LA DIVERSIDAD DE LA COMUNIDAD LGBTQ

En honor al reconocimiento de junio como el mes del orgullo de la comunidad LGBTQ+, la revista Elle en México decidió hacer un juego de palabras con la edición del mes y pensarlo como el pronombre de género neutro “elle”; mostrando a varias modelos y personajes importantes de la comunidad junto con sus pronombres, en un esfuerzo por mostrar la diversidad de la comunidad disidente.

Si bien fue una iniciativa interesante, lo más evidente era que las personas más visibles eran blancas. Pareciera que para les editores de la revista, la orientación sexual no heterosexual o la identidad de género distinta a la cisgénero son la cúspide de la diversidad. Por esto es fundamental recordar que los sistemas de opresión no funcionan por separado, y sobre todo, que vivir una forma de opresión no significa que no podemos ser opresores de otras comunidades históricamente violentadas. En el caso del movimiento LGBTQ+, solemos tomar como referente lo ocurrido en Estados Unidos durante los disturbios de Stonewall como parte de la genealogía de liberación colectiva. 

¿Pero qué pasa con los movimientos en nuestros contextos locales?

Asimismo, si bien estos movimientos surgieron con claras intenciones políticas contra la criminalización de personas trans y homosexuales, las grandes marcas se han apropiado de las marchas y visibilidad durante junio en un gran esfuerzo de pinkwashing. Ahora se popularizan discusiones en redes sociales sobre si es válido mostrar ser parte de una comunidad de kink en las marchas de orgullo, y argumentos en torno a la “respetabilidad” que debe ser mostrada por las personas que marchan.

Por lo general hombres cisgénero gay son quienes están al frente de estas propuestas, sosteniendo que ser “extravagante” hace ver ridículas a las personas y hace que la comunidad pierda respeto ante quienes no pertenecen a la comunidad. Este tipo de posturas busca que les miembres de la comunidad se asimilen a la heteronormatividad; “haz lo que quieras pero con discreción”, “no seas tan obvia”. Este tipo de discursos ilustra lo complejo que es hablar de opresión.

En el caso de los hombres cisgénero gay blancos, han sido las personas más visibles en el movimiento por ser hombres, por su racialización y porque a excepción de su orientación sexual se benefician de los demás sistemas de opresión. Luego entonces, tienen el foco de la atención pública por su privilegio, siendo los líderes de la mayoría de las organizaciones no gubernamentales que luchan por derechos de la comunidad y quienes reciben más atención de los medios de comunicación masivos.

***

Si ellos no se preocupan activamente por escuchar a las demás personas dentro de la comunidad, corren el riesgo de reproducir violencia hacia les demás, en lugar de utilizar los privilegios que tienen para redistribuir recursos y atención a quienes se enfrentan a estructuras complejas de opresión. No es coincidencia que a pesar que la organización de Stonewall fue liderada por mujeres trans negras, en la película que crearon en torno al evento presentan a un hombre cisgénero blanco gay como la persona que inició los disturbios. En el contexto mexicano, si bien el Movimiento de Liberación Homosexual se organizó por primera vez como contingente en la marcha del 2 de octubre de 1978, las películas en torno a la comunidad continúan centrando las narrativas de asimilación y no las de liberación.

Prueba de ello es la película del baile de los 41, estrenada en noviembre de 2020, que habla sobre los hombres gay burgueses que fueron arrestados durante el porfiriato. En las representaciones cinematográficas sobre los movimientos lésbicos en México tampoco existe gran diversidad, pues uno de los documentales con mayor difusión es sobre Yan María Yaoyólotl, una activista lesbofeminista trans-odiante y racista.

Esto no significa que no existan producciones hechas por y sobre personas diversas de la comunidad, sino recalcar el hecho que no reciben la misma cantidad de fondos para su producción, ni acceso a las mismas redes de distribución y exhibición. De esta manera, las nuevas generaciones que forman parte de la disidencia disponen de pocas (o nulas) representaciones de sus formas específicas de encarnar la diversidad sexual y de género. Y así, una comunidad que en el discurso de enorgullece de incluir y respetar la diversidad permite y fomenta la reproducción de violencia sistémica en contra de gran parte de la comunidad. 

***

El mes del orgullo puede ser mucho más que sólo comprar todo lo que podamos que tenga un arcoíris, es una oportunidad para conmemorar las luchas de las generaciones que nos antecedieron — de las comunidades que se organizaron en busca del bien de todes, en especial de las personas trans que estuvieron al frente de muchos de estos movimientos.

Es fundamental reconocer y escuchar las experiencias diversas de quienes forman parte de la comunidad para crear estrategias de apoyo mutuo que puedan hacer frente a la ola recalcitrante de violencia por parte de grupos ultraconservadores en México.

Entender la historia de los movimientos que han luchado contra la opresión es parte importante de las conmemoraciones en el mes del orgullo; si no, ¿qué clase de orgullo es aquel que perpetúa la violencia patriarcal? ¿el que excluye a las personas trans? ¿el que exige respetabilidad de la comunidad para el beneficio de unos pocos? ¿o el que históricamente ha hecho que las marchas sean inaccesibles para muchas personas neurodivergentes o que viven con alguna discapacidad?

El orgullo está construido por las redes comunitarias tejidas entre les miembres de la disidencia y de nosotres depende sostener estos vínculos basándolos en el cuidado y apoyo mutuos, la responsabilidad afectiva y el esfuerzo por buscar la liberación colectiva, no la asimilación de algunos individuos.


Fecha de Publicación:
Miércoles 16/06 2021