LO ESENCIAL DE LOS DOS FILMES AUTOBIOGRÁFICOS DE JODOROWSKY, “LA DANZA DE LA REALIDAD” Y SU SECUELA “POESÍA SIN FIN”, ES LA BÚSQUEDA DEL SENTIDO DE SU VIDA. EL PRESENTE TIENE UNA INTENSIDAD QUE SUMADA A LA JUVENTUD LO HACEN MUY DIFÍCIL DE DESCIFRAR, QUÉ OPORTUNO SERÍA SI VINIERA NUESTRO YO ADULTO A AYUDARNOS CUANDO LO NECESITÁRAMOS.

En esta época, mucho del sentido de nuestra vida se define a partir del: ¿qué vas a estudiar? Se espera que alojados en una universidad estudiemos una carrera, para después ejercerla y que eso defina el resto de nuestros días. Esta constitución es tan definitiva que al egresar se le agrega un prefijo permanente al nombre que ya teníamos, y a partir de ese momento siempre precederá a nuestro nombre un Lic., Mtro., D.I., Ing., Dr. u otro, una sobreedificación a nuestra identidad a partir de la profesionalización.

Con esta personalidad ampliada salimos a la siguiente gran etapa que es la vida laboral y descubrimos, sin importar cual haya sido la institución, que lo que aprendimos no bastó y que no somos, no sabemos y no podemos, pese al título que tengamos. Y es entonces cuando cuestionamos a la escuela que nos formó, usualmente desde un lugar pasivo y victimista y no como participantes activos. Esto usualmente sucede años después de haber egresado, cuando ya se dispersó la neblina de aquel presente estudiantil. Pero en este caso, propongo que hagamos algo de magia jodovorskyana e invitemos a nuestro yo futuro a la universidad con nosotros.

Un yo más adulto que regresa a ver con el peso de la responsabilidad y la crisis de la subsistencia  nos mira evadiendo clases al ritmo de Spotify, llegando al límite de faltas o entregando trabajos mediocres, nos observa infantiles, caprichosos y distraídos. Un día, después de entregar ese último trabajo merecedor de un siete, nuestro yo nos mira con reproche y se acerca, no podemos evitarlo, nos reconocemos en esa mirada y en ese semblante casi igual al nuestro, pero más sensato.

Ese futuro que tenemos ahora presente nos explica, casi como un diálogo interno, de lo que nos estamos perdiendo. Que los estudios no son un pesar, sino un oasis, el desierto no es la escuela, el desierto está afuera. En ningún otro momento de tu vida vas a poder estar pasando de un aula a otra a descubrir olas de conocimiento, con la posibilidad de experimentar, preguntar y jugar, sin mayor repercusión que una baja calificación.

Un día tu vida profesional te exigirán que hagas una composición disruptiva en cartel y no sabrás hacerlo, porque ignoraste esa parte del curso. Otro día te pedirán que hagas una colección sustentable y ética, pero no sabrás hacerlo, porque el maestro que debía enseñar el tema era perezoso y tú creíste que esa ausencia era tu ganancia y no tu pérdida. Otro más querrás cobrar por tu trabajo y no sabrás como, porque no preguntaste a la fila de expertos que tenías por profesores en un espacio ideal para tomar de su experiencia. Ahora como profesional hay un celo de esa información privilegiada, pero en la educación la apertura esta implícita aún más allá del contenido de las materias y no lo supiste aprovechar.

Tu yo adulto te muestra una a una las situaciones en las que por no tomar lo que se te estaba dando, replicar cuando había una falta o preguntar más allá de lo evidente, perdiste lo que luego te costaría mucho ganar, otras veces sería una pérdida irreparable. Te formaste incompleto, débil y deficiente, lo que tú creías era la danza de tu realidad, era falsa, porque no estabas bailando al compás ni aprendiendo los pasos, y como la mayoría de tus compañeros eran así, tú te dejaste llevar por otra música, que en realidad resultó ser ruido distractor y complaciente solo en el momento.

La universidad te hablaba de su importancia, pero no te insistió, entraste a ella como mayor de edad y asumirte responsable es la única manera en la que puede funcionar la educación superior, los años de guardería ya estaban muy lejos. Lo que podía haber sido un armónico y poderoso concierto, acabó en un timbal disonante y pobre; alojaste maestros deficientes, no aprovechaste a los apasionados y no advertiste que estabas en una incubadora de la vida que pedía tu participación.

Miras perplejo a tu yo adulto, él te dice que nada ha vuelto a ser tan fácil como en esa época y que nunca volviste a tener tanto tiempo solo para dedicarte a aprender y estudiar, que resultó ser más importante de lo que pensabas en esa época y que ser ignorante o ineficaz no es cool, solo es vergonzoso.

Tu yo te deja, esperando que cambies su destino ahora que todavía puedes. Tienes aún el celular en la mano y dudas si ver redes sociales o ponerlo en modo avión, si entrar a la clase o irte como ya lo tenías pensado. Pasa frente a ti y te saluda uno de los pocos maestros a los que aún respetas y entonces, decides…

***

Maestra en Mercadotecnia por la Universidad de la Comunicación y Licenciada en Diseño por la Escuela de Diseño del INBA. Es docente en la universidad de moda Jannette Klein con las materias de Manufactura y Fundamentos Textiles. Experta en fabricación de ropa y gestión de producción desde hace 12 años, fue co-fundadora de Fashion Marketing Solutions y Sur 77, y fundadora del proyecto FAB de construcción de marcas de moda.

Hace naming gratuito desde hace años por el sólo gusto de nombrar a las cosas, en este caso, de nombrar a las marcas; y escribe reflexiones y crítica del sistema moda en distintos medios digitales.

 

 



  • FOTOS: Cortesía / Coolhuntermx

  • TEXTO: Ileana Jalil Kentros

Fecha de Publicación:
Jueves 31/05 2018