APRENDER A ACOMPAÑAR DESDE LA DIGNIDAD ES POSIBLE, AIDA NAXHIELLY SOBRE LOS TEJIDOS Y SU "USO" POR PARTE DE MARCAS EXTRANJERAS (Y LOCALES)

«Extrañas gentes que han venido de otros lados,

del otro lado del mar han venido,

nos robaron nuestras tierras,

nos robaron nuestro trabajo,

nos robaron toda nuestra fuerza,

hasta nuestra ropa nos han robado

y ahora quieren robar nuestros tejidos.»

Nan Florentina Con[1]

Hace unas semanas, un escándalo empezó a circular por plataformas digitales. Creció tanto en algunos círculos que incluso medios de otros territorios, en otros idiomas, escribieron notas al respecto.

Comenzó con un video compartido en Instagram donde se podía a ver a personas del equipo de la marca Sézane, fotografiando a una mujer adulta mayor en la comunidad de Teotitlán del Valle, Oaxaca. Esto hizo que la indignación creciera rápidamente en contra de la marca francesa, encargada de la puesta en escena: fue, por un lado, el no dar una retribución económica justa a la señora (se habló de que sólo le pagaron $200 pesos por posar con una de las prendas de la marca que se vende en moneda extranjera); así como abusar de la confianza del equipo local que le ayudó a la gente de Sézane a llegar al pueblo pues se había acordado que no intervendrían con las personas de la comunidad.

Lo que ocurrió es una clara muestra de la forma en que se sigue ejerciendo el racismo colonial por parte de personas externas a las diversas comunidades y pueblos originarios. Pero si bien este caso en concreto recibió mucha atención mediática y tuvo como resultado que la marca retirara su campaña (aunque no admitiera pública y directamente el error que había cometido, lo que dice mucho sobre sus ideas de reparación del daño); la realidad es que los abusos por parte de diferentes proyectos o personas contra los y las compañeras tejedoras, bordadoras y artistas, son mucho más frecuentes de lo que se alcanza a ver en las redes.

Si nos ponemos a preguntar, escuchar y leer con verdadera atención, seguramente encontraremos acciones similares efectuadas no sólo por grandes casas de moda francesas, sino también por personas nacidas en este territorio llamado hoy México. En un despliegue de sus propios privilegios históricos y escudándose en la idea del “orgullo nacional”, perpetúan las desigualdades por medio de, por ejemplo, la reventa a precios muy elevados de prendas no hechas directamente por ellas. Esto implica mal pagar el trabajo de quienes han heredado esos conocimientos y no reconociendo plenamente las vidas que sostienen de sus ventas.


Señalamientos a una tienda que se dedica a la reventa de textiles. Por seguridad y respeto a los procesos de denuncia, se eliminaron los nombres.

Como bien apuntan las compañeras del Movimiento Nacional de Tejedoras Mayas de Guatemala, en un símil notorio con lo que ocurre en este territorio:

La monetización de los tejidos se basó en la idea de considerar a las mujeres mayas como seres insignificantes, en tanto “indias” y “rurales”, pero estos precios se elevan radicalmente cuando son comercializados por gente no indígena, como se hizo durante la Colonia temprana y continúa en la actualidad. (…) La mercantilización estatal y privada, dirigida al consumo de turistas extranjeros, es realizada mayormente por gente ladina y extranjera, quienes han abierto museos y tiendas donde venden selectos productos elaborados por mujeres mayas, obteniendo ganancias exorbitantes. En este intercambio comercial en lugares como el Mercado Central de la ciudad capital, Antigua Guatemala, Panajachel, Chichicastenango y el aeropuerto, entre otros, media el trato racista, sexista y clasista.

“Nuestros tejidos son los libros que la Colonia no pudo quemar. El camino del Movimiento Nacional de Tejedoras Mayas de Guatemala”, Asociación Femenina para el Desarrollo de Sacatepéquez (AFEDES), 2020 p. 43-4.

Si bien en México no ha ocurrido un movimiento como el que podemos encontrar en hoy Guatemala (formado por mujeres mayas q’eqchi’, achi’, k’iche’, kaqchikel, mam, ixil, poqomam y de más pueblos y comunidades); las discusiones referentes a los usos de textiles ocupan cada vez más el espacio público. Esto ha generado diversas respuestas entre las que es posible encontrar a quienes piensan que se trata de una cosa menor, incluso de burla, como si pedir que se respeten los conocimientos y cosmovisiones que resguardan las personas pertenecientes a naciones originarias fuera un absurdo. O quienes sienten que reflexionar sobre ello es un señalamiento a su propia persona, y que se les está diciendo que nunca compren textiles. En todo caso, habría que preguntarnos si los portamos con respeto, si tenemos conocimiento de lo que significan para las personas que los elaboran. Si estamos abiertxs a dialogarlo con ellas.

Además, con el aumento de interés en el tema, las autoridades han intentado responder a los abusos, aunque la forma en que el Estado se suma, puede y debe ser constantemente cuestionada. Un ejemplo fue el evento realizado recientemente por la Secretaría de Cultura federal, que congregó a muchos proyectos valiosos para la venta directa de su trabajo, en donde se realizaron “mesas de negocios” que conjuntaban a marcas con personas artistas en la idea de que así se pudieran dar acuerdos de “colaboraciones justas, éticas y respetuosas”.

Si de por sí esta “buena intención” podría levantar sospechas, para varias personas saltó a la vista la invitación que se hizo a la firma (también francesa) Isabel Marant, acusada previamente de plagiar la blusa y patrones gráficos distintivos de Santa María Tlahuitoltepec, así como de hacer lo mismo con los gabanes y patrones de Charapan, Michoacán.

También la marca Carla Fernández ha sido cuestionada en otros momentos por las prácticas y discursos que utiliza para vender. ¿Darles cabida a empresas como estas es el camino ético, justo y respetuoso del que se habla a sabiendas de que se siguen señalando malas prácticas incluso cuando hay intervención y mediación gubernamental? ¿O es posible soñar con la construcción de otras formas, otras relaciones, otros espacios? Si bien son preguntas que podemos hacernos, no debemos perder de vista que las respuestas no son únicamente nuestras para dar: en el centro están las voces de quienes, con sus manos, resisten también a los intentos de borramiento.

Tweets publicados por Alejandra Frausto, secretaria de Cultura de México.

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Fotografía: Celeste Mayorga, obtenida a través de la página de Facebook del Movimiento Nacional de Tejedoras Ruchajixik ri qana’ojbäl.

Teniendo en cuenta entonces que cambiar toda una estructura y narrativa histórica es un proceso complicado, ¿cómo nos podemos posicionar como personas comprometidas más allá de las palabras con el respeto a las comunidades? ¿Como consumidoras de las creaciones de diferentes pueblos a sabiendas de las implicaciones, complejas y variadas, detrás de ello?

Algo que se ha insistido en innumerables ocasiones, es la importancia de escuchar y respaldar realmente a quienes se dedican a estas actividades por encima de los intereses empresariales, individuales y externos; personas cuyas manos hilan, tiñen, bordan, tejen y unen las prendas que tanto decimos apreciar, y cuyas vidas dependen en alguna medida de los ingresos económicos que la venta les deja. Esto implica tanto admitir qué ventajas habitamos en este mundo (y cómo las utilizamos), como estar en disposición de conocer las demandas específicas, organización interna, sueños, deseos y sentipensares de las personas que recrean la vida comunitaria. Aprender a acompañar desde la dignidad es posible.

El folclor nos distrae y engaña, no permite ver cómo quienes vestimos la indumentaria maya somos agredidas y degradadas todos los días en los hospitales, en los centros de justicia, en las escuelas, en las calles de la capital, en los restaurantes, en el aeropuerto tapizado con nuestras imágenes y el trabajo de nuestros cuerpos.

“Nuestros tejidos son los libros que la Colonia no pudo quemar. El camino del Movimiento Nacional de Tejedoras Mayas de Guatemala”, Asociación Femenina para el Desarrollo de Sacatepéquez (AFEDES), 2020 p. 54.
Fotografía: Celeste Mayorga, obtenida a través de la página de Facebook del Movimiento Nacional de Tejedoras Ruchajixik ri qana’ojbäl.

[1] “Nuestros tejidos son los libros que la Colonia no pudo quemar. El camino del Movimiento Nacional de Tejedoras Mayas de Guatemala”, Asociación Femenina para el Desarrollo de Sacatepéquez (AFEDES), 2020 p. 18.


Fecha de Publicación:
Lunes 31/01 2022