Clayton Conn para Briarpatch


EL CRUISING EN MÉXICO ES UN REFUGIO Y UN EJERCICIO CONTESTATARIO DE UTILIZAR EL ESPACIO PÚBLICO COMO UN STATEMENT. POR MORBO Y FETICHE TAMBIÉN, ES UNA PRÁCTICA COMÚN ENTRE LA COMUNIDAD GAY.

El cruising es la forma anónima y casual de tener sexo esporádico en lugares semiclandestinos. Estos lugares pueden ir desde parques, baños públicos, transporte público, bajo puentes, tramos alejados de las autopistas, calles y callejones poco transitados, estacionamientos y edificaciones y predios abandonados. El término hace referencia a dos personas que se cruzan en un lugar o cruzan sus miradas, con el consentimiento para practicar sexo casual. Hay quien sitúa el origen de la palabra en el Booze n’ Cruise, un bar gay de Albuquerque, Nuevo México que en los 70 se convirtió en parada obligada para los homosexuales que por ahí transitaban (Ruta 66). Cualquiera que sea el origen del término, el cruising en México ha estado presente desde hace mucho tiempo.

Esta práctica aunque se asocia a la comunidad gay, se ha vuelto popular entre personas heterosexuales. Personas que frecuentan estos lugares buscando experiencias nuevas. Ya sea por morbo o fetiche, por necesidad y refugio o como un statement revolucionario, los lugares para hacerlo suelen tener poca vigilancia y por lo general se ocupan de noche.

Refugio y statement revolucionario

La historia y la aceptación de las prácticas sexuales entre homosexuales ha tenido altas y bajas como en una montaña rusa. En algunos panoramas se ha visto favorecida, sin embargo, la ignorancia, las construcciones sociales como la familia, la religión o el estado lo han condenado y rechazado.

La comunidad LGBTTTIQA al no ser funcionalmete reproductiva pasa a ser el último sector de interés para el estado. “El estado persigue las relaciones sexuales en espacio público, por cuestiones de moral o de homofobia. Al estado capitalista le interesa la procreación de la gente, visto como un ejército de reserva. Le es de interés que las clases bajas se reproduzca sin control para disponer de mano de obra barata y miserable. La comunidad gay, al estar exenta de esta producción de ejército de reserva no es de interés para el estado”. Se persigue un acto originado por una necesidad o por persecución, por escasez o por pobreza.

El cruising es practicado principalmente por un sector de la sociedad, de por sí ya rechazado, que no cuenta con un espacio dónde tener sexo. En ocasiones de clase baja, sin recursos siquiera para poder pagar un hotel. Es en este momento en el que el cruising en México se convierte en un refugio aunque también en un ejercicio contestatario de utilizar el espacio público como un statement. “Lo que está prohibido se hace por el derecho a usar el espacio público como todos los demás”. El estado pena el sexo en espacio público pero no garantiza un lugar gratuito en el que se pueda ejercer.

Para los años 60, con la Revolución Sexual y las vanguardias del cosmopolitismo estadounidense y europeo introducidas al país por grupos de intelectuales como La Mafia en la CDMX se aperturaron espacios seguros para cierto grupo de la comunidad LGBTTTIQA. Para estos años ya se sabía de espacios, como el Safari, el Bar Paseo o lo que ahora es el Museo del Eco, que funcionaban como bares gay. Esto propició que la Zona Rosa se convirtiera en un lugar de ligue, de fiesta, de happenings, de libertad sexual y espacio seguro (en algunos casos para la meritocracia de ese entonces).

Pese a esta libertad sexual, la homosexualidad, al igual que ahora, seguía sin ser del todo aceptada por lo que los lugares de encuentro eran la calle, los baños públicos y las fiestas clandestinas. José Ignacio Lanzagorta menciona que “se sabía que en la esquina mágica y en la Zona Rosa podías ir a ligar. Era muy común que hubiera fiestas justo después de cenar y que algunos de estos happenings fueran gay”. La esquina mágica, localizada en Insurgentes Sur y Aguascalientes funcionaba como punto de ligue y encuentros entre la comunidad de la época.

El espacio público como referente para el cruising

El espacio público es el área entre los inmuebles que no tiene construcción encima. Corresponde al territorio donde cualquier persona puede estar y circular libremente como un derecho. El cruising es una manera de interrelación afectiva entre el usuario y el espacio público.

Aldo Solano Rojas menciona que: “el uso del espacio público cambia de acuerdo con sus horarios. Hay un dicho que menciona que los parques son donde juegan los niños de día y los adultos de noche”. Mientras cita a Joan Nogué sobre los paisajes de la ciudad o geografías, menciona como su visibilidad cambia de acuerdo con cada persona. “Una minoría perseguida tradicionalmente, como son los gays, tuvo que encontrar lugares furtivos y clandestinos en donde se pudiera hacer lo que no podían hacer en casa y en algún momento ni siquiera en un hotel. Lo tenían que hacer en la calle, a escondidas y de noche. Esta minoría encontraba en esta geografía estratégica un medio para poder sobrevivir. Necesitaba de características específicas como la oscuridad, la poca o nula vigilancia y cierto conocimiento que se transmitía mediante la tradición oral”.

Con el auge de los highways en los años ochenta y la prioridad a los automóviles, el espacio público orientado al peatón pasó a un segundo término. Sumado a esto, la decadencia generada por las crisis económicas en el país, más la descomposición social que generaba delincuencia, llevaron a que el espacio público se viera abandonado. Este panorama de abandono propició también el uso del espacio público para el cruising.  

Morbo y Fetiche

En la cultura gay, principalmente en homosexuales se tiene la capacidad de erotizar todo. A alguien en el mundo le va a gustar lo que somos y cómo somos. Hay un gusto o una fantasía para cada persona y eso se traduce a los espacios. Siempre existe la idea erótica de tener sexo en la calle por la adrenalina que el hacerlo conlleva. Sucede algo similar con los baños de vapor en donde no existe la figura femenina. Tomemos por ejemplo los Finisterre, los San Ciprián, o los Señorial.

La frivolidad absoluta de búsqueda del placer por placer ha llevado el cruising a otros espacios no tan públicos. Pocos son los que hacen por acto revolucionario o por necesidad actualmente. La misma arquitectura del metro de la CDMX te permite esconderte por algunos minutos. El vagón de hasta atrás es el paraíso para practicarlo.

El descuido y la falta de mantenimiento ha llevado a utilizar los edificios construidos a ser propicios para este fin. Como ejemplo tenemos el MUSEVI en Villahermosa Tabasco, mismo que dejó de de funcionar y actualmente funciona como un espacio para el cruising. Otro ejemplo son los cines que en su deterioro se convirtieron en espacios porno, como el Teresa, el Savoy o el Venus, algunos de los cuales ya no existen.

En otros lugares no tan públicos, sus condiciones arquitectónicas o falta de seguridad han propiciado el cruising por morbo o por fetiche. Como ejemplo tenemos los baños públicos o los del Sanborns, las cabinas de Erotika, los ciber cafés con cabinas privadas en la Zona Rosa y lugares de encuentro como La Casita. Sin importar el espacio, podemos decir que detrás del fetiche se encuentra la desigualdad social. “Uno como gay no conoce lo que es sexo adolescente porque siempre estuvo escondido o limitado a la territorialización de lo gay en espacios como la Zona Rosa o el vagón de hasta atrás del metro”.

Riesgos del cruising en México

Ya sea que se practique por necesidad, por statement revolucionario o por mero fetiche, la práctica del cruising en México conlleva riesgos. Fuera de contraer una ITS por hacerlo sin responsabilidad, existen otros riesgos. Robos, agresiones, violaciones y crímenes de odio encabezan la lista. Esto sin contar que puedes terminar detenido por no existir condiciones adecuadas por parte del Estado para ejercer la libertad sexual.

En algunos de estos espacios, vistos como inseguros, las autoridades han sumado esfuerzos para evitar que sucedan estos crímenes, lo que lleva a que el cruising deje de practicarse. ¿Hasta qué punto las nuevas condiciones de ‘rescate de los espacios públicos de cruising‘, que frenan esta práctica, se vuelven actos de discriminación y de homofobia? ¿Qué hay de malo en tener sexo con libertad y por qué es una práctica penada sin que existan espacios gratuitos para practicarlo? Sucede un caso similar con orinar en la vía pública y aún no existen baños públicos de acceso gratuito para todos. ¿Qué medidas e iniciativas tendrían que venir desde el gobierno para ofrecernos un lugar seguro para disfrutar abiertamente de nuestra sexualidad? Las respuestas las tiene quien lo lea.


  • TEXTO: Bob J. Barraza con información de Aldo Solano Rojas

Fecha de Publicación:
Lunes 28/06 2021