JORGE PEDRO URIBE, CRONISTA DE LA CIUDAD, NOS DA PISTAS DE CÓMO SE CELEBRA JÁNUCA EN LA CIUDAD DE MÉXICO; LATKES INCLUÍDOS.

En algunas ciudades de Estados Unidos y Canadá se ha vuelto común que el veinticuatro de diciembre los restaurantes chinos se llenen de comensales judíos. Es casi una tradición que el año pasado, sin embargo, no pudo cumplirse del todo por haber coincidido la primera noche de Janucá con la Nochebuena. Como el lector seguro sabe, el calendario hebreo es parcialmente lunar, lo que provoca que el veinticinco de Kislev caiga cada vez en distintas fechas, y de hecho este 2017 converge con el día de la Virgen de Guadalupe. ¿Cómo conmemoran los mexicanos judíos tan alegre ocasión cuya historia de independencia y libertad alcanza el siglo II antes de la Era Común? A continuación algunas pistas.

Debemos admitir que nuestra pregunta resulta tramposa, pues no puede hablarse de los mexicanos judíos como si se tratara de un solo bloque con un mismo comportamiento. Los de ascendencia del centro y el este de Europa es bien conocido que practican diferentes tradiciones a las sirias o sefardíes, y mejor ni complicarnos la vida reparando en las diferencias entre ortodoxos, conservadores y reformistas. La propia palabra judío ya implica diversidad y adaptación, y estos son sus músculos más fuertes, ejercitados durante casi dos milenios de diáspora. No obstante sí están todos de acuerdo con lo esencial: en Janucá se desempolva la janukiyá (candelabro parecido a la menorá, aunque con dos brazos extras) de la casa o sinagoga para prender una vela diario, durante una semana, al ponerse el sol. Esto con la ayuda de una candela auxiliar llamada shamash. El octavo día suele ser el más emocionante por encontrarse todo el candelabro encendido, pero es en la primera noche que se acostumbra reunir la familia o el grupo de amigos para relatar la historia del milagro de Janucá, comer latkes (tortitas fritas de papa, a veces con zanahoria, que funcionan rebién con guacamole encima) y sufganiot (bizcochos semejantes a las berlinesas, que en la Condesa se consiguen estos días en el deli de Acapulco 70), y chance y jugar con un dreidel o pirinola e intercambiar regalos. Si algún inspirado se halla presente en la reunión es probable que aproveche la oportunidad para comentar la misión primordial del pueblo judío: ser una luz entre las naciones, un shamash en la vida cotidiana. Los demás, contagiados de luz, levantarán sus copas a un tiempo: “¡Amén y lejaim!”. ¿Sonará un mariachi enseguida?

Nos gusta imaginarnos a los primeros judíos de la Ciudad de México, poco después de la Conquista, cantando en judeoespañol, por ejemplo la famosa y muy antigua “Ocho Kandelikas” , mientras celebraban Janucá en recias casas del actual Centro Histórico antes de que el Santo Oficio se ensañara con ellos. Elías Trabulse asegura en Los judíos de la Nueva España (Fondo de Cultura Económica, 1982): “Es un hecho que, para 1550, la comunidad hebrea de México era ya numerosa, pues formaban el veinticinco por ciento de la población blanca peninsular de la capital del virreinato. Inclusive la comunidad estaba encabezada por un Gran Rabino”. Asimismo es posible que aquellos judíos entonaran “Maoz Tzur” , poema compuesto en el siglo XIII o antes y aún bastante popular en no pocas comunidades mexicanas, como Beth Israel, en Lomas Virreyes, o bien en ciertos centros comerciales de Interlomas y Tecamachalco. Pero no es necesario que nos traslademos tan lejos: en la céntrica Sinagoga Histórica Justo Sierra , que cualquiera puede visitar, se inaugura este jueves catorce una exposición acerca de los judíos de Marruecos y adicionalmente se encenderá conjuntamente la vela de Janucá correspondiente, la tercera. Si tenemos suerte, en la preciosa sinagoga de la colonia Álamos cocinarían su proverbial cholent. Y en la de Ámsterdam, cerca del Parque México, los tamales kosher que ya alguna vez pudimos probar. ¡Pero esto es mucho aventurar!

Nosotros quisiéramos invitar a todo el mundo a encender la janukiyá en el departamento de nuestra amiga Mirelle, en la calle de Marsella, pero es posible que no cupiéramos. Así que mejor dejamos arriba una receta de su mamá para cocinar latkes, los cuales el lector podrá saborear a la vez que da un recorrido por el gran atrio de la Basílica de Guadalupe, santuario dedicado a la judía más insigne de México, católica madre con espíritu de tonantzin. ¿Contradicción? Para nada. Lo mexicano es siempre resultado de bellas sumas, lo mismo que el sonriente judaísmo. Para muestra este disco , medio de Janucá, medio de Navidad, que recomendamos comprar para estas fechas milagrosas, de luz para todas las naciones. Jag Janucá sameaj!

 

Jorge Pedro Uribe Llamas (Ciudad de México, 1980) es autor de ‘Amor por la Ciudad de México’ (Paralelo 21, 2015), ‘El gran libro de la CDMX’ (Índice Editores, 2016) y ‘Novísima grandeza mexicana’ (Paralelo 21, 2017). Es miembro asociado del Seminario de Cultura Mexicana y miembro adherente de la Asociación de Cronistas de la Ciudad de México. Conduce el programa “Cuidad de México” en puentes.me

 



  • FOTOS: Max Lomelí, Paper Source, Area of Practice para Sagmeister and Walsh para Fred at Barney’s

  • TEXTO: Jorge Pedro Uribe Llamas

Fecha de Publicación:
Martes 12/12 2017