AUNQUE CADA VEZ MENOS FRECUENTES DENTRO DE LA CIUDAD DE MÉXICO, LAS “BARDAS SONIDERAS” FORMAN PARTE DEL PAISAJE DE PRÁCTICAMENTE TODO EL PAÍS.
Brillantes nombres de bandas y agrupaciones en estilizadas letras se complementan con trazos rápidos en negro señalando el salón, terreno o lugar en donde es la cita.
Los sonideros son bailes de carácter popular de música del género homónimo, aunque veces conviven varias bandas que no necesariamente.
La popularización de este género y formato de fiesta que se apropia del espacio público un tanto improvisado y espontáneo fue en la década de 1970; de ahí su cercanía formal y experimentación tipográfica, a veces haciendo alusión a diseños psicodélicos pero más bien referenciando al arte de los álbumes del Heavy Metal de mediados de esa década, aderezado de la riqueza tipográfica muy característica del rotulismo popular mexicano.
El rotulismo del sonidero funciona a partir de una operación rápida y fácil de comprender, se tiene que leer de manera casi inmediata ya que los letreros se pintan en muros en vías rápidas, carreteras y avenidas, son de gran formato para poder ser apreciados desde la distancia y el mismo logo de la banda –muchas veces reinterpretado y modificado por el estilo propio del “bardero”¹ – se anuncia de manera repetitiva e individual, varias veces en la misma barda. Este rotulismo sonidero tiene otra característica, se trata de murales efímeros que son constantemente renovados, un sonidero después de otro tendrá que ser anunciado nuevamente en las mismas bardas².
Aunque con sus características intrínsecas, el estilo bardero es consecuencia del diseño gráfico a menor escala: invitaciones, portadas de discos, volantes, etc. y pasado por la mano artesanal del rotulista se ha creado un lenguaje inconfundible mexicano. Así mismo la estética sonidera bebe mucho de la gráfica popular de otro tipo de espectáculos: las luchas, letreros de impresión masiva y barata que por sus pocos recursos gráficos emplean el mayor número de tipografías y una gran variedad de tamaños para dar dinamismo a los carteles.
Curioso es ver cómo se ha conservado este característico estilo, un tanto anacrónico en la experimentación tipográfica como en la paleta cromática, así como la misma técnica del rotulismo artesanal y de factura directa.
¹ Bardero es la forma en la que se autodenominan los rotulistas de este género, que colaboran de cerca con los organizadores de los sonideros y que a veces, rivalizan entre sí para ganarse las mejores bardas, se trata de toda una industria detrás de la publicidad del sonidero.
² Hay que mencionar que los murales barderos no son anónimos, cada rotulista los firma y a veces se le acompaña con su número telefónico, así, el bardero también se está publicitando a sí mismo y ofreciendo sus servicios.
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