Foto por María Fernanda Carmona


LA HISTORIA CULINARIA DE MÉXICO ESTÁ REPLETA DE DELICIOSAS RECETAS

La gastronomía de los pueblos originarios de México es una ventana a siglos de historia, cultura y espiritualidad. Cada platillo no solo cuenta con ingredientes nativos, sino también con significados profundos que honran la naturaleza, las tradiciones comunitarias y las creencias espirituales. A lo largo de los siglos, estas recetas se han mantenido vigentes, adaptándose en algunos casos a nuevas influencias, pero siempre manteniendo sus raíces. Desde los valles de Oaxaca hasta las montañas de Chihuahua, estos platillos no solo alimentan el cuerpo, sino que también nutren el alma, conectándonos con el pasado y nuestras raíces.

Aquí te presentamos algunos de los platillos que debes conocer:

Tonari (Ralámuli) / Tonarhi (O’dami)

El Tonari es un platillo que nos remonta a las montañas de Chihuahua, donde los Ralámuli y O’dami lo preparan como símbolo de unión y espiritualidad. Elaborado principalmente con carne de res, este platillo puede incorporar también gallina o conejo. En la cultura O’dami, se cree que los toros y las vacas pueden hablar con Dios para interceder por los humanos, lo que le da al platillo un valor sagrado. Se consume en festividades religiosas como el Yúmare y en celebraciones comunitarias. Cocinado en grandes tambos metálicos de hasta 200 litros, antes hechos de barro, se aprovecha cada parte del animal, excepto la piel. La ceremonia de compartir este alimento implica una conexión profunda con la tierra y los dioses.

Caldo de Piedra

Este platillo oaxaqueño, preparado por los chinantecos de San Felipe Usila, es tradicionalmente elaborado solo por hombres, pues se trata de una especie de agradecimiento a las mujeres por sus labores diarias. El Caldo de Piedra es un símbolo de devoción y agradecimiento. Los ingredientes, pescado, jaiba, jitomate, cebolla, chile verde y epazote, se cocinan de manera única al sumergir piedras del río, previamente calentadas al rojo vivo, en el caldo. Este método ancestral no solo representa una técnica ingeniosa, sino también una celebración de la vida en comunidad.

Zacahuil

El imponente Zacahuil, originario de la región huasteca, es un tamal de dimensiones colosales que ha sido parte de la gastronomía prehispánica de México. Hecho de maíz martajado, acompañado de carne de cerdo, pollo o guajolote y una mezcla de chiles y especias, su cocción en un horno de leña es un evento en sí mismo. Este platillo no solo es un manjar festivo durante el Xantolo o el carnaval, sino que en tiempos antiguos tenía un oscuro simbolismo: se dice que la carne utilizada en su preparación era de criminales, lo que lo convertía en una forma de justicia.

Churipo

El Churipo es el plato por excelencia de las celebraciones familiares entre los purépechas de Michoacán. Este caldo, que une a las familias, se ha transmitido de generación en generación. Aunque existen variantes con pollo, cerdo o incluso tlacuache, la versión más común es con carne de res. Prepararlo es un ritual que no solo alimenta a quienes lo disfrutan, sino que también fortalece los lazos familiares y comunitarios, recordándonos que la comida es un símbolo de unión y trascendencia.

Mukbil Pollo

En la península de Yucatán, el Mukbil Pollo es un plato emblemático del Hanal Pixán, la festividad del Día de Muertos en la cultura maya. Literalmente significa “pollo enterrado”, y su cocción bajo tierra le confiere un sabor único y profundo. Preparado con maíz nixtamalizado, carne de cerdo y pollo, este tamal gigante se acompaña tradicionalmente con chocolate caliente. Su preparación comienza la noche anterior al Día de Muertos, y es un tributo a los antepasados, una forma de mantener viva la conexión entre los vivos y los muertos.

Huauzontle, un manjar prehispánico

El huauzontle es una joya de la gastronomía prehispánica que florece entre julio y octubre, su mejor temporada para el consumo. Su versatilidad lo convierte en un ingrediente ideal para sopas, ensaladas y guisados, aunque su presentación más popular son las tortitas capeadas. A menudo, se combina con leguminosas como frijoles, lentejas o habas, creando una fuente rica en proteínas. Además, suele acompañarse con chile pasilla, elevando aún más su sabor tradicional.

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Estos platillos representan mucho más que un legado culinario; son una puerta al pasado, a los rituales, creencias y formas de vida de los pueblos originarios de México. Conocer y probar esta comida es una forma de honrar la historia y las tradiciones que han perdurado a lo largo de los siglos. Cada bocado nos acerca a una herencia cultural que merece ser respetada y preservada.

¡Anímate a descubrir estos sabores ancestrales y a conectar con la sabiduría de los pueblos originarios a través de su gastronomía! ¿Qué se te antoja más?


  • Texto: María Fernanda Carmona & Valentina Ramírez

  • Fotos: Cortesaía

Fecha de Publicación:
Miércoles 11/09 2024