UN TALLER DE EXPERIMENTACIÓN CON PROCESOS TRADICIONALES DE TEXTILES DE LA REGIÓN DE LOS ALTOS DE CHIAPAS

Malacate nació hace 14 años como respuesta/resultado de la investigación antropológica de la etnóloga Karla Pérez Cánovas y su caminar con diversas mujeres tejedoras de algunas comunidades de Los Altos de Chiapas para difundir el trabajo textil que se produce en la zona.

El primer Municipio con el que trabajo fue Nachig en Zinacantán, con la investigación: La artesanía textil como medio de transmisión y resistencia cultural ante el proceso de Globalización en el Municipio de Zinacantán, Chiapas; analizando diversos temas sobre la tradición textil el cambio y continuidad de este, la transmisión cultural, la producción, reproducción y resignificación de elementos culturales propios y ajenos.

Se aborda una de las dimensiones del proceso de globalización, la cultural, vinculada a la práctica de la artesanía textil. Dicha relación permite el acercamiento a una posible explicación para comprender al textil como medio de transmisión y resistencia culturales. Se estudia los procesos que trastocan actualmente a los hacedores de dicha práctica y que se manifiestan material y culturalmente por medio del textil.

Karla P. Cánovas, Malacate

Durante el 2012 al 2014 Malacate investigó acerca de la transformación de la artesanía textil en Los Altos de Chiapas, con la aproximación de la práctica textil a partir de innovación, en un intercambio entre proyectos, diseñadores y tejedoras.

Malacate, es a primera vista un espacio de producción textil para venta, pero es además un espacio de investigación, difusión y compartición horizontal de los usos, saberes y prácticas sobre el quehacer textil de los Altos de Chiapas; es un espacio de escucha.

Sobre la fundación de Malacate

Conocer la historia de nosotras las mujeres, conocer quiénes son y quienes han sido en su existencia, es una forma de valorar y honrar las vidas.

Karla P. Cánovas

Karla, nació en la Ciudad de México, en la ahora alcaldía Magdalena Contreras, antes delegación Magdalena Atlitic al sur de la ciudad, esta delegación está conformada por varios pueblos originarios y aún se conservan diferentes prácticas culturales, sobre todo las culinarias.

Crecí en una casa muy significativa porque esa casa fue hecha con adobes de la fábrica de mi abuelo materno, abajo pasaba el río de la Magdalena que baja de los Dinamos. Siempre había muchos animales. En esa casa teníamos de todo, ahí sembraban, cosechaban, etc.

Su infancia la vivió entre el bosque explorando, siempre rodeada de animalitos como un borrego o un chivo pues su mamá era veterinaria. Su abuela y su mamá son fuente de inspiración, las dos fueron siempre hacedoras, tejedoras, pintoras, joyeras, creativas del tejido en gancho. Con su mamá, por ejemplo, era con quien hacía su ropa en una máquina Singer.

Karla salió de su casa en la adolescencia, tuvo que trabajar para vivir y pagar las necesidades básicas de vida, donde trabajó en diferentes cosas fue garrotera, pizzera, rotulera, trabajó en guarderías y como vendedora en una mueblería que fue en donde obtuvo la mayor parte de las herramientas mercantiles que posteriormente le servirían; trabajo también con Don Horacio Gabito, coleccionista de Arte Popular, artesano en el Bazar del Sábado; ahí tuvo la oportunidad de encontrarse con diversas técnicas del arte popular como cerámica, miniatura, vidrio soplado.

A los 21 años conoció a una compañera artista visual, quien la introdujo para apoyar como tallerista a niños en el Museo Dolores Olmedo. Posteriormente entró al museo Anahuacalli, también como tallerista. Luego de experimentar diferentes trabajos y visualizar su vida a futuro en ese momento con un trabajo estable en una mueblería, decide que es un buen momento de regresar a la escuela y es así como los caminos la llevan a estudiar Antropología en la ENAH; Karla además estudió una maestría en Antropología Social y tiempo antes esmalte sobre metal, en la escuela de San Jerónimo del Seguro Social.

Yo quería estudiar telar, pero por azar del destino no había lugar, visité los talleres y me inscribí aún indecisa al último que vi. Llegando a mi casa me dijeron: te trajeron una caja que te dejó tu abuela, dentro de ella había esmaltes.

El comienzo

En un viaje a Chiapas, frente a la iglesia de Zinacantán con la neblina baja y la lluvia, encontró en el ambiente un entorno similar al que la había visto crecer y la idea de volver a este lugar se vislumbró de pronto, ocho años después de ese viaje y de esa afirmación, después de las temporadas que Karla pasaba en Nachig, la afirmación se convirtió en un: quiero quedarme y hacer algo junto a las mujeres.

No fue una idea descabellada, para Karla y para las mujeres ese encuentro había significado mucho más que una aproximación a los medios de producción textil; ese tiempo fue una profunda vinculación entre mujeres, sus historias, su devenir, todas desde su ser mujer, intercambiando y permeando sus propios prejuicios, ideas y enriqueciendo su caminata juntas.

Hablar sobre mí y conocer otras mujeres con las que hemos podido vernos de frente e identificarnos, es importante. Abrir la puerta para compartir mi historia nos posiciona en la horizontalidad. Dije: mi historia es importante como la de mis compañeras, lo he hecho poco, pero hoy sí con decisión propia de decir: deseo hacerlo, porque he encontrado la importancia de hacerlo.

La estructura de Malacate

Comenzó sí, como una investigación, que se convertiría en un proyecto de antropología aplicada y hoy es una colectiva de mujeres autónoma y autogestiva. Con múltiples líneas alrededor del quehacer textil que van desde la investigación propia; la reactivación, documentación y difusión de técnicas textiles propias de diferentes comunidades; además de venta de piezas textiles. Las mujeres integrantes de la colectiva desde un inicio fueron mujeres que se encontraban en desventaja frente a otras mujeres de sus comunidades; mujeres que no colaboraban con cooperativas, ni asociaciones civiles y tampoco tenían acuerdos turísticos que les aseguraran visitas y ventas de su producto.

El trabajo que en Malacate se ha hecho como proceso de vinculación ha sido largo, consciente y respetuoso; el proceso de formación formal de desarrollo para la colectiva duró aproximadamente tres años en el que se tejieron vínculos sociales, emocionales de familiaridad con las integrantes y la concientización desde el ejercicio de ser mujer y ser mujeres iguales pero con roles específicos dentro de sus comunidades, su familia y dentro de la cooperativa; ejercicios que les presentaran de una manera clara las fortalezas y posibilidades de aprendizaje al que todas se perfilaban y permiten transformar las realidades. Los primeros grupos fueron Nachij, Pantelhó y Aldama. Malacate, nace de una investigación, pero los procesos que se bajan a la práctica pertenecen a todas.

Apostar a ir juntas con los saberes, con las experiencias, con el aprendizaje conjunto honesto, empático, la diversidad de culturas, diversidad de visiones, que permitan como mujeres salir adelante. Por eso es importante hablar de lo personal, decir pienso esto y hay que luchar porque nos respeten y nos valoren igual, porque estamos aquí juntas y somos mujeres, por supuesto pertenecemos a diferentes contextos, circunstancias. Soy consciente de mis privilegios y los he usado para compartir con mis compañeras en igualdad.

Líneas de indumentaria

Malacate ha explorado diversas ramas como producto de comercialización, con todas sus piezas fundamentadas en los conocimientos tradicionales de las comunidades, como el patronaje y las mediciones. Para estas comunidades, el término “innovación” se convierte en un ejercicio de resistencia cultural: “Se innova, se resignifica, pero se siguen retransmitiendo los saberes de técnicas tradicionales”

Dentro de sus proyectos, se incluyen piezas textiles que forman parte de iniciativas orientadas a la activación de técnicas tradicionales en localidades como Huixtán, Margaritas y Aguacatenango, así como el cultivo y uso del algodón en Pantelhó. Por otro lado, destacan las piezas de innovación, elaboradas con diversos tipos de telas e hilos. La confección final de muchas de estas piezas está a cargo de Vicky Bonifaz, especialista en costura y originaria del barrio El Cerrillo en San Cristóbal, un lugar reconocido por su tradición en la costura.

En estas piezas innovadoras, la gama de colores es distinta, y Karla juega un papel importante en los comentarios sobre el producto final. Sin embargo, esta influencia se ejerce mediante un diálogo grupal y decisiones colectivas. Las metodologías empleadas no siguen necesariamente las normas tradicionales del diseño textil, lo que permite que los modelos y conocimientos comunitarios —basados en la resistencia y la transmisión cultural— se integren de manera orgánica en los procesos creativos liderados por las mujeres.

El mercado: Un reto del día a día

Realizar acciones que permitan a todas la oportunidad de difundir y dar a conocer tanto las técnicas tradicionales como, en algunos casos, técnicas más antiguas, innovando desde lo local y las comunidades.

Aunque siempre hay piezas disponibles para la compra, los modelos que comparten en sus redes sociales suelen entrar en producción, ya que la mayoría de las veces todo se realiza bajo pedido. Si bien una parte importante del proyecto es el aspecto comercial de los textiles, y ese movimiento contribuye a que la colectiva se mantenga autogestionada, el mercado comercial como tal no define el rumbo de sus decisiones futuras.

El mercado no nos dirige; somos nosotros quienes creamos nuestro propio mercado, y no únicamente a través de las piezas. Con el tiempo, hemos tejido una gran red: de consumidores conscientes que se ha construido mediante coloquios, eventos, investigaciones, colaboraciones y la participación de colegas y amigos con quienes hemos coincidido a lo largo de los años.

Consideramos fundamental ser escuchadas, compartir nuestra historia y aquello que tenemos que decir, más allá de simplemente comunicar un precio. Queremos dialogar para replicar prácticas justas, beneficiosas, respetuosas y horizontales, donde todas las voces, incluidas las de Malacate y nuestros clientes, sean escuchadas. Buscamos enseñar quiénes somos, sentir que hay apertura para escucharnos y, al mismo tiempo, mantenernos abiertas a otras posturas e ideas, aprendiendo de ellas.

Alianzas que suman

Como colectiva, un proyecto como Malacate lleva las colaboraciones intrínsecamente ligadas a sus principios de colectividad, empatía, intercambio de saberes y redes de apoyo mutuo. A lo largo de los años, las colaboraciones han abarcado desde la creación de lienzos textiles para diversos proyectos, una línea de suéteres en conjunto con mujeres tejedoras de Chile, libretas ilustradas, la producción de las blusas Xelak’uul de Zinacantán para Carmen Rion —con colorimetría diseñada por ella misma—, hasta una capa-capullo de lana también desarrollada para la diseñadora, entre otras iniciativas.

Sin embargo, las colaboraciones de Malacate no se limitan al producto final o al ejercicio de técnicas textiles y sus infinitas posibilidades. Estas asociaciones también han generado una serie de entramados que, desde la academia, se consolidan como acercamientos al estudio textil, el diseño colaborativo, la antropología, el arte e, incluso, políticas legales relacionadas con la defensoría de la propiedad intelectual de los pueblos originarios.

Los procesos que se llevan a cabo para las colaboraciones incluyen una entrevista previa en la que se conversa sobre el proyecto, sus alcances y los impactos que tendrá en la vida real de todas las participantes. Como condición fundamental, se establece respetar las formas de trabajo de las mujeres, sus tiempos y procesos, garantizar pagos justos y otorgar el debido crédito a cada mujer, comunidad y técnica involucrada, así como a la colectiva en general.

Biblioteca Textil

Hace más de 7 años la antropóloga Karla Pérez Cánovas, ha reunidos diferentes libros, libro objetos, tesis y trabajos que se han realizado con tejedoras y bordadoras de la Región Altos de Chiapas, de alumnas que han realizado la tesis con la colectiva e investigadores. Todos los ejemplares están relacionados con la práctica textil de la región y diversas geografías.

“Temas en torno a las mujeres y sus vidas, problemáticas sociales y literatura de Abya Yala”- Malacate

Su función principal es acercar las diversas visiones a la comunidad de compañeras tejedoras y bordadoras, también a público en general. Es así que esta biblioteca textil es un aporte desde la autonomía y la autogestión.

Proyecto de vida

Para Karla, como antropóloga y etnóloga, llevar la investigación a la acción es un proceso indispensable en su disciplina. Para todas las compañeras de Malacate, tejer, bordar y transmitir sus conocimientos forma parte tanto de su ejercicio colectivo como individual. Encontrar un binomio como este —que se ha fortalecido como un espacio de respeto y dignificación— no resulta tan difícil cuando se toma como ejemplo e inspiración a Malacate y la vida misma de sus compañeras.

Aproximarse a sus formas de trabajo, donde todas son consideradas iguales, permite transitar un camino de aprendizajes compartidos y trabajar en la disolución de ideas esencialistas, asistencialistas y prejuicios. Sin duda, este enfoque constituye uno de los pilares más sólidos de la colectiva y un admirable ejercicio de tejido social.

Hacer visible, lo que no es visible, lo que se esconde detrás de cada prenda es escucharnos, decirnos para poder entendernos. Todas somos diversas y en esa diversidad podemos empatizarnos.

Es, además, un proyecto de vida, porque a través de esta colectiva la dignificación del trabajo adquiere no solo un lenguaje de resistencia, sino que también reivindica las posibilidades y capacidades con las que las mujeres asumen la responsabilidad dentro y fuera de los procesos del quehacer textil. Esto se desarrolla en un continuo intercambio de experiencias, en el que todas aportan y, poco a poco, se involucran en la logística tanto interna como externa. Todas saben qué se hace, cómo se hace y el esfuerzo que implica cada paso.

Hablar de la dignificación de todas las partes significa reconocerse verdaderamente de manera horizontal, viéndose como mujeres iguales, sin colocar a nadie en una posición de desventaja.

Darle peso y valor a mi trabajo me costó años, pero me siento muy orgullosa de poder trabajar y vivir de lo que amo y a la vez ser consciente y sabedora que es un beneficio que no es solamente mío.

Malacate es una colectiva a la que puedes acercarte para adquirir textiles o para conocer investigaciones sobre el quehacer textil en Chiapas. Es un espacio para dialogar, compartir, escuchar y vincularse; una red cálida, honesta y transparente donde todas tienen un lugar, todas aportan y todas sus historias son importantes.

Se habla desde las mujeres, porque son ellas quienes conforman y dan vida a la colectiva. Sin embargo, no es una red exclusiva, sino lo suficientemente inclusiva como para invitarte a habitarte de manera consciente y a reconocer en los demás aquello que es común, diverso y capaz de generar autodescubrimiento.

Nota originalmente publicada en junio del 2021 por Helena Rojas.


Fecha de Publicación:
Lunes 9/12 2024