEDIM y Jannette Klein— presentaron las colecciones de egreso por medio de relatos digitales que atraviesan un mismo laberinto trazado por las complejidades de la educación virtual, el confinamiento y un aprendizaje tan inédito como indispensable: la doble traducción que inicia del boceto a la prenda, para luego pasar al fashion film.

Aquí un recuento de las colecciones presentadas en Fashion Week México.
CENTRO

¿Hay una historia en “Clase 2020”? El video arranca con una secuencia macabramente humorística. Un texto —¿un poema?— que dice lo siguiente: “Estoy perdiendo / La noción del tiempo / No hago más que / Hacer una cosa / Mi tesis / Es con quien más hablo / Me preocupa / Porque me responde.”
No hay líneas qué seguir en este relato. Sin desfiles en Mercedes-Benz Fashion Week México (en cambio, su cartelera digital) ni una temporalidad convencional, la pieza audiovisual está habitada por calcetas rojas escolares, interiores y murmullos. En suma, el aburrimiento en casa, y esto esto algo bueno qué decir.

En “Regresiones”, Adriana Vázquez explora el concepto freudiano desde la soledad del proceso creativo. Las mangas abullonadas, las flores casi románticas y la paleta cromática evocan a personajes de cuentos de hadas, con acento en el crochet, técnica de tejido conocida, por cierto, por sus bondades terapéuticas. Mercedes González Luna, en cambio, muestra una colección que hace eco de la escuela de Bauhaus por su aplicación de colores primarios. Titulada “A:BC::C:D, confirma una de las tendencias del último año: el atavío relajado que libera al cuerpo para una mejor experiencia en interiores.

Entre tanto, con “Plutonio” Scarlett Hernández propone el uso de telas iridiscentes, con un pie en la indumentaria de las heroínas de acción y otro en los uniformes de los trabajadores de Chernobyl. Javier Ordoñez develó “Thymesis, la curva del olvido”, una entrega sobre los mecanismos de la memoria, donde explora la estética del deterioro material. Si este es uno de los fines del mundo, Isadora Machado tiene a bien en recordar el fin de la era jurásica con “Meteorito”; el resultado: un overol y una chamarra cropped con mangas extra largas estampadas dejan ver que está más interesada en la búsqueda del statement de streetwear juvenil que por la exploración teórica, típica de los proyectos de egreso. El estudio de las técnicas artesanales japonesas pareciera siempre regresar al lenguaje de la moda; Cecilia Vera experimenta con ello en “Pindejkuni”, donde da lugar, sin embargo, a la imprecisión y la belleza del error en las dobleces. Hablando de fines del mundo, no sería extraño considerar como tal los cambios en la silueta femenina a lo largo de la historia.

Por ejemplo, el histórico abandono del corsé liderado por Poiret en los años 20. Cambió así la percepción popular sobre las medidas “sanas” de una cintura, cambió el mundo. A propósito de ello, Alejandra Soto revisa en “Sélène” la vestimenta victoriana a partir de una reinterpretación del corset, tan en tendencia el último año. Al mismo tiempo, “Cuerpos incorpóreos”, de Lorena Acosta apunta al crecimiento exacerbado y desproporcionado de la mano en una colección lúdica que deforma el cuerpo como lo conocemos desde el estándar actual. ¿Por qué la mano? Acaso apunta a la relación táctil que hemos desarrollado con los
dispositivos móviles que se han convertido, prácticamente, en una prótesis.

CEDIM

En ocasión del 41 aniversario de CEDIM, los diseñadores presentan colecciones de graduación inspiradas en “el ADN y el corazón” de la universidad, cuya educación está basada en los conceptos de design thinking y human centered design.

Son siete los diseñadores que forman parte de una narración más cercana al tráiler cinematográfico que al fashion film. Y sin embargo, su ritmo resulta efectivo para comunicar la promesa de innovación de la institución académica. Los nombres: Claudia Melgoza, Ana López, Yesica Arlette, Carlos Espinoza, Alexia Garro Kramer, José María González y Renata de Paola Juárez.

Es interesante mencionar que Claudia Melgoza es poseedora de la marca Da Wearhouse que, prolífica, cuenta con lanzamientos semanales. Los looks que presenta en el video para Fashion Week México, marcado por mangas estilo princesa y transparencias que contrastan con accesorios plastificados, dejan ver su dominio del negocio del ready-to-wear, tema que no es menor en la consolidación de una industria todavía en ciernes ante el panorama global.

Las geometrías dibujadas por mangas tipo obispo y una prominente capa en verde neón muestran el síntoma de una generación sedienta de nuevas proporciones. Así es la colección de Yesica Arlette. Más adelante, Carlos Espinoza propone una colección que difumina los límites de género sin por ello carecer de estampados coloridos que recuerdan a cierto auge de prints de los años 90, lejos de la idea generalizada del genderless como un terreno de neutros.

José María González, por su parte, lleva al extremo la inspiración universitaria con la impresión del paisaje de la escuela sobre looks completos; un gesto recurrente del inicio del 2000. Por su parte, Alexia Garro Kramer trabajó con variaciones geométricas que permiten transformar un par de atuendos en diferentes posibilidades de poder femenino.

Tanto Anna López como Renata de Paola Juárez coinciden en la asimetría y la dualidad como punto de partida de sus colecciones. La primera construye una armadura urbana a partir de un fajín que contrasta con texturas suaves; de un lado, mangas abullonadas, del otro la sobriedad geométrica. La segunda agrega un tono ligeramente futurista a la cuestión dual; un ejemplo perfecto para retratar una idea popular sobre el porvenir en la ciencia ficción; aquella que combina rasgos del pasado victoriano con aspectos materiales del “futuro” tecnológico, como las transparencias y la ropa minimalista. Para estilizarlo, no podría ser de otro modo: se lleva con tenis.

JANETTE KLEIN

La propuesta audiovisual de Jannette Klein es un ejercicio de predicción de futuros a cargo de la visión de Iván Aguirre, fotógrafo que ha construido una mirada propia con toques trágicos, el mundo onírico y otras fantasías.

Con la participación de modelos prominentes de la escena mexicana (Daniela Gommar, Paulina del Carmen, Amanda Brizolla, Andrea Carrazco, Gabriel Constantini, Jairo Cruz), la entrega los deja desprovistos de apariencias de género, otorgando toda la atención a la profundidad conceptual de las prendas.

Con “Douceur Classique”, Brenda Eréndira Vázquez traslada su interés personal por el ballet al lenguaje de la moda, a partir de telas suaves, con mucho movimiento, holanes, caídas sutiles y un vuelo amplio en colores como rojos, vino, dorados y acabados aperlados.

Karen Musmed comparte la búsqueda del ballet, sin embargo toma un camino distinto al de la colección mencionada anteriormente. Las siluetas arquitectónicas y los detalles artesanales encaminan esta inquietud por la disciplina.

Carlos Ramírez presenta “El día en que volviste a la tierra” con una paleta de color inspirada en las nebulosas, “símbolo de la formación de nuevas estrellas”, de acuerdo con sus propios apuntes. Los textiles varían entre el tejido de tweed, seda tipo shantung pintada a mano con un degradado de colores, viniles, así como combinaciones de lana y seda. Se trata de una colección sobre el estado de desapego, el vacío del duelo y la circularidad de esta fase emocional.

En la misma travesía por la introspección de 2020, Carolina García lanza “Una tarde en casa de mis abuelos”, un título por demás descriptivo que resulta en una entrega nostálgica que evoca igualmente las siluetas holgadas de inicios del 2000, con atención a texturas como pana, mezclilla, telas impermeables, lycra y tejido de punto, como parte de un breviario de la época.

Porque ser joven es ser, potencialmente, un artista o poeta, la colección “Insanidad visual” de Natalia Aguilar Navarro concluye bien este recuento, debido a su afinidad con la catarsis de Patti Smith, que plantea “el miedo a distorsionar la realidad cuando se experimenta la frustración”, de acuerdo con un poema citado por la joven diseñadora respecto a su inspiración. La carta color parte del negro como color base, elemento que remite inevitablemente al punk; el verde, a su vez, “representa a la mente bajo un efecto de desconexión visual”. Una colección compuesta por materiales de economía circular desechados por la industria textil, de procedencias inusuales en la moda como el plástico para alberca, redes rotas de voleibol o viniles de tapicería.


  • TEXTO: Carolina Haaz

Fecha de Publicación:
Martes 17/11 2020