ACOMPAÑAR DESDE EL AMOR Y LA EMPATÍA
“Estoy sentada en el parque Frida Khalo, mi lugar favorito. Montse está recostada en mis piernas. Me siento muy confundida, tengo muchas ganas de llorar pero no quiero hacer una escena. ¿Qué siento por ella? No lo sé… y tengo tanto miedo a la respuesta.”
Esas palabras las rescaté de mi diario de la adolescencia. Tenía 15 años y fue la primera vez que externé, aunque fuera en papel, las dudas sobre mi orientación sexual.
No me sorprende que mi conclusión haya sido que tenía miedo. La verdad es que, a la fecha, lo sigo teniendo.
Unas semanas después de escribir eso, viví mi primera “salida del clóset”. Ese armario en el que me metieron a la fuerza y del que sigo teniendo que escapar cada día de mi vida.
Recuerdo aquella época con dolor e impotencia. A pesar de que el entorno donde crecí no era conservador y muchas de las personas a mi alrededor eran orgullosamente parte de la comunidad LGBT+, viví esa primera relación romántica en silencio, escondiéndome en las esquinas y negando mis sentimientos: no pude aceptarme.
Algunas de mis amistades me mostraron su apoyo desde el primer momento, y fue gracias a ellas que pude sobrellevar la situación. Sin embargo, hubo algunas otras personas que se horrorizaron y me dejaron muy claro que no querían relacionarse con alguien “como yo”.
El abandono y rechazo de las personas que amaba no pude borrarlo, quedó impreso en mi mente con tinta indeleble. Me convencí a mí misma de que ese amor había sido una “etapa”, escondí esa parte de mí y la guardé bajo llave en un baúl que tiré en algún lugar recóndito de mi corazón y de mi mente.
Pasaron cinco años hasta que un día, después de largas conversaciones con amigas, de profundas reflexiones y de un enamoramiento repentino, decidí volver a externar mis sentimientos y a explorar mi orientación sexual.
A diferencia de la primera vez, en esta ocasión lo hice con seguridad y con una red de apoyo que escuchó mis miedos con atención y me alentó a dejar de ocultar esta parte de mí. No fue tan sencillo; el primer comentario de mi papá fue que necesitaba “ir a terapia a poner en orden mis pensamientos”. Sin embargo, quiero decir que como dicen por ahí: …it gets better. Terminó por aceptarme.
La ironía está en que yo pensé que una vez que lo externara abiertamente, no tendría que volver a tocar el tema, que el sentimiento de libertad y felicidad sería, de alguna forma, eterno. La vida no tardó en mostrarme que las “salidas del clóset” nunca terminan.
No lo hacen porque seguimos viviendo en un sistema heternormado y patriarcal, en el que en la mayoría de los espacios, se me sigue asumiendo como heterosexual. La visibilidad de mi orientación sexual me resulta muy importante; no obstante, a pesar de mostrarme como una mujer sáfica, mis relaciones con mujeres son constantemente invalidadas.
Me gustaría creer que el mío es un caso aislado, pero no es así y está lejos de ser el más grave. A pesar de los avances, persisten la discriminación y violencia que se vive en México en contra de la comunidad LGBTQ+. Desde las políticas y legislaciones que siguen atentando contra nuestros derechos, hasta las violaciones directas a sus derechos y una nula garantía de protección. Tan solo por poner un ejemplo, nuestro país ocupa el segundo lugar en América con más crímenes contra personas trans.
Sin duda, la lucha por nuestros derechos continúa, y el sueño de un mundo de libertad, en el que los clósets no existan, sigue presente. Mientras tanto, nos toca construir espacios seguros, cuestionar nuestra homofobia, bifobia, transfobia, lesbofobia.. etc. y acompañar desde el amor y la empatía.
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Este texto fue realizado en colaboración con Girl Up México por Nadiedja Luna, feminista antipunitivista y estudiante de Derecho en la UNAM. Co-fundadora del Club Girl Up UNAM, activista y vocal del Comité Directivo de Amnistía Internacional México. Le apasiona la defensa de los derechos humanos y trabaja impulsando digitalmente organizaciones en LATAM que se dedican a temas de educación. Es amante de la música aunque no toque ni la puerta, adora bailar de día y escribir tweets por las noches.
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TEXTO: Nadiedja Luna Baez
Fecha de Publicación:
Martes 28/06 2022
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