UN RECORRIDO CONTEXTUAL POR LA CULTURA CANNÁBICA ACTUAL MEXICANA.

En años recientes, los nodos de conversación sobre el cannabis han aumentado– en la mesa están inquietudes sobre su uso medicinal, terapéutico, recreativo, el uso del cáñamo en otras industrias –y la curiosidad, de consumidores y no consumidores, ha comenzado a hacerse pública.

El precedente más importante en historia reciente de su discusión pública, quizá sea, que en noviembre del 2015, durante la administración del ex-presidente Enrique Peña Nieto, la SMART (Sociedad Mexicana de Autoconsumo Responsable y Tolerante) consiguió un amparo para que sus 4 miembros sembraran, transportaran, consumieran o transformaran la marihuana para su uso recreativo.

Aunado a esto, vecinos al norte como Los Ángeles, California, ciudad mexicana de los Estados Unidos de Trumplandia y Canadá, legalizaron su uso recreativo en noviembre del 2016 y en octubre del 2018, respectivamente. Bastaría, entonces, un vuelo (de bajo) costo a alguno de estos destinos para explorar el mundo legal (y no “inmoral”) del cannabis.

Su uso recreativo plantea una conversación interesante, una que a varias burbujas, quizá muchas, les cuesta discutir:

xl cuerpo, xl placer y xl juego

Cómo xl ser humano decide pasar su tiempo.

Su  lectura histórica se acerca más a una patología, – ¿Cómo vamos a curarte? ¿Cómo vamos a exterminar esta enfermedad? ¿Cómo la aislamos? ¿Cómo nos aseguramos que no se contagien los demás?–, que a la de un placer –¿Cómo  la procuramos?-. Así de contundente.

En este tránsito muchas cosas suceden, lo que nos gusta nos da vergüenza, lo escondemos, lo negamos, lo olvidamos y lo comenzamos a perseguir, que los otros lo olviden, lo escondan.

Aquí nada pasó.

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¿Cómo llegamos aquí?

El imaginario colectivo del cannabis vive en una suerte de limbo. Es (medio) invisible pero (medio) accesible. Históricamente, las conversaciones públicas sobre la marihuana, se han dado alrededor de su relación con el narco (narco ≠ marihuana), los catecismos de La Rosa de Guadalupe (algunos de los título incluyen El Doble Infierno, Es Ilegal, Sin Futuro y El Ingrediente Secreto) y se grita sobre la depravación que “causa” en la sociedad. Su estatus de ilegal e inmoral ha dado como resultado investigación limitada, historias a tientas, mitos, leyendas y  desacreditaciones, “No eso no es así, nunca jamás.”

Poco a poco, los discursos cambian y comienzan a adquirir otras conveniencias.

En enero de 2019, Expansión, enunció en su portada emprendedora, “El Próximo Imperio de la Marihuana Legal” y dedicó sus páginas principales a historias sobre el potencial de México como líder de cultivo, el uso de cáñamo en diferentes industrias,  el desarrollo de productos medicinales enfocados en su mayoría en desarrollo de productos con CBD (el cannabidiol es uno de los componentes de la planta de marihuana y no psicoactivo, es decir no te lleva de viaje y produce diversos beneficios médicos como). Esta edición deja en entendido a la masa emprendedora mexicana la posibilidad, y sobre todo, el potencial (los dineros verdes) de una industria, legítima y limpia, de la marihuana.  Un vacío reconocible en la publicación,  fue la ausencia de discurso y productos de  THC  el  componente psicoactivo, que te lleva de viaje, y que sería uno de las sustancias utilizadas en aplicaciones recreativas.

[Nota: Estos dos componentes, de los más estudiados  y claves en experiencia cannábica, se encuentran de manera simultánea en administraciones tradicionales como un porro o una  pipa y su composición depende de la planta. Vía otras administraciones (parches, vaporizadores, gomitas, tinturas, láminas sublinguales o  cosas con más procesos)  estos componente pueden aislarse.]

En este sentido, muchos se están preparando para lanzar sus emprendimientos cannábicos una vez que este sea legal– desde invernaderos, dispensarios, línea de productos comestibles, o de belleza, blogs, canales informativos, y ¿por qué no ? agüitas frescas con CBD, la experiencia mamogourmet con THC, las pool parties con todo tipo de flor – , esperemos un despliegue importante de experiencias cannábicas a  la luz  del día. Y hago énfasis en la luz pública,  porque en su condición actual, – la clandestinidad – ya hay experiencias y productos cannábicos escondidos en la red.  

La reciente aparición y fuerza de las iniciativas de legalización del uso recreativo del cannabis en México han empujado a entusiastas, interesados, activistas, estudiosos a hacer público su interés por la planta. Y el internet ha permitido crear maneras de acceder a información, a productos y servicios de maneras un poco más amigables y parecidas a cualquier otra transacción que hacemos en línea – follow, like, DM, share, location, print-screen –.

El lenguaje y entendimiento pudoroso y miedoso que culturalmente hemos heredado comienza a desplazarse por discursos y acercamientos más abiertos y humanizados.

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A finales de marzo de este año, La Escuelita Botánica tuvo su primera charla sensorial sobre Cannabis en Casa Patrice en Guadalajara. María José Torres, su directora y Paulo Orendain, director de Propom, agencia de relaciones públicas y Casa Patrice, ambos involucrados en esta sesión, compartieron que esta iniciativa es un “experimento en dignificar y tratar de darle visibilidad” a un tema que de otra manera está ya prejuzgado. Paulo admite que “estamos viviendo un momento de transición”  y si tenemos más y mejor información, cualquier decisión que tomemos estará mejor fundamentada. Para los recién iniciados, espacios como este o como en el que participó Donisha Prendergast, activista y actriz, en la serie de Talks by Void el verano del año pasado, son importantes para sentar bases de conocimientos distintas.

María José hace la comparación de La Escuelita Botánica con una clase de herbolaria o de cómo “nuestros abuelos conocían a la naturaleza, las plantas, y preparaban ungüentos.”

El día de la primera sesión de la Escuelita Botánica, Paulo dice “Nunca había tenido tantas screenshots” después de subir una foto a stories con una planta de cannabis. En este experimento reciente de compartir su entusiasmo por el cannabis Paulo dice que la gente quiere saber, comentarios como “¿Se puede combinar con alcohol?,” “¿Qué es lo malo? ¿Qué es lo bueno?,– algo así como convénceme. “Los seres humanos tenemos la necesidad eterna de ponerle a todo sí o no,” dice Paulo, y esa búsqueda de los absolutos es engañosa, la marihuana ni es mala ni es buena.

Paulo detecta que el desplazamiento del uso tradicional, –el porro, la pipa o el bong–, hacia otros métodos como, un vaporizador, que como soporte utiliza una app a ciertas personas les quita el miedo.

Ciertamente, el lenguaje, –escrito, hablado, visual y objetual– soportan la experiencia personal y colectiva, sobre todo cuando pensamos en espacio público y espacios compartidos. Un gallo sigue siendo el símbolo más fuerte, desafiante y aromático, mientras que un vaporizador (tubo plástico o metálico que vaporiza un extracto) es discreto y suele no tener tanto aroma y una lámina sublingual o un parche, permanecen prácticamente invisibles.

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Y entonces, ¿A qué se siente? ¿Cómo te pone?

El high depende de tres cosas: 1) la dosis, 2) el usuario y 3) el contexto.

Sería correcto decir que no a todo mundo le pega igual y en general lo que puede suceder (evitemos los absolutos) es la agudización de los sentidos, estados de relajación, momentos de creatividad, etapas de sensibilidad y  recepción a los estímulos ( los cinco sentidos : ver, tocar, oler, oír y saborear). Ahora, la experiencia no siempre es positiva  – desde la pálida, hasta estados de psicosis y paranoia  y como con otras sustancias (legales o ilegales, duras o blandas), el cuerpo, se puede saturar. ¿Con cuánto? Lo más preciso sería decir, que depende de las tres cosas anteriores 1)la dosis, 2) el usuario y 3) el contexto.

Tradicionalmente, las dosis se medirían en un gallo o pipazo, sin embargo el desarrollo de productos con fines medicinales y recreativos ha refinado estas experiencias. La mayoría de los productos que se encuentran en mercados legales (parches, lámina sublinguales, vaporizadores, gomitas, tinturas, extractos), como el canadiense o el estadounidense, se hacen valer de su precisión en dosis  (microdósis, efecto rápido, efecto prolongado, entre otros) y tipo de experiencia (pa’rriba, pa’bajo, en el cuerpo, la mente o las emociones).

Las experiencias que surgen, a partir de un toque o el uso cotidiano de cannabis, son múltiples y distintas para cada persona. Una manera de visualizarlo es pensar que cada experiencia es una isla en una archipiélago –conectados por distancia, parecidos pero no similares, pertenecientes y  no absolutos.

Ilustramos tres experiencias para ayudar a contar esa historia de naturaleza flexible y amplia:

Cotidiano

Anclados a la realidad que compartimos, se abren ventanas hacia otros lados. El mundo en el que existen los celulares y los gatos también se habita de otras ventanas. El despegue, la salida o el inicio del viaje se hace a partir del aquí, del ahí, del ahorita. El tiempo propio comienza a tomar otro ritmo.

Onírico

Esta isla se forma de las constelaciones de los mundos que construímos poco a poco o de manera instantánea. Los visitamos y reimaginamos. Se quedan pegados en la parte de atrás de nuestra cabeza, aparecen con el más ligero recuerdo, un olor, una palabra, un color. A veces están y otras no. Estas constelaciones se mueve de acuerdo a las temporadas.

Naturaleza

La isla flota y busca pista de aterrizaje en las otras islas. La utilizamos para recorrer el archipiélago. Vemos ideas crecer con el pasto y también son confetti que cae. Las observamos volar, tocar suelo y crecer. Nuestras nubes las soñamos más altas y las sombras se ajustan. Dirigimos el barco.

¿Quieres compartir la historia de tu experiencia?

Mándanosla a coolhunting@coolhuntermx.com




Fecha de Publicación:
20/04 2019



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