ESPACIOS PÚBLICOS, PRIVADOS Y UTOPÍAS TECNOLÓGICAS. ¿DE QUÉ MANERA HA AFECTADO LA PANDEMIA A LOS NO DISEÑADORXS?

¿Qué impacto ha tenido la pandemia por Covid-19 en México? Hacemos una revisión al respecto, específicamente en espacios públicos, mercados y hogares de no diseñadorxs profesionales.

En todo el mundo, arquitectxs y diseñadorxs especulan en torno a espacios post-covid y variadas son sus propuestas abanderadas por la utopía de la tecnología avanzada y wifi para todos de la mano de genuinas preocupaciones: ¿Cómo se pueden diseñar los espacios que no requieran contacto? ¿Será el fin de los espacios de coliving o coworking? ¿Cómo diseñar para el aislamiento? Pero, ¿qué sucede en México? Si se contempla que más del 56% de lxs habitantes se dedican al comercio informal y donde hay una brecha digital de más del 40% de habitantes que no cuentan con una conexión a internet.

Cultura material durante la pandemia.

Después de la indicación de las autoridades para quedarse en casa a partir del 15 de marzo del 2020, las medidas han sido intermitentes en diferentes partes del país. “En Cancún todo está abierto, como si no hubiera pandemia desde julio” detalló Pamela, colaboradora en el medio y habitante de la zona. “Más allá de las medidas preventivas como la sana distancia, el uso de cubrebocas, gel antibacterial y tapetes, además de una mesa sí y otra no; en las playas, antros y toda la zona hotelera parece que no pasa nada”.

Parece que lo único que queremos es regresar a la normalidad y al contacto físico, muestra de ello es la visita ininterrumpida de extranjerxs durante el año 2020 en búsqueda de estadías prolongadas o para vivir; y así evitar las medidas más estrictas de sus países de origen. Sucede una especie de limbo en las zonas turísticas o en colonias como la Condesa o la Roma en Ciudad de México donde casi todo sigue abierto. “Conocí a un italiano que tenía una revista en Ibiza y que se vino a la playa; cuando le pregunté por qué, me dijo: –Este es el único lugar en el mundo que sigue así de abierto”, compartió Pamela.

José reside en Jalisco, comparte que las circunstancias son diversas, en algunas localidades hay medidas más relajadas en comparación con otras, en Guadalajara por ejemplo, las restricciones son más firmes. Lo que José ha observado es que hay cristal acrílico por todos lados, principalmente en comercios, supermercados y restaurantes. Dicho material transparente funciona como elemento de aislamiento y/o separación, su instalación es sencilla y no requiere mantenimiento más que su desinfección.

Otro ejemplo es el de Diana, quien vive en San Luis Potosí y se ha percatado que la señalética improvisada como las estampas de la distancia en el piso, es el recurso más utilizado en lugares públicos; también ha visto el uso de conos amarillos para mantener distancia entre las personas en una fila.

“En una sala de espera, los sillones estaban clausurados con cintas para ductos porque otros asientos estaban clausurados con cintas de prohibido el paso; pero como son más ligeras a la gente le valía y se sentaba. Yo creo que por eso empezaron a usar esas cintas de color plata”.

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El uso de materiales de fácil adquisición o utilizar objetos con otra función para la cual no fueron diseñados, es una acción recurrente en lugares donde la necesidad debe cubrirse de manera inmediata. No hay tiempo para planear o prototipar, ni tampoco hace falta una nueva versión de cubrebocas; la respuesta inmediata y los recursos a la mano son la clave en lugares donde las disposiciones oficiales o el seguimiento de las autoridades llegan tarde.

Eso es lo que sucede en distintos lugares del país, improvisar y adaptarse a una extraña cotidianidad en la que somos testigos de una cultura material cambiante hecha por no diseñadorxs.

Arquitectura popular, los mercados y tianguis.

Con la evolución de la pandemia, las medidas adoptadas para frenar su propagación fueron en aumento, no sólo a nivel gobierno, sino a nivel ciudadanía. A inicios del año pasado se decidió limitar el acceso a aquellas zonas en las que la afluencia de personas dificultaba la sana distancia; como fue el caso de las principales calles del Centro Histórico de la Ciudad de México, plazas públicas y centros comerciales. El espacio público entonces se convirtió en un tema recurrente.

Tan necesario como peligroso, el debate apuntaba a la manera en la que habitamos el espacio público, repensado para evitar la propagación del virus, pero también para proporcionar formas en las que las personas pudiesen continuar su vida en la nueva normalidad.

Con una red de más de 329 mercados públicos y 1,470 en CDMX, estos espacios se convirtieron en un foco rojo por su naturaleza misma; lugares diseñados para facilitar el contacto y la circulación, con infraestructuras básicas que pusieron en evidencia la necesidad de regulación y lo complejo que sería implementar medidas sanitarias.

“En cada puesto teníamos gel antibacterial y estuvo prohibido andar sin cubrebocas, en la entrada de cada pasillo había una persona vigilando, te ponía gel antibacterial y medía tu temperatura, de ahí en fuera la sana distancia y la cantidad de gente sí estuvo fuera de control”, señaló Paco, quien trabajó en una de las romerías instaladas en el centro de la ciudad y que, como muchas otras, tuvieron que adoptar medidas casi a ‘ojo cerrado’.

En otras zonas se redujeron los espacios asignados a cada puesto, se instalaron tinacos y cisternas de plástico para lavarse las manos, se improvisaron “barreras” de playo para evitar el contacto, tubos de pvc sostenían largas cortinas de hule cristal con “ventanillas” donde el dinero pasaba de mano a mano.

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En Ecatepec, Estado de México, Juan platica que se tomaron medidas preventivas hasta junio y comenzaron a cerrar las entradas con lo que había a la mano: cintas y rejas de alambre donde originalmente colgaban productos para su exhibición. Dejaron solo un acceso para la entrada y otro para la salida.

Dado que no podían cerrar de manera indefinida, cerraron tres veces por semana e hicieron a lxs locatarixs delimitar su espacio con hule cristal evitando que la gente escogiera sus productos y por lo tanto, el contacto.

La pandemia y –en muchos casos– la aplicación tardía de medidas por parte de las autoridades, obligaron a lxs tianguistas y comerciantes a reconfigurar y habilitar nuevas estructuras que, a su vez, cambiaron el conocido paisaje del comercio informal y que respondieron a una sola necesidad, la de trabajar.

Espacio doméstico y trabajo.

Por supuesto hablar de modificaciones en los espacios públicos nos dirige hacia el espacio privado, donde de manera voluntaria algunxs nos encontramos trabajando desde el comienzo de la pandemia, entonces creíamos que sería algo temporal, sin embargo, el caso es distinto; muchxs empleadorxs han modificado sus dinámicas laborales para facilitar la insistente indicación “quédate en casa” que el gobierno federal ha impulsado.

¿Qué sucede en los hogares que no contaban con espacios destinados al trabajo de escritorio?, ¿qué pasa con las clases virtuales?, ¿qué sucede con las familias que incluso con las indicaciones gubernamentales deben salir de sus hogares y dejar a sus pequeños en casa? y podríamos continuar cuestionando sobre casos que sabemos, que tenemos a la mano pero que aún así no se acercan a las múltiples realidades que enfrentan las familias mexicanas.

Si bien tenemos la idea de que la vivienda mínima contempla espacios como: sala, comedor, cocina, habitación y sanitario, es imperante que a partir de ahora se contemplen espacios de trabajo, alejados del bullicio natural de un hogar.

Los espacios compartidos ahora se han convertido en zonas de trabajo, donde si bien nos va, el internet alcanza para todxs y cada unx cuenta con al menos un dispositivo electrónico para conectarse a su trabajo o aula. ¿Y si ese no es el caso?, Isidra Santiago, una trabajadora del hogar de 44 años, nos comentó:

“Cada quien ya tenía teléfono y computadora. Agregamos megas en la conexión a internet porque no eran suficientes para mis tres niñas, cada quien ocupa un espacio separado, una está en su habitación, otra ocupa su cama y la tercera prefiere acomodarse en un pasillo”.

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Por otro lado, hablamos con Isaac Vázquez, de 23 años, quien es estudiante: “Tomar clases en mi casa fue frustrante, porque no sentía comodidad durante las clases, generalmente era más participativo en clases presenciales y durante las clases en línea todo el tiempo estaba preocupado porque se escuchara bien y el internet estuviera funcionando. En lo individual tampoco fue sencillo, empezar a hacer cualquier tarea y mantener la concentración era imposible. Este semestre decidí no inscribirme en ninguna clase precisamente por esta experiencia. Mi habitación definitivamente no está hecha para trabajar, preferiría tomar clase en una biblioteca o un espacio al aire libre ideado para estudiar”

Entonces se abren otras posibilidades: pensar en nuevos espacios para el trabajo a distancia, históricamente las enfermedades han guiado a la arquitectura y al diseño de objetos para frenar los contagios, ¿qué tendría que contemplar un hogar, un aula y un espacio de trabajo para enfrentar al Covid-19?

Es importante no perder de vista que aquello que se diseñe para los hogares frente a la nueva normalidad debe adaptarse a quien lo ocupe, es decir, debe facilitar el trabajo y no lo contrario, algo que en el diseño de oficinas es muy bien sabido pero que en un espacio doméstico ha sido poco explorado.

“En casa no teníamos escritorios, trabajábamos en el comedor y con las sillas que tenemos, al principio estaba bien pero poco a poco hemos tenido que comprar sillas de oficina porque son más cómodas”, nos comentó Ángel Sánchez, jefe de familia que trabaja mientras comparte la sala-comedor con su esposa y sus dos hijas.

Es complicado hablar de comodidad en casa pues el mobiliario es ambulatorio y las luces tienden a ser cálidas, difícilmente pasábamos ocho horas sentados en la misma silla y precisamente eso es algo que se ha tenido que improvisar en pandemia, adaptar espacios, muebles o equipos para resolver temas que antes eran resueltos en la oficina o en la escuela.


Fecha de Publicación:
Martes 26/01 2021