OJALÁ UN DÍA LOS CLÓSETS SE INCENDIEN Y YA NO TENGAMOS QUE CAMBIAR UNOS CUERPOS POR OTROS; HASTA ENTONCES, MANTENGAMOS LAS PUERTAS ABIERTAS
El clóset ha sido uno de los constructos sociales que más fuerte se han insertado en nuestro pensamiento colectivo. Es una expresión que, de hecho, encierra una gigante masa de significado, pero que también sugiere muchas preguntas. Por ejemplo, ¿por qué un clóset? Podría ser porque ahí se guarda lo que no se quiere a la vista. Y es una forma tajante de invisibilizar aquello que nos incomoda tener afuera.
¿La necesidad de ocultar lo diferente?
Es cierto. Como sociedad, es usual querer enmudecer aquello que no toleramos por ser diferente a lo que por tradición se acepta y busca reproducir. Ponemos tras las puertas todo lo que nos incomoda. Hasta la gente. Hasta el cariño.
Una de las reflexiones más importantes que he tenido sobre esta figura llegó al entender el clóset, como más que un mueble, como un cuerpo: un molde que busca contener todo lo que no se comprende o ignora. Sin embargo, ¿es acaso lo que se desconoce estático? Guardar objetos es fácil: no viven, solo existen y permanecen. Pero nuestro clóset social contiene vida, gente, ideas. Es una vertiginosa masa de una parte del mundo incomprensible para el canon y, por ello, invisibilizada. El misticismo, el erotismo, la sexualidad, la violencia, la mujer; cada uno está inserto en la censura histórica de la sociedad.
La dinámica del clóset
Entonces, el clóset no se encuentra en un estado de calma permanentemente. La contención es una cualidad viva cuya fuerza está en constante riña con la rebeldía que abraza e intenta controlar. Pero este enfrentamiento no se da solo entre lo que guarda, sino también con aquello de lo que se aparta: el resto del mundo. Su función primordial es separar lo que está ahí de lo que está allá. Es decir, excluye de la normatividad, y lo que es no normativo debe ser, por fuerza, anormal. Así, diferente a lo que se puede pensar sobre “dejar fuera una comunidad”, en realidad se está enclaustrando en un cuarto de cuatro paredes y dos puertas: el clóset, el psiquiátrico, el hospital, la prisión, etc. Todos son clósets que aprisionan cuerpos que no encajan.
Y este encierro no es gratuito. Si el universo que se priva en el clóset está lleno de vida, también lo está la forma en que esta idea de encierro fue construida. Su desarrollo viene de un complejo pensamiento que se sostiene a través de las instituciones. La escuela, el gobierno, la Iglesia, la ciencia, entre otras, clasifican todo lo que la sociedad y el mundo contiene. Así, los materiales del clóset son los discursos que replican dichas instituciones. ¿Y qué mejor manera de lograrlo si no a través del lenguaje?, nuestra herramienta primordial para la creación y destrucción completa de sistemas ideológicos.
La esperanza en el clóset: las puertas
A pesar de tanta negatividad, también existe una enorme bondad en la figura del clóset: las puertas. Si el cuerpo del mueble son los discursos (instituciones), el interior es lo excluido (lo no-normativo) y el exterior es el resto de la sociedad, entonces las puertas son la oportunidad de diálogo entre todxs. Desde mi reflexión, este intercambio es posible gracias a los vacíos que hay en nuestros discursos formados a partir de la duda o la indeterminación. La realidad es que nuestro pensamiento cambia constantemente y eso ofrece la oportunidad de discutirlo.
En cuanto se recibe la duda, se abre el clóset. Pero así como la puerta abre, también se cierra cuando la obstinación gobierna. Falta esperar una nueva revolución de pensamiento que cuestione lo que se censura hoy de la misma forma que se cuestionó la censura en el pasado.
Finalmente, ¿no es entonces el mundo un clóset gigante que guarda otros más pequeños? ¿No hay un clóset por cada desafiante acción que cometemos según la cultura del momento? Mi principal motivación para este escrito es abrir un diálogo que se dirija hacia una búsqueda por la liberación de los cuerpos que son socialmente oprimidos por querer, por extrañar, por desear. Ojalá un día los clósets se incendien y ya no tengamos que cambiar unos cuerpos por otros. Hasta entonces, mantengamos las puertas abiertas.
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Danja Gutiérrez es parte de la comunidad de Girl Up México, una organización liderada por juventudes que capacitan, inspiran y conectan con otras activistas por la igualdad de género. Haz clic aquí para leer más sobre Girl Up México y su trabajo impulsando a jóvenes agentes de cambio.
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Texto: Alena Danja Maya Gutiérrez
Fotos: Cortesía
Fecha de Publicación:
Lunes 10/06 2024
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