LA REALIDAD Y APROPIACIÓN EN EL DISCURSO DE ESTE MOVIMIENTO

El body positive es un movimiento que tiene sus raíces en el movimiento de liberación gorda que surgió a finales de los años 60’s. Surgió como una resistencia política a los parámetros de delgadez que se promueven como máximos ideales de salud o belleza, y apuesta por ser una postura de aceptación y amor al propio cuerpo, sin importar qué tanto éste encaje dentro del ideal hegemónico de cómo deberíamos vernos.

Ha sido un movimiento revolucionario que nos lleva a plantearnos preguntas importantes sobre las narrativas que determinan cómo nos relacionamos con nuestros cuerpos y los de las personas a nuestro alrededor. Por lo que ha contribuido a que cada vez haya más personas cuestionando la violencia que existe en la forma de representar y catalogar nuestros cuerpos. 

Aunque este movimiento ha traído ideas novedosas e importantes, también ha acumulado una serie de críticas importantes que hay que tomar en cuenta. Para empezar, aunque se originó como parte del movimiento de liberación gorda, en la actualidad, muchas de las personas que promueven y hablan del movimiento en realidad son personas delgadas y con cuerpos que caben dentro de lo que la norma ha impuesto como “bello” o “deseable”.

Esto lleva a una dinámica bastante común en redes en la que personas con cuerpos bastante normativos, comparten fotografías en donde se les ve un ligero rollito de grasa (cosa, por cierto, completamente normal) o una estría usando el #bodypositive y hablando de cómo, a pesar de sus imperfecciones, han logrado amarse. Muchas veces estas publicaciones también van acompañadas de frases motivacionales sobre la importancia de cultivar el amor propio.

Muchas personas han cuestionado este tipo de prácticas porque en lugar de promover la aceptación corporal sólo refuerzan estándares inalcanzables y muy violentos. Que el movimiento haya sido retomado por un montón de personas con apariencias físicas muy hegemónicas hablando de cómo amarse es importante, banaliza un montón los obstáculos sociales y emocionales que enfrentan las personas gordas para llegar a un lugar de aceptación.

La realidad es que el amor propio y la aceptación del cuerpo no son decisiones individuales que dependen únicamente de nuestra voluntad de amarnos, sino de un montón de condicionamientos sociales y culturales que privilegian ciertos cuerpos sobre otros y que constantemente reafirman la idea de que los cuerpos fuera de la norma estética son menos valiosos. 

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Podemos participar y difundir el movimiento body positive, sin importar como se vean nuestros cuerpos, pero sí es importante preguntarnos qué lugar ocupamos dentro de él y qué tanto nuestros cuerpos han sido vulnerados y excluidos por cómo se ven o funcionan. Si somos personas blancas, delgadas y sin discapacidad, podemos apoyar el movimiento, pero ponernos al centro de él termina excluyendo a las personas que sufren más violencia y juicio por su corporalidad. 

Vivimos en una sociedad profundamente gordofóbica y capacitista, por lo que es muy fácil que nosotres mismes terminemos reproduciendo estos sesgos y excluyendo personas y realidades que justo iniciaron este movimiento para resistir a la violencia que viven en el día a día. Tener esto presente y hacernos cargo de nuestras aproximaciones es importante para ser responsables en el proceso y no terminar replicando aquello que tanto queremos combatir. 


  • TEXTO: Maynné Cortés

  • PORTADA: Lorena Dichara

Fecha de Publicación:
Miércoles 6/04 2022