

EL BLANQUEAMIENTO ESTÉTICO REFUERZA LA IDEA DE QUE LXS ARTESANXS NECESITAN ADAPTARSE A LAS LÓGICAS HEGEMÓNICAS PARA SER VISTAS, RECONOCIDAS Y RECIBIR UN MEJOR PAGO
Hablamos mucho de creatividad y de que todxs somos creativxs, pues es una cualidad inherentemente humana. Partiendo de esto, hoy quiero compartir dos reflexiones sobre la importancia de visibilizar la creatividad en otros niveles, especialmente dentro de proyectos de colaboración entre artesanía y diseño/arte, para aportar a las conversaciones que nos permiten reconocer cómo el sistema nos arrastra a todxs.
Privatización creativa, artesania y diseño
Una de las herencias impuestas por el sistema colonial/moderno que ha permeado hasta nuestros días es la separación y categorización del trabajo. Las tareas intelectuales —donde se incluye la creatividad— se consideran superiores y han sido históricamente asignadas a personas de piel blanca, preferentemente hombres. En cambio, las actividades que implican hacer, que se realizan con el cuerpo, fueron relegadas a personas no blancas y, casi siempre, mujeres.
Así, poco a poco, en nuestro inconsciente colectivo, la creatividad se ha privatizado como un “superpoder” de unos cuantxs, reconocido solo en ciertos formatos y expresiones ligadas al arte y al diseño.
En los espacios de creación conjunta entre artistas o diseñadores y el gremio artesanal, podemos observar esta privatización creativa cuando la idea de la obra o producto es generada por el/la diseñadorx o artistx, mientras que la producción se deja —literalmente— en manos del/la artesanx. Esto refuerza la noción de que lxs diseñadorxs y/o artistxs crean, diseñan, generan ideas, mientras que lxs artesanxs se limitan a hacer y producir.
Aunado a esto, se ha vuelto común colocar el nombre de la artesana productora en la etiqueta del producto final como forma de reconocimiento. Sin embargo, esta acción sigue abonando a la narrativa de que la artesana solo está a cargo de la elaboración manual del objeto, invisibilizando toda la creatividad que implica ese proceso productivo.
Elaborar una pieza artesanal, no implica solamente hacer con el cuerpo. Resultan muchos procesos de innovación, creación, diseño de herramientas, resolución de problemas técnicos y productivos que las artesanas desarrollan de manera natural, sin metodologías ni sistematización. No hay que olvidar que muchas de las artesanas (aquí puedes enterarte que la mayoría somos mujeres) abandonan la escuela a temprana edad, para dedicarse y aprender el oficio artesanal de su familia y que estos oficios (en su mayoría textiles) implican técnicas y procesos donde se involucran conocimientos de geometría, aritmética y algunas cuentas complejas para tender la trama y la urdimbre.
Lxs artesanxs crean y son creativxs, pero su proceso es distinto. Las ideas surgen de manera continua, en un solo flujo donde las etapas no están claramente delimitadas ni diferenciadas. Las ideas nacen en su mente y son capaces de traducirlas, reproducirlas y llevarlas a la práctica directamente desde su cabeza hasta el material, de forma paralela.
Blanqueamiento estético: invisibilizando otras creatividades
Por otro lado, es bien sabido que una de las prácticas más comunes que lxs diseñadorxs realizamos —sobre todo al inicio de nuestras colaboraciones con artesanas— es el blanqueamiento estético de las piezas que ellas ya crean por su cuenta. Modificamos colores, siluetas de la indumentaria, elementos ornamentales, materiales y acabados.
Esto puede entenderse, en parte, como una estrategia necesaria, ya que los productos suelen estar orientados a un mercado del Norte global que puede pagar mejores precios. En ese contexto, la participación de unx diseñadorx parece pertinente: se le asigna el rol de traductorx y puente hacia un mundo que lxs artesanxs aún no conocen. Durante muchos años, esta práctica ha sido celebrada por lxs clientes como la manera en que las artesanas han “estilizado”, “mejorado” o “pulido” sus productos.
Sin embargo, el problema no radica únicamente en el cambio de colores o de siluetas, sino en cómo, a través de este proceso, se niegan, se ignoran y se invisibilizan los procesos creativos y las propuestas estéticas que lxs artesanxs ya realizan o son perfectamente capaces de realizar por cuenta propia.
El blanqueamiento estético refuerza la idea de que lxs artesanxs necesitan adaptarse a las lógicas hegemónicas para ser vistas, reconocidas y recibir un mejor pago. Se asume que, si los productos son elaborados por su cuenta, no se venderán ni serán valorados por el mercado global, pues no responden a los cánones estéticos ni a las tendencias euroamericanas.
Esto perpetúa la imagen de la indigeneidad como algo primitivo, atrasado, tradicional y estático. Sin embargo, lxs artesanxs están constantemente creando y transformando sus propuestas, utilizando referencias propias, inspiradas en su gusto personal y en elementos cercanos de su entorno vital, como la naturaleza o su cosmovisión local.
La investigadora Diana Albarrán resalta que, mientras los proyectos sigan destinados a satisfacer las expectativas del mercado del Norte global, aumentan las probabilidades de incurrir en estas prácticas ligadas al diseño hegemónico. La presión de crear productos únicos, auténticos y comercialmente viables se vuelve indispensable para la sostenibilidad económica de los proyectos y, por tanto, de quienes participan en ellos.
Finalmente, como dice Vanessa Rosales, el arte y el diseño muestran las heridas de la modernidad, pero también pueden ser espacios de sanación. Desde aquí, hago un llamado a desvincularnos de las estéticas hegemónicas —ya seas artistx, diseñadorx o consumidorx— y abrirnos a la posibilidad de reconocer la belleza genuina de las creaciones que las artesanas desarrollan por cuenta propia. Solo así podremos ampliar las formas y manifestaciones de creatividad que exploramos y valoramos colectivamente.
Colaboración con Alejandra Villegas Martínez
Compartir artículo
Texto: Alejandra Villegas Martínez
Fotos: Centro de Diseño de Oaxaca
Fecha de Publicación:
Lunes 14/04 2025
if( have_rows('efn-photos') ) { ?>