

UNA PROPUESTA DISEÑADA POR EL COLECTIVO C733 QUE RESPIRA CON EL VIENTO Y ACTÚA FRENTE AL CAMBIO CLIMÁTICO
En la explanada de la École Nationale Supérieure d’Architecture de Versailles, una estructura liviana, casi flotante, se posa sin imponerse. Atrapaviento —diseñado por el Colectivo C733: Gabriela Carrillo, José Amozurrutia y Carlos Facio (TO), Eric Valdez (Labg) e Israel Espin— representa la participación de México en la Bienal de Arquitectura y Paisaje de la Región Île-de-France 2025, curada por Philippe Rahm y Sana Frini, bajo el tema “4° Celsius entre toi et moi”.
La bienal parte de una pregunta urgente: ¿cómo responder desde la arquitectura al aumento de la temperatura en nuestro planeta? Su título alude no sólo al incremento crítico de temperatura, sino a la distancia —física, afectiva, ecológica— entre cuerpos, hábitats y condiciones climáticas. En este contexto, Atrapaviento no propone una solución tecnológica ni monumental, sino una respuesta situada: una arquitectura que enfría, que se repliega y que observa.
El pabellón como gesto reversible
La idea del pabellón como una estructura reversible, proviene del latín papilio: mariposa en francés. En consecuencia, la estructura —ligera y modular— se posa con delicadeza en catorce puntos del patio de Trianon y está diseñada para desmontarse por completo al finalizar la muestra.
Esta temporalidad implica una ética del habitar. Construir sin dejar huella, diseñar con la posibilidad de desaparecer, pensar en la arquitectura como acto momentáneo. En ese sentido, Atrapaviento plantea una forma de responder al cambio climático desde lo mínimo, lo transitorio, lo cuidadosamente pensado.
Chimeneas solares: enfriar con calor
En el centro del pabellón, seis chimeneas solares se elevan como estructuras livianas pero activas. Sin maquinaria, sin consumo energético, operan mediante un sistema pasivo de convección térmica que transforma el calor del entorno en una brisa constante. Aquí, el sol se aprovecha.
El principio es sencillo y eficaz. Una superficie de vidrio en la parte superior de cada chimenea capta la radiación solar y la transfiere al interior, donde paredes de barro pintadas de negro, retienen el calor. La diferencia térmica entre esa cámara caliente y el aire exterior genera una corriente ascendente que succiona aire fresco desde la base. Gracias a rendijas perimetrales, ese aire circula hacia el interior del pabellón, refrescando el espacio donde las personas circulan y descansan.

Saberes vernáculos como respuesta
Esta solución no surge de la alta tecnología, sino del aprendizaje ancestral. Atrapaviento retoma el conocimiento incorporado en las palapas del sureste mexicano, con sus amplias superficies ventiladas, y en los badgirs persas, torres de viento utilizadas durante siglos para inducir corrientes de aire en construcciones de tierra.
El diálogo con la tradición se materializa en una estética sobria y funcional, donde los recursos contemporáneos no anulan los saberes previos, sino que los amplifican. En este cruce, el pabellón ofrece una síntesis entre lo ancestral y lo actual, lo intuitivo y lo técnico.
Instrumento experimental y pedagógico
Atrapaviento no sólo propone una atmósfera: también se plantea como herramienta de observación. En su interior, sensores de temperatura, humedad y flujo de viento medirán en tiempo real el comportamiento ambiental del espacio. Es un dispositivo experimental que se escucha a sí mismo.
Estos datos serán analizados en conjunto con el Laboratorio de Entornos Sostenibles de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, permitiendo no solo evaluar el desempeño del pabellón, sino generar aprendizajes replicables. La arquitectura, en este caso, no es sólo forma ni función, sino también conocimiento en construcción.

Materiales que cuentan una historia
La lógica técnica del proyecto está íntimamente ligada a sus materiales. Una estructura de acero reciclado y reciclable —patrocinada por Gerdau Corsa— sostiene las chimeneas, que están recubiertas de ladrillo de barro, un material que responde térmicamente y se funde cromáticamente con los muros históricos del patio de Trianon.
Sobre esa estructura se tensan mallasombra que protegen del sol y canalizan el viento. Desde su interior cuelgan columpios yucatecos tejidos por artesanas de la península maya, gracias a una colaboración con Makamah, un proyecto que promueve el trabajo artesanal, colectivo y justo. Cada componente del pabellón forma parte de una red de relaciones entre oficio, territorio y colaboración.
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Atrapaviento no es sólo un espacio para habitar, sino un cuerpo sensible que se activa con el clima, con las personas y con el paso del tiempo. Una arquitectura que respira, observa y, cuando todo ha pasado, se desarma. Como una mariposa que no deja rastro, pero sí una memoria.
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Texto: Sebastián Gaytán Hernández
Fotos: Cortesía
Fecha de Publicación:
Miércoles 11/06 2025
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