¿DE QUÉ FORMA PODEMOS ABRIR ESPACIOS A OTRAS VOCES, OTRAS HISTORIAS? JUMKO OGATA REFLEXIONA EN TORNO A LA NECESIDAD DE APERTURA DE ESPACIOS PARA TODAS LAS MUJERES

Las mujeres no somos un grupo homogéneo; un gran monolito al cual podemos hacer referencia con la certeza que todas tenemos las mismas experiencias vividas. En ese sentido, si bien nos enfrentamos de forma generalizada a la violencia de género, no nos atraviesa de la misma manera y esta se conjuga con otras formas de opresión: el racismo, clasismo, lesbofobia, transfobia, capacitismo, gordofobia, etc.

Por ello, para hablar de la presencia de las mujeres como artistas y creativas en el espacio público es necesario entender cómo nos atraviesan los sistemas de opresión en toda su complejidad y comprender que por lo general, las mujeres que tienen mayor visibilidad han tenido una ventaja sistémica aunque al mismo tiempo resistan al patriarcado. Es importante matizar estas conversaciones y hablar mucho más allá de la suma o resta de “privilegios”, término que se ha vaciado prácticamente de su significado en las redes sociales y el espacio público. De ser una palabra útil para hablar acerca de las ventajas sistémicas que tienen ciertas personas en un contexto de sistemas de opresión complejos, se ha utilizado como señalamiento ahora burla en contra de quienes hacemos crítica social. 

“¡Sí claro! Lo que pasa es que yo soy un privilegiado porque tengo wifi, ¿no?”

No obstante, este tipo de posturas desvían del punto central, no es que la opresión sea como una torre de Jenga en la cuál se apilan violencias dependiendo de nuestro cuerpo y circunstancias, sino que existe una violencia específica dirigida hacia nosotras y nosotrxs, creada a partir de la relación cercana que existe entre estos sistemas de opresión. Esto da lugar a experiencias matizadas, en las que una mujer puede beneficiarse de ciertas estructuras sistémicas mientras vive violencia por otras.

Por ejemplo, la palabra “misogynoir” hace referencia a la misoginia específica que viven las mujeres negras; la fetichización sexual en torno al cuerpo negro, su patologización, los estereotipos adjudicados a la mujer negra cuidadora asexuada, seductora maligna; entre tantos otros que han sido abordados en textos anteriores. Asimismo, la gordofobia tiene comprobadas raíces en el racismo en contra de las personas negras, particularmente mujeres como Saartjie Baartman, cuyo cuerpo fue expuesto como atracción de circo por Europa a finales del siglo XVIII por ser considerado una aberración.

Por ello, para llevar a cabo una crítica y construcción de espacios que cuenten con una diversidad de perspectivas en el ámbito creativo es fundamental llevar la conversación más allá de sólo incluir a mujeres y punto. Las mujeres más visibles suelen ser blancas, cisgénero, heterosexuales, de clase acomodada, sin discapacidades, etc.

Esto no significa eliminar la presencia de mujeres que cumplan este criterio de “privilegio”, sino asegurar una mayor diversidad de lugares de enunciación creativos. Hay un par de conceptos utilizados en el análisis de literatura infantil que me gustan mucho y quisiera trasladar a esta conversación; las historias “espejo” y las historias “ventana”. Algunxs pedagogues sostienen que para que las infancias se puedan desarrollar plenamente es importante que tengan acceso a libros que funcionen bajo estas dos lógicas; por un lado que sean “espejos”, para que vean a personajes e historias similares a las suyas y por otra parte las “ventanas”, historias que nos permiten escuchar y conocer las historias de personas que no son como nosotras ya sea por su racialización, su lugar de origen, su cultura, su orientación sexual, etc.

Cuando se une la exposición a ambos tipos de historias se logra que la pequeña persona en formación tenga certeza en su propia identidad y que pueda apreciar las diferencias que esa identidad supone en contraste con otras personas. Además, desarrolla la empatía y permite una convivencia pacífica y armoniosa con lxs demás. Si bien estas dinámicas fueron creadas pensando en las infancias, nos encontramos en un contexto en el cuál abundan los discursos de odio en contra de muchas comunidades históricamente violentadas.

Muchas de las personas que apoyan y transmiten estos discursos lo hacen porque ven sus ventajas sistémicas amenazadas y creen que la comunidad oprimida quiere reemplazarles en su rol de opresores, pero también existen personas que no se han molestado en escuchar a personas de estas comunidades de saber cómo se definen a sí mismas, de saber quiénes son; es más fácil creer las narrativas creadas por los opresores y verles como un enemigo anónimo. 

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Luego entonces; le pregunto a las mujeres creativas que se han ocupado en abrir espacios para exponer su obra, para compartir la obra de otras compañeras: ¿Se han preocupado por crear galerías de “espejos” y “ventanas”? ¿O parece más bien un probador de ropa lleno de “espejos” que les devuelven su reflejo a cada vuelta?

Asimismo, como consumidoras de contenido creativo, ¿se han detenido a ver quiénes crean lo que consumen? Pensando en el hecho que los sistemas de distribución de arte se crearon y sostienen aún en los sistemas de opresión en conjunto; ¿han pensado en diversificar conscientemente las creadores de contenido de consumen? ¿Cuándo fue la última vez que viste una película dirigida por una mujer asiática? ¿O que hayas leído a una mujer trans negra? ¿O que viste una escultura creada por una mujer discapacitada? 

Conforme nos expongamos a arte creado desde lugares tan diferentes de enunciación podremos entender las realidades de otras mujeres; Otras mujeres, valorando nuestra propia perspectiva y valorando la de las compañeras de otros contextos. Respetando sus historias y escuchando cómo se definen a sí mismas. Esta también es una forma de justicia, para todas las mujeres, las que hemos sido objetos en lugar de sujetos, las que hemos perdido el poder incluso de definirnos en nuestros propios términos.

Somos Helena de Troya, María de Jorge Isaacs, sí, pero también somos Tituba, e-imaginada y re-construida por Maryse Conde, la mujer cubana imaginada por la cineasta Sara Gómez, la mujer indígena lesbiana que muestra la directora Ángeles Cruz. Somos estas y otras tantas que hacen falta habitaciones, pasillos y edificios enteros para contener tantas ventanas y espejos.


Fecha de Publicación:
Lunes 29/03 2021