LA MODA LLEGÓ COMO UNA RESPUESTA INESPERADA EN MEDIO DEL DOLOR; FUE DURANTE TERAPIA QUE SE ENCENDIÓ LA CHISPA DE LA CREATIVIDAD, LA MODA Y EL COLOR

Por las veredas polvorientas de Borbollón, Nayarit —un rancho con menos de mil habitantes— nació una estrella que hoy brilla entre galaxias rosas, sombreros texanos y la valentía de sanar en voz alta. Tiene solo 27 años y su historia camina con firmeza entre la autenticidad radical, la salud mental y un estilo que desafía cualquier etiqueta: ella es la Ranchera Galáctica.

De un rancho al cosmos: bordando identidad

“Pueblo chico, infierno grande”, resume sin rodeos. Y es que crecer en un espacio donde “siempre están las miradas sobre qué dice la vecina” no dejó mucho margen para la exploración personal. Durante años escondió su raíz ranchera como si fuera algo vergonzoso, un disfraz que debía quitarse para sobrevivir a la mirada ajena. Pero como las constelaciones, lo auténtico siempre encuentra su forma de brillar.

Aceptar de dónde viene fue el primer acto de resistencia. Fue también el inicio de una historia que no se cuenta con palabras llanas, sino con texturas brillantes, colores vibrantes y botas que resuenan como tambores de un nuevo folclor.

“Esto es lo que soy yo, esta es mi autenticidad, estas son mis raíces y no puedo seguir dejándolas atrás.”

El nacimiento de un universo propio

Fue en un supermercado donde ocurrió el bautizo cósmico. Ella, con sombrero y botas, caminaba como de costumbre, cuando una señora la detuvo: “Ay, esas botas son muy galácticas”. La joven no titubeó: “Sí, soy una ranchera galáctica.” Y así, entre la ironía y el encanto, nació un concepto que mezcla dos mundos que rara vez conviven: la tradición y la fantasía.

Su estilo combina lo tradicional mexicano con una estética audaz, desbordante. Botas metálicas, sombreros en rosa eléctrico, y una convicción firme de que lo rural también puede ser futurista.

La cultura ranchera está muy estigmatizada; muchos piensan que escuchar corridos o música de banda es corriente. Pero esto es lo que soy y me enorgullece sentirme tan a gusto con ello.”

Moda como refugio, espejo y trinchera

La moda llegó como una respuesta inesperada en medio del dolor. Fue durante terapia que se encendió la chispa.

“Siempre sentí que no era buena para algo. En terapia descubrí que me encantaba la moda. Para mí, la moda es experimentar; puedo ser lo que quiera.”

En un mundo donde los “me gusta” parecen determinar el valor personal, ella no esquiva el rechazo. Lo nombra, lo transforma: “Hubo un tiempo en redes sociales donde la gente me dejaba de seguir porque les daba pena o cringe mis videos. Pero construí una comunidad bonita; siempre alguien se va a inspirar en ti.”

Aquí, la moda no es solo estética. Es catarsis, afirmación, escudo. Un lenguaje para decir “aquí estoy” sin pedir permiso.

Creatividad y salud mental: una simbiosis luminosa

En un mar de ansiedad y depresión, su creatividad fue bote salvavidas. Diseñar, grabar, vestirse con lo que otros llamarían ridículo, fue su manera de volver a sí misma.

“La creatividad puede nutrir el cuidado de la salud mental. En mi caso, fue una herramienta para sacar mis sentimientos y encontrar quién soy realmente.”

Habla también de limpiar el terreno interno para poder florecer. Y en cada paso, confirma que no hay acto más revolucionario que aceptarse.

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En un mundo que constantemente nos empuja a encajar, la Ranchera Galáctica decidió desbordar. Transformó el juicio en color, el miedo en estilo, la ansiedad en creación. Su historia no es solo la de una joven que combina botas con galaxias, sino la de alguien que entendió que la autenticidad también puede ser un acto de autocuidado.

Quizás por eso su historia resuena: porque no se trata solo de ella. Se trata de cualquiera que haya sentido que no encaja, que ha tenido que callarse para sobrevivir. Su mensaje es claro, poderoso y universal: estás bien tal como eres, y puedes crear un mundo que lo celebre.


Fecha de Publicación:
Viernes 11/04 2025