LAS REPRESENTACIONES DE BLACKFACE EN LA CULTURA POPULAR CARICATURIZAN A LAS PERSONAS NEGRAS.

El diccionario Merriam-Webster define el Blackface como “El maquillaje oscuro utilizado (por un ejecutante en una presentación como juglar) para hacer caricatura de la apariencia de una persona negra”. Esta práctica no se limita al oscurecimiento de la piel con pintura, sino que es una forma de “estilizar el cuerpo que implica…la exageración de labios, cabello y características fenotípicas que son asociadas con las personas de ascendencia africana”.

Origen

Si bien las obras y caricaturas más representativas son las de la época de vaudeville en Estados Unidos durante el siglo XIX, esta práctica tiene su origen cientos de años antes en Europa, con las primeras representaciones de esta naturaleza datando incluso desde el siglo X. 

El dandy con la cara oscurecida con pintura era un personaje cómicamente inconsciente de su propia vanidad u otros defectos en su personalidad. (1) El blackface era utilizado por la tradición cristiana como “lección” contra la vanidad, bajo la lógica que el oscurecimiento de la piel y el parecer “un moro” o “etíope” (es decir, árabe y/o africano) era un castigo por este tipo de acciones y actitudes. Asimismo, otras obras  inglesas del siglo XVII mostraban a los actores representando a personajes que eran una fusión de “moros”, tontos y monos — sugiriendo que tanto las personas árabes/africanas como los monos imitaban pobremente a la humanidad. En otras palabras, para los europeos de esta época, “los moros” no eran humanos siquiera (2).

Posteriormente, estas formas teatrales se expandieron por el continente americano gracias a las diversas invasiones y conquistas. Además las poblaciones negras se volvieron gran parte de la población americana, como la fuerza de trabajo esclavizada en las colonias del Nuevo Mundo.

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 De esta manera, gradualmente se fue construyendo la negritud tanto como una marca de fealdad y como señal de vanidad. Aquí es importante hablar de quién es el dandy; se trata de un hombre que “se distingue por su extremada elegancia y buenos modales”. Cabe destacar que el estereotipo del dandy negro precedió a cualquier supuesta realidad social, es decir, este personaje no era una burla de lo que ya existía en gran medida en la sociedad, sino una evolución del personaje heredado de tradiciones anteriores de blackface. La lógica tras estas fantasías creadas por los esclavizadores era mostrar la elegancia y el lujo en los cuerpos negros como algo irreal y absurdo. 

En Estados Unidos nació Jim Crow, uno de los personajes que portaba blackface más reconocidos. Creado por T.D. Rice durante el siglo XIX como una supuesta representación “cuidadosamente estudiada en la vida real”, y que sus actuaciones “mostraban la naturaleza como en un espejo”. Por ello, de ser representaciones que hacían alusión y burla a ciertas actitudes y mostrando a los cuerpos de color como “castigos”, el blackface comenzó a ser percibido por el público blanco al que iba dirigido como una recreación de la realidad. En otras palabras, no creían estarse riendo de las invenciones de los actores en escena, sino de las imitaciones que estos hacían de las personas negras en la realidad.

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Es por ello que si bien, desde su origen, estas actuaciones transmitían ideas racistas sobre las personas negras y/o árabes para los europeos, conforme se expandieron por América adquirieron un carácter que afirmaba la supuesta inferioridad y estupidez de dichos sujetos. En la actualidad el blackface se ha tornado una práctica global, trascendiendo los espacios que habitó en su origen, presente en diversos contextos culturales e incluso digitales.

Si bien las representaciones más estudiadas y conocidas del blackface ocurren en el contexto estadounidense, es importante concebir este fenómeno en un paradigma hemisférico, ya que América es un espacio en el que se crean significados. El hecho que en la región existan “experiencias compartidas de conquista, genocidio nativo, colonialismo, esclavitud, guerras de independencia, formación de naciones, historias de migración y desterritorialización” ha determinado la pauta que informa y crea tradiciones representativas.

Blackface en México

Si bien en distintos países latinoamericanos existe el blackface en ciertas fiestas y tradiciones populares, por ahora sólo hablaremos sobre esta caricaturización en México — para comenzar a desmantelar las formas de humor en torno a esta actuación. Me centraré en dos casos particulares: el personaje representado por Héctor Suárez conocido como “el negro Tomás” y el protagonista de la serie de cómics “Memín Pinguín”.

En el primer caso, está el negro Tomás, un personaje representado por Héctor Suárez en el programa ¿Qué nos pasa? transmitido entre 1986 y 1987. Este personaje era un niño cubano de la costa que convive con su tía — contándole adivinanzas de doble sentido por las que ella lo regaña y pega, todas las escenas terminan en la mujer disculpándose por “su mente cochambrosa de negra” ya que las respuestas de las adivinanzas resultan ser cosas sin connotación sexual.

Suárez y los actores con quien comparte escena (puesto que quienes desempeñan el rol de la tía muchas veces son hombres) usan pelucas que imitan el cabello afro, se oscurecen la piel con maquillaje y utilizan prótesis que exageran el tamaño de sus labios y nariz. El personaje de Tomás incluso camina y se rasca la cabeza como si fuera un simio, habla con el acento estereotípico de la costa y parte del “chiste” es su inocencia — ¿o más bien, su estupidez? 

Memín

Por otra parte, está la representación de Memín Pinguín, personaje principal de la historieta cómica del mismo nombre, creado por Yolanda Vargas Dulché en 1943. Memín es representado como “negro pero de buen corazón” y a pesar de los constantes comentarios racistas que recibe por parte de sus “amigos”, siempre los toma de buena manera y permite ser la mofa de los demás. El hecho que haya sido concebido y dibujado por una persona blanca, hace que el personaje sea parte de las representaciones de blackface, aunque él sea negro. Se exageran todas sus facciones; su piel es muy oscura, sus orejas, ojos y labios son muy grandes y también se muestra como un “bobo”.

Por el contrario, todos los demás personajes de la historieta son dibujados con facciones “normales”, ya que en efecto, ellos son lo “normal” y es Memín quien es un “otro”, el exótico, el negro, como se le reitera una y otra vez. Asimismo, Eufrosina, su madre, es el estereotipo de la mujer negra conocida como “mammy” — cuyo único propósito en la vida es el de ser trabajadora doméstica. Son los únicos personajes afrodescendientes de la historieta y son la burla de los demás personajes, de los blancos que les rodean.

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Es increíble ver cómo las representaciones caricaturizadas de las personas negras no sólo han permanecido en escena a lo largo de cientos de años, sino que han mantenido el tinte peyorativo y burlón hacia estas poblaciones — el negro Tomás es el mismo personaje que los que aparecían en el siglo XVI como seres monstruosos, como simios sub-humanos. Por ello, es importante cuestionar los personajes negros que son creados y puestos en escena por personas blancas, ya que han continuado con una tradición violenta y deshumanízate que nos retrata como salvajes y el objeto de las burlas del colectivo. ¿De qué personajes negros nos hemos reído? ¿Por qué nos han hecho reír?

Por último, con el auge de las redes sociales el blackface ha recobrado popularidad, ahora con un tinte de “solidaridad” u “homenaje” — por ejemplo, mujeres  blancas maquillándose de esta forma para “demostrar su habilidad”. A raíz de las protestas de Black Lives Matter en Estados Unidos, varios usuarios subieron fotos en blackface o poniéndose pintura negra en la cara aludiendo a una supuesta solidaridad.

Esto no sólo demuestra la nula capacidad de empatía, ya que tienen que imaginarse a sí mismas como personas negras para apoyar el movimiento, sino que además muestra que las iniciativas o apoyo a movimientos sociales pueden estar bien intencionados, pero si parten de la ignorancia y la performatividad terminan haciendo más daño que ayuda. El antirracismo se ha convertido en una tendencia, en demostrar que somos tan woke como quienes nos rodean, en lugar de escuchar con atención y empatía a las personas racializadas antirracistas. El antirracismo no se trata de protagonismos, sino de la organización y lucha colectiva, y sólo a través de esto es que podremos dejar atrás representaciones violentas de nuestras corporalidades.

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Jumko Ogata Aguilar es escritora afrojaponesa y chicana originaria de Veracruz. Está haciendo su tesis de licenciatura en el Colegio de Estudios Latinoamericanos de la UNAM. Escribe ficción, ensayo y crítica de cine y ha sido publicada en la Universidad Veracruzana, Vogue México y el British Council de México. Sus temas de interés son la identidad, racialización y racismo en México. Síguela en Instagram y Twitter.

Fuente:
(1),(2) Robert Hornback, Racism and Early Blackface Comic Traditions. From the Old World to the New, Palgrave Macmillan, Oglethorpe University, Atlanta, 2018.


  • TEXTO: Jumko Ogata

Fecha de Publicación:
Martes 14/07 2020