EL MARKETING MODERNO NO SOLO TE VENDE PRODUCTOS, TAMBIÉN MOLDEA TUS DESEOS. ¿TOMAS TUS PROPIAS DECISIONES?

Un día cualquiera, te levantas y abres Instagram. Lo primero que aparece en tu feed es el reel de una chica que llevas años siguiendo, mientras habla de la nueva rutina de skincare en tendencia que, según ella, le ha dado la piel perfecta que todos desean. La rutina incluye cinco pasos específicos y, por supuesto, productos de una marca en específico.

Probablemente, no lo notes, pero en ese pequeño momento fuiste expuesto a varias estrategias de marketing meticulosamente diseñadas para crearte una necesidad. No es casualidad que de repente ese producto comience a parecer esencial, aunque primero no lo percibas, porque estas estrategias trabajan día tras día para convencerte de algo. Tus ideas, poco a poco, dejan de ser tuyas y empiezan a ser de alguien más, ¿pero quién está detrás de esto?

La cultura del consumo

Con los años, el marketing ha evolucionado. Antes, trataban de venderte un producto directamente, ibas a la tienda y el vendedor intentaba convencerte; pero ahora, ese vendedor no es tan obvio y puede ser la chica que te cae bien de redes sociales, la influencer que llevas años siguiendo y en quien confías.

Las formas de vender se han vuelto más sofisticadas, y cada día nos vemos bombardeados con productos que “necesitamos”. Estrategias como el FOMO (Fear of Missing Out, o el miedo a perderse algo) juegan con nuestra ansiedad de sentir que nos quedamos atrás. Otras, como el branding emocional, apelan a nuestras emociones, aspiraciones y experiencias. Las marcas ya no solo venden cosas.

Piensa, por ejemplo, en la publicidad de Nike. En su última campaña, podemos ver clips de personas exhaustas, mostrando el lado más gris de hacer ejercicio, con la frase: “Ganar es incómodo”.

Te venden la idea de que ellos representan a los ganadores, que entienden sus pesares, y que, por lo tanto, si tú compras, eres como ellos. Eres parte de ese grupo de ganadores, de esa cultura del esfuerzo que solo Nike comprende.

Estas estrategias también mercantilizan la promesa de una mejor versión de ti de siempre tenerte persiguiendo ese estilo de vida que aún no tienes. Como poner la zanahoria frente al hámster en la rueda: sigues corriendo, pero nunca la alcanzas. Se venden identidades, y las personas están sedientas de estas.

La realidad distorsionada

El problema con estas estrategias es que distorsionan nuestra percepción. Lo que vemos a diario a través de redes sociales o anuncios se convierte en nuestra cotidianeidad, una realidad que fue cuidadosamente seleccionada para que veamos solo lo que a los intereses les conviene. Y esto no solo influye en nuestras decisiones de compra, sino también nuestras creencias, valores e incluso nuestra personalidad.

Nos convertimos en víctimas de la cultura del consumo, donde la solución más rápida y sencilla siempre es comprar. ¿Tienes problemas de autoestima? Compra maquillaje. ¿Quieres mejorar tu estilo de vida? Cómprate un auto nuevo, pero que sea eléctrico, porque de otra forma, eres un ser egoísta e inconsciente.

Las soluciones superficiales nos hacen creer que el consumo arreglara nuestros problemas, pero solo oculta problemas más profundos y fuera de las manos de cada individuo. Aquí es donde radica el verdadero peligro: no solo es lo que compramos, sino cómo y por qué lo hacemos.

Una cultura de consumo insostenible

No se trata de demonizar el marketing o el consumo, lo preocupante de este modelo de consumo masivo es insostenible. Estamos atrapados en una rueda que no solo drena nuestro dinero, también los recursos del planeta. Y lo más preocupante de todo, es que seguimos consumiendo sin siquiera pensar de dónde vienen esos productos o qué pasará con ellos cuando cumplan su función.

Toma el control

Al final, como compradores, está en nuestras manos elegir qué tendencias se van y cuáles se quedan, y para hacer eso, sirve preguntarnos: ¿de dónde vienen mis aspiraciones? ¿Son realmente mías o fueron influenciadas por algo o alguien más? Reflexiona sobre la raíz de tu deseo y si es lo que necesitas para solucionar tus problemas.

No podemos continuar este ritmo de consumo sin sentir a nuestro planeta agonizar. Los recursos no son infinitos, y si no empezamos a cuestionar nuestras decisiones de compra, el impacto será mucho más grave que no poder comprar el último modelo de iPhone.

Ser un consumidor más consciente no es solo una decisión personal, es un acto de resistencia ante un sistema que te empuja a desear más y pensar menos. El verdadero poder está en detenerte, cuestionar lo que ves y decidir qué es lo que realmente necesitas.

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Hanna Camila Domínguez Negrete es parte de la comunidad de Girl Up México, una organización liderada por juventudes que capacitan, inspiran y conectan con otras activistas por la igualdad de género. Haz clic aquí para leer más sobre Girl Up México y su trabajo impulsando a jóvenes agentes de cambio.


  • Texto: Hanna Camila Domínguez Negrete

  • Fotos: Cortesía

Fecha de Publicación:
Lunes 28/10 2024