DANIEL PRIMO PLATICA SOBRE EL DISEÑO QUE INVOLUCRA LA REALIZACIÓN DEL TEATRO

Daniel Primo es un diseñador escenográfico de teatro y danza mexicano, de la ciudad de Apizaco; sus procesos creativos involucran el videoarte, la multimedia y el diseño de espacio. También es el director de Homo Box Machina.

Platícanos un poquito de tu formación y de cómo te interesaste en el diseño escenográfico.

En su momento tuve una disyuntiva radical respecto al rumbo académico que habría de tomar, y luego de un decepcionante primer semestre en arquitectura opté por la segunda alternativa en la física. Cuatro semestres más tarde asumí que ese tampoco era el contexto adecuado en la búsqueda de un espacio ideal para el despliegue de mi creatividad. Finalmente completé los créditos de una inusual licenciatura en comunicación visual en donde conocí al escenógrafo y videoartista Alain Kerriou, quien se convertiría en mi maestro y guía en el mundo de las artes escénicas durante los siguientes tres años. Fue ese contexto el que me develó un territorio de performatividades al que hoy llamamos de las artes vivas, en donde encontré el espacio de estimulación creativa que finalmente detonaría y daría sustento a mi práctica artística y mi trabajo como diseñador escenográfico.

¿Qué particularidades tiene esta disciplina frente al diseño de interiores, la arquitectura o el mobiliario?

Yo diría que entre todas sus cualidades lo que la hace peculiar es su carácter performático. Tiene como objetivo proyectar los significados que establece la relación entre la forma del diseño y la intención mediante la cual se accionan los objetos diseñados. Esto quiere decir que no solamente se diseña un espacio que contiene objetos con una estética determinada, también se diseña la forma y el orden en la que éste va cambiando conforma van ocurriendo las acciones que suceden en su interior.

¿Cuál sería el proceso de desarrollo o de diseño para una pieza teatral?

Una de las peculiaridades más importantes del diseño escenográfico es que responde a un proceso creativo colectivizado, que depende de un conjunto de mecanismos y convenciones generadas al interior de los equipos de trabajo. En ocasiones se parte de un texto dramático como eje principal de los procesos. Otras veces se generan dramaturgias no textocéntricas a partir de exploraciones o laboratorios colectivos. En estos contextos es común que exista la figura del director de escena, quien lidera los procesos creativos individuales de actores/performers y diseñadores para darle su forma final. 

En términos básicos, ¿cuáles son las partes de un teatro o foro en el que interviene el diseño escenográfico?

Históricamente son muchas y muy diversas las arquitecturas destinadas a contener el acontecimiento escénico. El edificio teatral ha sido perfeccionado durante muchos siglos con el fin de ordenar y sofisticar técnicamente el escenario, que es en donde más fácilmente se despliegan las principales prácticas del diseño escenográfico: el lugar de los que actúan; pero que también lo separa muy tajantemente de otro espacio no menos importante, la sala: el lugar de los que ven. La necesidad de diluir esta frontera entre los que actúan y los que ven, ha puesto en práctica común el uso de lo que llamamos espacios no teatrales,  arquitecturas que a pesar de no haber sido diseñadas con estos fines, re-configuran el acontecimiento escénico por sus cualidades específicas y sus limitantes técnicas.

¿Cuál ha sido tu proyecto de mayor aprendizaje?

Recuerdo con mucho cariño mi primera experiencia en un teatro como asistente de escenografía. Literalmente era un imberbe descubriendo la maquinaria escénica, y el acompañamiento de la planta técnica del teatro Casa de la Paz; ese proceso fue de mucha generosidad. El proyecto se llamó La vida muda, unipersonal liderado e interpretado por el actor Gerardo Trejoluna, que de la mano de Rubén Ortíz en la co-dirección y Alain Kerriou en el diseño escenográfico, me hicieron partícipe de un proceso de creación muy fuera de lo normal, en done aprendí buena parte de lo que hoy considero los fundamentos técnicos y metodológicos de mi práctica artística.

Platícanos sobre Homo Box Machina, ¿qué buscaste comunicar?

(HBM) Homo Box Machina fue pensado como un ensayo escenotécnico. La idea original surgió en una plática con el diseñador escenográfico y co-director del proyecto Caín Coronado en una vieja cantina de San Luis Potosí, en donde imaginamos una obra sin actores en la que los elementos de la escenotecnia fueran la voz y el cuerpo del suceso, en donde pudiéramos compartir nuestro contexto de creación y visibilizar aquello a quienes se les es velado. Quisimos hablar del teatro y de sus mecanismos, y tomamos el concepto del placer como eje transversal en las exploraciones que darían forma al proyecto.

Para dar origen a los distintos procesos de experimentación formamos un equipo medular con Karla Sánchez en el diseño de producción, el dramaturgo Diego Álvarez Robledo y el diseñador de dispositivos multimedia Héctor Cruz, con los que convocamos a un numeroso y atípico grupo de colaboradores: dramaturgas, diseñadores, constructores y colegas que generosamente contribuyeron con su individualidad creativa en distintos momentos del proceso de creación.

Esta metodología de trabajo devino en una serie de exploraciones colaborativas fragmentadas en el tiempo y el espacio de creación. Entre la realidad y la virtualidad de la Ciudad de México, Guadalajara, Xalapa y San Luis Potosí, creo que tuvimos a bien inventar un suceso en el que la enunciación de sus distintas voces, detona la escucha de la voz propia de quien lo experimenta.

La pieza muestra la maquinaria teatral que pocas veces vemos, ¿cómo ésta ayuda a la narrativa?

Parte fundamental de la conceptualización de HBM está vinculada con estos momentos. Nos parece de suma importancia develar los mecanismos que componen al sistema y los cuerpos vivos que los manipulan. Este es el caso del edificio teatral moderno, que al mismo tiempo que nos sirve de metáfora para hablar de las arquitecturas que ordenan otros aspectos de nuestras vidas, de alguna forma también funge como homenaje a la voz de los cuerpos invisibilizados de las mujeres y los hombres que dan vida al acontecimiento teatral a través de su maquinaria escenotécnica.

¿Qué proyectos tienes a futuro? ¿Hacia dónde te gustaría llevar tu práctica?

Homo Box Machina es sin duda un proyecto coyuntural en la forma de pensar mi práctica como diseñador escenográfico, de igual forma en su carácter creativo como a nivel metodológico. Así mismo los acontecimientos vinculados al COVID-19 han revolucionado nuestra forma de pensar el presente y nos han permitido generar espacios de reflexión en torno a las arquitecturas que atraviesan nuestros cuerpos y revelado la fragilidad de sus estructuras.

Me parece que ha llegado el momento de crear espacios y proyectos que contribuyan al desmantelamiento de las ficciones y los arquetipos que ordenan la realidad mediante el sometimiento de nuestros cuerpos y nuestros deseos.

Engranaje Invertebrado es el nombre de la compañía con la que estrenamos HBM, y estamos preparando la pre-producción del Proyecto Virginia, una propuesta liderada por Karla Sánchez cuyas reflexiones giran en torno a los procesos de des-interiorización de los arquetipos que someten nuestros cuerpos. El dispositivo escenográfico nos ubica en el contexto “ficcionado” de un presente apocalíptico en el que un solo espectador transita por distintos espacios y experimenta cada una de las escenas en forma individual.


  • ENTREVISTA: Rodrigo De Noriega y Jessica Olivares

  • FOTOS: Vanessa Flores

Fecha de Publicación:
Lunes 09/11 2020