LOS BALLS Y EL VOGUE COMO UN MOVIMIENTO CONTRACULTURAL QUE GENERA COMUNIDAD

¿Puede hablar el subalterno? – fue una pregunta que se hizo la teórica feminista postcolonial Gayatri Spivak en 1985, en la misma época donde mucha gente marika, travesti, cuir, racializada y negra se encontraban en la encrucijada de las fronteras del racismo, el supremacismo blanco  y la heterosexualidad como régimen político (M.Wittig). mientras combatían contra todo diagnóstico la pandemia global del VIH-SIDA gestionada por los Estados y gobernada por las farmacéuticas multinacionales que condenaban a la muerte aquellas vidas consideradas criminales, inviables, in-vivibles, desviadas, “enfermas” e improductivas dentro del capitalismo.

Esto no es un asunto del pasado, porque nosotrans somos esas vidas, que desbordadas y afueridades de la ciudadanía blanca cis – heterosexual y masculinista, nos seguimos reuniendo como lo hicieron nuestras pioneras, en el escena ballroom desde nuestras coordenadas prietas e indias, vogueando como acto de resistencia dentro de este mundo que por definición es un error y que siempre nos ha querido muertas. 

En un momento político de álgida polarización donde la existencia de las vidas de la disidencia sexual se encuentran constantemente en riesgo, los balls y el vogue han sido herramientas de salvación y espacios de colectividad, comunidad y resistencia, donde el hacer manada y construir redes de apoyo han sido estrategias entrenamiento para que nuestros cuerpos soporten el látigo del odio, la transfobia y el régimen racista que opera en todas las dimensiones de esta sociedad heterosexual.

Con ese llamado, el pasado 1ro de diciembre Día Mundial de la lucha contra el SIDA” pandemia global que ha cobrado la vida de 36,3 millones de personas desde el comienzo de la epidemia, se organizó el IntransmisiBall, como un espacio de celebración de nuestras vidas, que a pesar de ser constantemente definidas como no valiosas y enfermas, nos reunimos para celebrarnos, abrazarnos y negarnos a morir en silencio. 

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Para nosotras “las desviadas”, los balls y el vogue es una contracultura que nos permite hacer comunidad, literalmente a pesar de haber sido definidas como las inviables a existir, nos reunimos a bailar, a posar, a caminar y a soñar con horizontes posibles donde nuestras vidas son legítimas e importantes, no soñamos con ser blancas, soñamos con un mundo donde el racismo y la heterosexualidad como norma sea una imposibilidad. Creemos que el futuro es ahora y que la resistencia la soportamos en nuestra carne negra, india, trans y marika.

Contra toda lectura de la cis-blanquitud, nosotras las que hemos sido llamadas las calibanas del mundo, encontramos en la pose un acto de rebeldía que desafía las instituciones hegemónicas que orgnizan el mundo, resistimos contra esa familia hetero-blanca, contra esa escuela hetero-disciplinante, contra esa glesia condenadora, contra esa clínica patoligizante y contra  ese Estado colonial y racista, que siempre nos ha ubicado con las fronteras de sus naciones. 

El IntransmisiBall, celebrado el pasado 4 de diciembre, fue espacio descolonial que dió cuenta de nuestra propia escena en México, una escena racializada, que a pesar de seguir la tradición de las pioneras, estuvo marcado por la cumbia y el perrero como acto de desobediencia a las normas que dictan nuestras poses y caminar, recordando que el ballroom es una no-cultura que da la oportunidad de tener espacio dónde nosotrans, las pájaras, jotas, marikas y trans racializadas de este mundo que no nos quiere, resistimos desde la alegría radical, el baile y la pose, construyendo de manera colectiva espacios otros no hegemónicos,  donde como SUBALTERNAS si podemos hablar, caminar y EXISTIR. 

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El Intransmisiball fue realizado en el marco del Inspirafest, este es una serie de eventos que buscan sensibilizar a la población sobre la experiencia de vivir con VIH y promover una cultura de la no discriminación y anti-serofobia.


Fecha de Publicación:
Martes 28/12 2021