ACERCAMIENTO, HISTORIA Y CUESTIONAMIENTOS SOBRE ESTE MATERIAL
¿Y si las cosas pudieran hablar?
¿Qué nos dirían?
¿O será que ya hablan y nosotros solamente no las oímos?
¿Y quién va a traducirlas?
-Hito Steyerl
Alguna vez intenté escanear un espejo y me encontré con la incapacidad de representarlo. Resulta que en la cámara de escáner no hay imágenes que el espejo pueda reflejar y sin imágenes, deja de existir. Al menos para el imaginario colectivo que hemos construido como sociedades.
A partir de ese momento me apasioné con la idea de capturar aquel límite entre la experiencia humana y la de objetos cuya naturaleza nos elude. Si no podía representar al espejo, quizás podría encontrar a un intermediario. Fue así que conocí al aluminio.
De inicio, me maravillaron las formas que este material podía presentar ante el escáner. Su versatilidad seductora no rehuía a la cámara; incluso pareciera que performaba para ella. El escaneo de aluminio se volvió una actividad importante en mi práctica. Quería capturar cada textura, forma y gesto del aluminio. Absorberlo todo.
Junto con Mariano Illoldi, artista de medios digitales en formación, vaciamos las 600 imágenes de aluminios que había generado en el escáner en una red neuronal para aplicarla en una inteligencia artificial llamada StyleGans—la cual ha estado ligada con el deep fake y los rostros inventados— Los resultados son una infinidad de imágenes que pueden ser presentadas como animaciones del aluminio pasando de un estado a otro. El aluminio comenzaba a tener vida.
Hace unos meses tuve la oportunidad de hablar con el artista Juan Pablo Villegas y mostrarle mi trabajo. Por un lado aclamó los resultados estéticos y por el otro, me hizo preguntas que no supe responder. ¿Por qué el aluminio? ¿Cuál es su historia? ¿De dónde viene? ¿Qué significa este material para nosotres como humanidad?
En este texto busco responder aquello que no pude. Y para ello es necesario escuchar al aluminio. Lo que tiene que decir.
Parte 1. Historia material del aluminio.
El aluminio es el tercer elemento más común en la corteza terrestre y el segundo metal más usado después del acero. Su naturaleza versátil para mezclarse y adaptarse a los diferentes usos industriales así como su bajo costo, lo vuelven muy atractivo para los imperios modernos.
Su origen es la piedra bauxita, que se encuentra entre 4 y 6 metros de profundidad. De cuatro toneladas de bauxita se puede extraer dos toneladas de alúmina (un polvo fino de óxido de aluminio) que a su vez puede ser transformada en una tonelada de aluminio . En el 2020 la producción mundial de bauxita alcanzó las 367 millones de toneladas métricas, dejando consigo cientos de kilómetros de paisaje violentado. Mientras las operaciones mineras requieren de grandes cantidades de agua y energía, la gran dispersión de polvo rojizo introduce elementos tóxicos que contaminan los ríos cercanos y dejan en asfixia los pulmones de los mineros y las poblaciones aledañas.
Existe una presión por extraer y emplear al aluminio. Una dinámica desigual entre países se agudiza con la demanda de transformar el aluminio en máquinas colosales que a su vez habitan fábricas para crear a toda prisa un sin fin de objetos. Desde cucharas hasta camiones, en diferentes proporciones, de aluminio.
El complejo panorama geopolítico del aluminio no sería completo sin mencionar las resistencias de grupos que habitan territorios fértiles en bauxita. A principios de la década de 2010 se hizo viral la lucha de la tribu Dongria Kondh contra el gigante minero Vedanta Resources que buscaba extraer una cantidad de bauxita valuada en dos billones de dólares. La minera buscaba destruir la montaña Niyam Dongar, deidad del pueblo y residencia de la tribu.
Se generó suficiente presión en ámbitos legales y mediáticos para la cancelación del proyecto de Vedanta. Los medios los llamarón “los Na’vis de la vida real” haciendo alusión a la película Avatar de James Cameron. La gente celebró la victoria como si fuese el final del filme. Sin embargo, la bauxita sigue ahí. La codicia también. ¿Cuánto ha de pasar para que el hambre del progreso y la avaricia vuelvan a tocar las faldas de Niyam Dongar?
Parte 2. Corporalidad(es)
El recuento histórico del material nos podría indicar que su papel es meramente pasivo. No obstante, ¿qué pasaría si le preguntáramos al aluminio? ¿Nos contaría esta misma historia de explotación y abuso? ¿O quizás exista una narrativa alterna? Una que nos hable de rebeldía y colaboración.
Empecemos por nombrarlo: A-lu-mi-nio. ¿Cuántas veces hemos dicho su nombre? Quizás en esos momentos que nos dijeron “¡Cuidado! no metas aluminio al micro.” Una advertencia sobre la posibilidad de una catástrofe o quizás un acto subversivo del material. Después… regresamos a ocultarlo detrás de cualquier acabado que queramos darle.
El aluminio, al estar cargado con energía material, puede moverse más allá de las relaciones humanas que lo someten. Su corporalidad es tan flexible que le permite tomar incontables formas. Le encanta cooperar con otros materiales creando así nuevos cuerpos y lenguajes. Incluso compone nuestra misma biología, puesto que habitan entre 35 mg. y 50 mg. de aluminio –la mitad de esto en nuestros pulmones–.
Puede ser fuerte, ligero, suave, dúctil, brillante y flexible. No pierde sus propiedades al reciclarlo por lo que su vida son muchas vidas. El aluminio no es tímido y le encanta que lo vean. Puede ser una cuchara, un teléfono, un microondas y también puede no serlo. El aluminio puede ser alúmina, bauxita, o parte de un ecosistema vivo. Tal y como lo ha sido por mucho tiempo.
Entre el cuestionamiento y el diálogo
Me pregunto entonces, ¿Dónde queda mi quehacer como artista? ¿Desde dónde me sitúo con respecto al aluminio? ¿Qué discursos y prácticas se han de alinear con la información presentada? Y sobre todo, ¿Cómo dejar atrás el cuestionamiento personal para dar cabida a una conversación?
Las imágenes que se expresan dentro de la virtualidad de este espacio requieren de algo más para tener vitalidad. Urgen canales de comunicación con las personas a las que la minería viene a tumbar su puerta. Hay que preguntarles a quienes sí han inhalado el polvo de bauxita y que han presenciado como los ríos se tiñen de rojo. Que mi arte esté a su servicio y no sus problemas al mío.
Es crucial desarrollar herramientas dentro de las prácticas artísticas contemporáneas que nos permitan ir más allá de la representación. Y también un devenir que ponga atención en los materiales que empleamos. Evaluar todas las aristas que componen nuestras obras y hacernos las preguntas difíciles con respecto a la ética detrás de su elaboración. ¿Queremos generar obras que inviten a la reflexión sin tomar en cuenta los sistemas involucrados en su producción? ¿Dónde está la congruencia? ¿Cómo transitar hacia ella? Y finalmente, ¿Qué relaciones se pueden florecer desde ahí?
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