UNA BREVE REFLEXIÓN SOBRE EL DISEÑO ¿O DISAIN? HECHO EN MÉXICO.

El término «disain» ha sido el chiste local entre un grupo de amistades y uno que otro despistado que me ha dicho que está mal escrito. 

Precisamente por el recato del idioma anglosajón que nos encanta asimilar, es que prefiero usar la palabra «disain» en lugar de «design» a manera de burla, principalmente para referirme a todos los matices del diseño hecho en México. 

Y también para tomar con mejores ánimos lo contradictorio que me resulta vivir de escribir y divulgar sobre diseño o más bien aquel que tiene el adjetivo «de diseño»; aunque no he podido comprarme una silla Herman Miller para consentir mi espalda que cuesta 30 mil pesos o un bello comedor de la Metropolitana. Y por el contrario, recientemente he tenido que decidirme a comprar un comedor del monstruo escandinavo a meses sin intereses (a ver cuánto me dura). ¿Habrá Herman Miller a 48 meses sin intereses?

Pero de momento, regresemos al término disain. Su origen se debe a una charla que tuve con Lorena hace algún tiempo sobre un acontecimiento chusco en el gremio. Ya ni recuerdo de qué se trataba. Ella exclamó con un tono animoso y de pronunciación burlona:

–¡Así es el diiiisaaaain!

Para después reírnos y dejar la seriedad para otro momento. Pero, ¿qué es el disain? ¿De qué nos burlamos? Y ¿de qué no?

Sobre el disainer que le encanta posar para un retrato en la lista de Los 100 mejores chamanes del diseño de alguna revista especializada que al final parece el TVdiseñadas. Mucha figura pública, pero no tanto cuando se trata de tener adeudos o tratos poco profesionales con su equipo de trabajo. Y ni qué decir de su “liderazgo”. Hay historias de terror que me han compartido de estudios de arquitectura y diseño “destacados” sobre explotación laboral.

En otro sentido, hay que reconocer la labor de los medios, podré ser muy criticona respecto a su contenido, pero han sido clave para la cultura del diseño y que el trabajo de disainers llegue a más personas. Aunque sea en el papel.  Y hasta eso, he de reconocer y por supuesto lamentar mi contribución al alimentar el ego del profesionista (lo que viene siendo escupir al techo).

El disain permite burlarnos de lo pretencioso, lo que consideramos mal hecho e incluso lo insulso del diseño. Y no me mal entiendan, me refiero a aquello que no sólo se limita a su calidad o estética, sino a su pertinencia con el contexto para el cual fue creado. Hasta acá (y a lo largo de todo el texto) mejor no dar nombres, todavía no tengo las agallas. 

El disain también puede ser una mesa de autor de 60 mil pesos que se rompió a causa de una persona que desafió las fuerzas del equilibrio dejando caer el peso de todo su cuerpo por un descuido etílico. Se partió en dos su pétrea y pesada superficie colocada sobre una delgada base cóncava. Afortunadamente, la mesa tenía un seguro, parece anécdota pero es chiste o ¿cómo era?

El disain me recuerda que hoy en día, por más respetuosos y admiradores que nos queramos ver ante el legado artesanal, un disainer no puede reconocer, ni siquiera asimilar que la artesana o el artesano pueda ser parte de su proceso creativo. Que también elles puedan diseñar.

Como verás, es un término al que le he atribuido muchos significados, algunos totalmente contradictorios; a veces sólo para desvanecer los límites y el recato de la disciplina. Aquello que no es reconocido como diseño por el pensamiento euro centrista y colonizador. En este sentido, el asunto se torna más serio. En la artesanía, por ejemplo, la práctica, su legado e historia se ha desdeñado en el diseño a un rango inferior, al pasado, a lo anticuado o al folclor de manera despectiva. O queriéndolo reivindicar denominándolo «diseño artesanal» en una exposición de museo diciendo que la colaboración entre diseñadores y artesanos es el resultado del mestizaje cultural. Hasta acá, por lo que he podido observar, no hay comprensión clara de lo que significa «mestizaje».

Y por el contrario, me he encontrado con muy, muy lamentables prácticas y poco éticas donde usan a mujeres artesanas como «objeto de demostración» en exposiciones o plataformas de venta de «piezas únicas» hechas por «manos artesanas» y sin haberles pagado por estar ahí. (Nótese mi afán por usar comillas latinas y andar de preguntona).

El disain es aquel que prefieren llamarle de mil maneras diferentes menos lo que realmente es, una relación de poder injusta donde el que más gana es la galería, después el diseñador y al final el artesano. Esto me lo compartió un diseñador al cuestionarle cuánto valía su pieza y cuánto de ese valor corresponde al artesano, por cierto, ¿cómo se llamaba el artesano? No venía en el press kit. Como sea, hay que publicarlo.

Porque al final no entendemos su complejidad. Desdeñar el pasado porque lo que nos compete es el futuro y el progreso. Porque sí, parece necesario e indispensable «innovar la tradición». Casos como el de Sezane o la diseñadora Isabel Marant en Oaxaca nos hablan de lo grave y extractivista de la relación entre la artesanía y el diseño.

Y que no se diga en el mobiliario o en los objetos «contemporáneos», tomándose fotos con las comunidades artesanales o subiendo fotografías de manos artesanas trabajando. Porque a veces eso es lo único que significan: manos trabajadoras. 

El disain también puede ser una botella que alguien pegó con cinta adhesiva en la entrada de su negocio para depositar las colillas de cigarros y que no se rieguen sobre la acera. También puede ser un carrito que el herrero hizo y adaptó a petición de su cliente para vender comida en las calles. Puede ser una increíble modificación de autos o motos que se rediseñan para cargar más cosas. Puede ser un ingenioso y perspicaz letrero promocional hecho por un maestro rotulista. Lo encontramos en todas partes, y sin el romanticismo de que el diseño resuelve todos problemas. Sólo está ahí, a base del ingenio y la necesidad. 

El disain puede hacerse no sólo por disainers avalados por una institución educativa, también por aquellxs que no lo son. Como diría Arturo Escobar, quien a su vez citara a Ezio Manzini, cualquiera puede diseñar. El disain puede encontrarse en todas partes, en un showroom de Lomas de Chapultepec o en algún mercado de la periferia. La riqueza de sus posibilidades radica en el contraste de sus estéticas, improvisaciones y procesos. La intención es tomar el término con seriedad cuando nos invite a cuestionar algo; y otras veces no tanto, sólo cuando nos haga ver las circunstancias con humor.

Todo el complejo espectro que conforma el diseño ha cambiado, y por ende su definición misma. Desde su propio origen con la palabra en latín «designare» (dar nombre) y su posterior adaptación en Italia con «designio» por el arquitecto Giorgio Vasari al referirse al recurso del dibujo. Sin embargo, cuando comenzó su profesionalización en Europa, su significado adquirió otras prácticas y discursos que tal vez sean anticuados hoy. Pero esa es otra historia.

 Por ahora me permito usar el término disain para tomar algunas cosas con humor, pero también para no dejar de cuestionarme.


Fecha de Publicación:
Miércoles 12/10 2022