UNA COLECCIÓN QUE MUESTRA LA VANGUARDIA ESTÉTICA DE WYMAN Y SU GRAN TALENTO PARA DISEÑAR EN PIEZAS TAN PEQUEÑAS COMO UN SELLO POSTAL.

Lunes 12/06 2017

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FOTOS: Cortesía
TEXTO: Aldo Solano Rojas

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Tal vez las colecciones de timbres postales más importantes de México no se empezaron a desarrollar si no hasta después de las series pre-olímpicas y olímpicas en 1968. Como parte del diseño de la imagen total de la XIX olimpiada en México, Lance Wyman (Newark, 1937) hizo una colección de timbres postales que, aunque dentro de un cuerpo de diseño más grande, tiene sus propias peculiaridades.

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Estos timbres, a diferencia de la colección preolímpica tiene un manejo gráfico que combina la reproducción fotográfica con volúmenes y la plasta de colores lisos. Saturadas reducciones de fotografías de edificios emblemáticos sirven de figuras centrales para la característica reproducción de bandas de colores, en un estilo a la vez psicodélico, pop art y con referencias a artesanías mexicanas, básicamente el tema de toda la imagen de los juegos olímpicos. En esta colección las bandas repetidas de colores alternados dan la impresión de ondas de radio expansivas, que centran la atención en México.

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La elección de los edificios y las figuras centrales es un poco confusa, mientras que está la pirámide del sol de Teotihuacán con el glifo del fuego nuevo, también aparece el Estadio Olímpico Universitario, el Palacio de los Deportes y la torre de la Secretaría de Telecomunicaciones que conviven con el discóbolo de Mirón así como una Nike y un Zeus en contextos deportivos clásicos; complementan la colección un timbre con la silueta de la República Mexicana y otro con los aros olímpicos, ambos con la característica paloma blanca. Uno, parte de esta colección pero apenas conectado por esta misma paloma blanca es un retrato del Dr. Martin Luther King Jr., asesinado pocos meses antes de la inauguración de las olimpiadas de 1968, este timbre contrasta con el resto por no tener colores, más allá del negro y el gris, se trata de un timbre luctuoso, el primero expedido en el mundo en su honor.

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Estos timbres olímpicos son una buena muestra de lo versátil de la imagen de las olimpiadas de México 68, y de una experimentación más cercana a la vanguardia artística de este momento, un poco más libre que las demás aplicaciones en mobiliario urbano o señalética. Además, es interesante observar cómo el diseñador trabaja con la reducida superficie de los timbres postales como si se tratara de un póster de tamaño grande.

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