

ITURBIDE HA DICHO QUE SU FOTOGRAFÍA NO BUSCA RESPUESTAS, QUE MÁS BIEN LE PLANTEA PREGUNTAS. Y TAL VEZ AHÍ ESTÁ SU PODER: EN NO QUERER EXPLICARLO TODO. EN SEGUIR VIENDO, EN SEGUIR DUDANDO, EN SEGUIR CAMINANDO CON SU CÁMARA COMO QUIEN LLEVA UNA BRÚJULA ROTA, PERO CON MUCHO MÁS SENTIDO QUE GOOGLE MAPS
Graciela Iturbide no está aquí para que la llamen leyenda. Está para mirar. Para caminar con su cámara, colarse entre rituales, silencios, sombras, para darle sentido a lo invisible. Y aunque eso de los premios a veces suena lejano, como si fueran sólo para gente con bustos en museos, esta vez uno se coló en su camino: el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2024.
Sí, ese premio que suena a castillo, trono y ceremonia europea, pero que en realidad reconoce a personas del arte, la ciencia o la cultura que están haciendo cosas brutales —en el mejor sentido— por cómo entendemos el mundo. Iturbide lo recibe como la primera fotógrafa latinoamericana en ganarlo, y con eso ya está diciendo mucho sin hablar.

Del duelo a lo sagrado: una mirada que no se detiene
Todo empezó con la muerte de su hija, una tragedia que Graciela canalizó convirtiendo la cámara en una especie de ritual personal. Estudió cine, sí, pero encontró en la fotografía su lenguaje real. Fue discípula de Manuel Álvarez Bravo, pero supo rápido que lo suyo no era repetir fórmulas.
¿Su estilo? Intenso, íntimo, sin adornos. Desde los seris en Sonora, hasta los rituales de Juchitán, pasando por los rastros del desierto en Estados Unidos, Graciela no fotografía desde afuera. Se queda, convive, observa. No “toma” fotos, las construye desde adentro. Le interesa lo simbólico, lo sagrado, lo que muchxs no ven.
Un premio europeo, pero una mirada muy del sur
El Premio Princesa de Asturias, aunque lleva nombre de realeza, es más bien un reconocimiento que pone foco en lo que transforma a través del arte. Se ha entregado a personajes como Martin Scorsese y ahora, una mujer mexicana que ha hecho de la cámara un puente entre mundos.
En palabras del jurado, Graciela “explora la complejidad del mestizaje cultural y la identidad latinoamericana”. Pero más allá del discurso institucional, lo interesante es cómo este premio también da un giro: mira al sur, a una fotógrafa que nunca ha perseguido reflectores.
Ni ícono, ni mito: una artista que sigue caminando
Graciela Iturbide ha dicho que su fotografía no busca respuestas, que más bien le plantea preguntas. Y tal vez ahí está su poder: en no querer explicarlo todo. En seguir viendo, en seguir dudando, en seguir caminando con su cámara como quien lleva una brújula rota, pero con mucho más sentido que Google Maps.
Premio o no, su obra seguirá hablándonos desde lo simbólico, lo ritual, lo que ocurre en los márgenes. Porque si algo nos recuerda este reconocimiento es que las miradas que incomodan o que no se acomodan, también son patrimonio del mundo.
Y Graciela, con todo y su bajo perfil, con su sensibilidad filosa, lo ha demostrado sin alzar la voz. Solo mirando.
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Texto: Redacción Coolhuntermx
Fotos: Graciela Iturbide
Fecha de Publicación:
Lunes 26/05 2025
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