LA INTERCONEXIÓN ENTRE SABERES TRADICIONALES Y LA PARTICIPACIÓN EN LA VIVIENDA RURAL

En un país marcado por desigualdades sociales y territoriales, la arquitectura social juega un papel crucial en la mejora de las condiciones de vida de las comunidades rurales y periurbanas. Isadora Hastings, arquitecta con profunda vocación por el trabajo comunitario, ha sido parte fundamental de la organización Cooperación Comunitaria, la cual desde su fundación en 2010 se ha dedicado a transformar la vida de las comunidades rurales en México. A través de procesos de participación y aprendizaje mutuo, Cooperación Comunitaria ha logrado revalorizar los saberes tradicionales en la construcción y el diseño de viviendas, adaptándose a los retos actuales de la región. 

Foto: Fabian Flores. Un hogar para Chiapas.

Un enfoque integral: Sostenibilidad y saber local

La propuesta de Hastings se basa en una visión integral, que no sólo contempla la construcción de viviendas, sino también el fortalecimiento de la resiliencia de las comunidades ante fenómenos naturales. La metodología aplicada por Cooperación Comunitaria parte del respeto por los saberes tradicionales que las comunidades indígenas han desarrollado a lo largo de los siglos. Estos conocimientos no sólo están relacionados con la construcción, sino también con el manejo del territorio y los recursos naturales, constituyendo una base sólida sobre la cual la intervención académica y técnica puede sumar soluciones eficaces. 

El proceso de aprendizaje no es unilateral, sino que ocurre en un diálogo de saberes: las comunidades enseñan sus métodos de construcción y gestión, y a su vez, lxs arquitectxs aportan nuevas perspectivas que mejoran la resistencia de las estructuras sin perder la esencia cultural. Estos elementos, como el refuerzo estructural de viviendas para protegerlas contra sismos y huracanes, demuestran cómo el trabajo participativo y el conocimiento mutuo pueden generar soluciones de gran impacto social.

Foto: Alan Díaz. Un hogar para Chiapas.

La metodología participativa: De la teoría a la práctica  

La metodología aplicada por Cooperación Comunitaria sigue una estructura de cinco etapas fundamentales: diagnóstico, diseño participativo, organización, implementación y evaluación. Este enfoque no sólo busca solucionar problemas inmediatos, sino también generar un proceso de aprendizaje continuo para las comunidades, permitiendo que lxs miembrxs de cada población participen activamente en su propio proceso de transformación. 

Es importante señalar que este modelo no se basa en un esquema asistencialista, sino que busca fortalecer las capacidades internas de las comunidades para que estas puedan continuar su desarrollo de manera autónoma. De esta forma, las comunidades no sólo reciben una infraestructura mejorada, sino que también adquieren herramientas para gestionar y mantener sus propios hogares a largo plazo.

Foto: Alan Díaz. Un hogar para Chiapas.

La importancia de la participación: El camino hacia la resiliencia

Uno de los puntos clave en el trabajo de Isadora Hastings y equipo en Cooperación Comunitaria es la participación activa de las comunidades. Sin ella, no es posible lograr una verdadera resiliencia. Aunque las viviendas pueden estar diseñadas para resistir fenómenos naturales como sismos y huracanes, la verdadera fortaleza de las comunidades radica en su capacidad para organizarse, aprender técnicas de construcción y gestionarlas por sí mismas.

Hastings subraya que la resiliencia no sólo depende de las construcciones, sino de la capacidad de las personas para adaptarse a los cambios y desafíos. Si las comunidades no participan activamente en los procesos, no podrán aprovechar los beneficios de la autogestión ni lograrán enfrentar los desafíos de manera independiente.

Reconstrucción de cocinas de bajareque cerén, técnicas constructivas tradicionales para la recuperación de la economía de las mujeres. San Mateo del Mar, Oaxaca. Foto: Cooperación Comunitaria A.C.

Reflexión final: Un modelo a seguir

El trabajo de Cooperación Comunitaria con las comunidades rurales en México ofrece una valiosa lección de cómo la arquitectura puede ser una herramienta poderosa para la transformación social. La integración de los saberes tradicionales con conocimientos académicos y técnicos no sólo mejora la calidad de vida de las personas, sino que también fortalece su autonomía y capacidad de adaptación. Este modelo, basado en la participación y el aprendizaje mutuo, demuestra que la autogestión es clave para alcanzar futuros más justos y sostenibles.

Más allá de construir vivienda, esta metodología contribuye a generar dinámicas y relaciones que aportan al conocimiento; demostrando que la arquitectura trasciende a la edificación

Autoproducción de vivienda tradicional reforzada de bajareque, Istmo de Tehuantepec, Oaxaca. Foto: Cooperación Comunitaria A.C.

Contenido inspirado de “El derecho al hábitat, los otros mundos en el suroeste de México“, publicada en noviembre 2021.


Fecha de Publicación:
Jueves 06/03 2025