SOBRE RACISMO EN EL SISTEMA EDUCATIVO Y SU IMPACTO EN EL ACOSO ESCOLAR.

El acoso escolar, también conocido como bullying no es un fenómeno nuevo. Desde que existen las instituciones del estado conocidas como “escuelas” que regulan e imparten la educación como la entendemos hoy día; ha existido la violencia y el acoso hacia ciertos estudiantes por compañeras y compañeros en sus salones.

Acoso escolar en México

En México, se ha hecho evidente cómo ha ido en aumento esta forma de violencia en los últimos años con dos casos particularmente crueles. Se trata de la muerte de Norma Lizbeth Ramos de catorce años en marzo de este año en Teotihuacán, Estado de México. Y por otro lado, el ataque con fuego a Juan, un joven otomí, también de catorce años, en Querétaro en junio de 2022.

De estas situaciones destaca la violencia de la agresión hacia los dos jóvenes, puesto que los ataques atentaron contra sus vidas. En el caso de Norma Lizbeth, culminaron en su fallecimiento. Dichos ataques fueron por compañeros y compañeras, es decir, personas de su misma edad con las que convivían a diario. ¿Por qué les agredían con esa saña?

En ambos casos, los familiares de los jóvenes señalaron que aunque los docentes y directivos de las escuelas tenían conocimiento del acoso escolar que sufrían Norma y Juan, no tomaron medidas para terminar con ello. Y por ende, respondieron de manera tardía a la violencia física ocurrida en sus planteles o sus alrededores.

Norma Lizbeth fue suspendida junto con la chica que la agredió, como si se tratara de una pelea espontánea y no de un ataque grupal hacia ella. Por otra parte, aunque Juan estaba en el salón de clases cuando le prendieron fuego sus compañeros; la maestra no lo llevó de inmediato al hospital para que fuera atendido. Incluso parece ser que ella también permitía y fomentaba el acoso escolar que le hacían a Juan sus compañeros.

Entonces, no sólo nos encontramos ante situaciones en las que un grupo de jóvenes agrede a un compañero o compañera, sino que, y de manera particularmente preocupante; las autoridades conocen, permiten e incluso provocan dicha violencia. Desafortunadamente, el problema no son únicamente los individuos que se encuentran al frente en las aulas y dirigiendo las escuelas; sino que existe un precedente institucional que fomenta varias formas de violencia hacia lxs estudiantes. Precisamente por la forma en la que se imaginó y construyó el sistema educativo en México a principios del siglo XX.

Los orígenes de un sistema educativo racista

En la etapa pos-revolucionaria, en la que José Vasconcelos, como Secretario de Educación, impulsó la creación de escuelas a lo largo del territorio; particularmente en zonas rurales. Esto con el propósito de integrar a los pueblos originarios a la “civilización”. Es decir, a la sociedad mestiza, a través de procesos de asimilación lingüística y cultural llevados a cabo en el salón de clases. Además, los modelos educativos que empezaban a desarrollarse en América Latina estaban basados en las propuestas francesas generadas durante la Ilustración; en las que se piensa a la educación como el proceso de creación del “hombre nuevo”, es decir, de un individuo ideal.

Parte de este proceso suponía también “que el individuo en cierne se distanciara de la abyección, la pereza y la flojera”. Para principios del siglo XX, estaba diseminada la idea que estas eran características propias de las personas indígenas en todo México. Había (y aún persisten) ideas racistas en torno a la supuesta inferioridad inherente a las culturas y lenguas indígenas. También propuestas eugenésicas que sostenían que estas culturas debían desaparecer para permitir el “progreso” de la nación mexicana y su población (que debía ser mestiza).

El sistema educativo fue entonces, desde su origen, una herramienta para asimilar a los pueblos indígenas al ideal de “hombre nuevo”. Es decir, individuo mestizo enseñándole a las infancias qué valores eran “correctos”, qué conocimiento era válido y cuál debía olvidarse. Es en este contexto que los mismos docentes ejercían violencia promovida por la institución. También el castigo físico a quienes hablaran una lengua indígena en lugar del castellano en el aula.

De acuerdo con Saúl Velasco Cruz, la idea de la formación del hombre nuevo en el sistema educativo mexicano también tuvo como consecuencia la idea que:

“No sólo debían excluirse a los menos aptos, sino también a todos aquellos otros afectados en su salud. A los enfermos y débiles mentales; y de manera preponderante, a los que parecían padecer alguna patología con motivo de sus costumbres, identidades y lenguas diferenciadas”.

Un espacio para la violencia

De esta manera no sólo se permiten, sino que incluso se generan valores y marcos de referencia racistas; posturas enseñadas a las infancias a despreciar aquello que no es blanco, que no es “correcto”, ni “culto”. De esta manera dañan particularmente a quienes provienen de pueblos originarios y afromexicanos. Entonces, el mensaje es que sus formas de vida, sus identidades y culturas son “salvajes” y deben dejarlas atrás si quieren “progresar” en la vida.

Es entonces que se fomenta en el salón la violencia hacia quienes no cumplen con estos estándares. Se utiliza la humillación como mecanismo para afirmar que algunos estudiantes son “más inteligentes” por naturaleza. Asimismo, los medios de comunicación replican mucho estos discursos en torno a la educación y la “cultura” (entendida únicamente como la cultura europea/eurocentrada). Por ejemplo, la noción de que existe una forma “correcta” de hablar español.

Esta formación se hace evidente en el presente con los casos mencionados anteriormente, puesto que el acoso escolar que sufría Juan era por ser otomí; la violencia que vivía era precisamente por la deshumanización y racismo que están presentes en todo el currículo del sistema educativo mexicano. A Norma Lizbeth, sus compañeras la insultaban diciéndole “naca” e “india”. Esto reafirma también que el desprecio que le tenían era por las ideas racistas que se encuentran presentes constantemente en nuestras vidas.

En su libro “Enseñar a transgredir”, la teórica bell hooks habla sobre la posibilidad que tiene la educación como una herramienta para forjar el pensamiento crítico en estudiantes y educadores. Para ella la transgresión supone cuestionar la opresión (como el racismo, clasismo y sexismo); que la educación sea una herramienta para profesores y estudiantes para poder ser auténticos y vivir libremente. Sin reforzar la dominación, tanto en el aula como en el mundo exterior.

En este sentido, la autora piensa que el conocimiento debe ser accesible para todas las personas. Todos los miembros de una comunidad deben ser reconocidos y formar parte del proceso de aprendizaje. Esta propuesta es fundamental para pensar en cómo reconstituir el sistema educativo mexicano; pues, bajo esta lógica, se daría una nueva apreciación al conocimiento tradicional de los pueblos originarios y afromexicanos.

Pero, ¿qué podemos hacer ante un panorama tan desolador?

Aunque desmantelar la violencia institucional en la educación es una tarea que no se logrará de un día para otro, sí es importante poner estas propuestas sobre la mesa para pensar en cómo transformar un espacio tan hostil para las infancias y juventudes. Generar un lugar que realmente se interese por compartir conocimiento en lugar de invertir en la educación bancaria.

Dicho término fue acuñado por Paulo Freire en su libro “Pedagogía del oprimido”, con el que describe la manera en la que el/la docente únicamente pretende depositar información en la mente de sus estudiantes. En lugar de pensar en la educación como un proceso de diálogo y construcción en conjunto en el que participan todas las personas. La educación bancaria obliga a la memorización y asume que las/los estudiantes son ignorantes y deben aprender una cantidad particular de información para ser considerado como “bueno”.


¿Qué pasaría si los currículos escolares se abrieran a los contextos regionales y locales? Si en lugar de enseñar únicamente historia “nacional” y europea se hablara de la historia de las comunidades en las que se enseña? Existen algunos esfuerzos en este sentido, por ejemplo, en la sierra mazateca en Oaxaca. Aunque, es importante ampliar estas metodologías para evitar que las infancias y juventudes aprendan a agredir a todas las personas que no forman parte del ideal mestizo mexicano.


  • ARTE: Estudio CH

  • TEXTO: Jumko Ogata

Fecha de Publicación:
Miércoles 19/04 2023