EL CUARTO NÚMERO DE EMERGE TIENE COMO TEMA CENTRAL LA EDUCACIÓN DE DISEÑO: PEDAGOGÍA, EDUCACIÓN FORMAL, INFORMAL Y ANTIFORMAL, ESPACIOS DE APRENDIZAJE, EXPERIENCIAS EDUCATIVAS, ENTRE OTRAS COSAS.

La publicación trimestral sobre diseño, Emerge, ha publicado ya 4 números abordando temáticas que van desde el pensamiento de diseño hasta el ego detrás de la profesión en las que han participado más de 40 personas con ensayos críticos, entrevistas y reflexiones, además la plataforma ha realizado investigaciones experimentales, visualización de datos y entrevistas abiertas por internet en la que los lectores plantean las preguntas a realizar dentro del impreso.

No somos un catálogo de muebles. [En Emerge] Encontrarás ideas, planteamientos y sobre todo crítica de diseño. Formulamos esta publicación como una herramienta intelectual para el diseñador actual, uno que no se conforma con tendencias y colores de temporada. No más catálogos

Aquí uno de los textos que componen la publicación de este trimestre.

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Nuestro quehacer | Miguel Melgarejo

“La vida es quehacer, y la verdad de la vida, es decir, la vida auténtica de cada cual, consistirá en hacer lo que hay que hacer y evitar el hacer cualquiera cosa.”

–Ortega y Gasset

Qué es un diseñador.

Hay muchas maneras de definir quién es y quién no es un diseñador. Pocas evitan ser absurdas. El ser humano es un ser que se manifiesta al hacer cosas. Es solo haciendo que puede dejar su naturaleza animal y convertirse en humano. Es moral hacer porque solo a través de ello es que somos personas.

El cúmulo de disciplinas que identificamos como “diseño” no son más que cursos dedicados a facilitar las herramientas y modelos intelectuales que responden más eficientemente a la economía en turno. Cursos por los cuales uno paga, atiende y consume para que al final de cierto período uno esté “licenciado” para ejecutarlos.  Todo esto está bien, porque al enfocar el hacer (inevitable de nuestra naturaleza) con un objetivo que nos retribuye los beneficios que nuestro entorno nos indica como satisfactorios, es que tenemos una profesión.

Así es que nacen los diseñadores gráficos, industriales, de servicios, estratégicos, etc. Somos personas (algunas con una atención al hacer más fina que el resto de la población) quienes hemos podido obtener herramientas que otros no tienen para ejecutar de manera más precisa lo que nuestra naturaleza nos exige. De ninguna manera creo que esto nos dé una superioridad respecto a alguien más, en mi mundo no existen los diseñadores y los no-diseñadores. Existen personas con más o menos herramientas que otras para realizar cursos de acción que transforman situaciones existentes en aquellas preferidas.

Defendiendo lo indefendible

Me parece que existen dos maneras grandes de ver la educación del diseño.

La primera tiene que ver con la educación a las personas que decidieron pasar por el tumultuoso proceso de licenciarse como diseñador de algún u otro tipo (por cierto, fue mi caso). Es decir, la educación formal de “diseñador”. Aquí los retos son grandes. En México me parece que un punto importante radica en el costo / beneficio. El mercado tradicional de la educación sólo se va encareciendo, las universidades, sean públicas o privadas (finalmente le termina costando a alguien), pueden costar hasta millones de pesos. El problema es que el mercado laboral del diseño no tiene un retorno ni mínimamente equivalente. Digamos que si fuera  un negocio estudiar diseño(en realidad lo es), la inversión definitivamente no valdría la pena. Yo sé, hay casos de éxito, el problema es que en relación con la cantidad de alumnos que se gradúan son proporcionalmente muy pocos.

Muchas carreras ahora están migrando a cuestiones más estratégicas o de servicio. Desde mi punto de vista esto es bueno, pero no resuelve el problema porque la oferta seguirá siendo mucha en comparación con la demanda de estos servicios.

Es decir, estudiar diseño, para las profesiones tradicionales, es una aventura de alto riesgo y con poca probabilidad de conseguir el éxito que sus folletos proyectan.

La segunda tiene que ver con la educación del diseño a los “no-diseñadores”. Aquí entran los cursos que facilitan herramientas y pensamiento de diseño a personas no licenciadas por alguna institución en este tema. Aquí el problema más grande (resumiendo) es la gran cantidad de charlatanería y la poca acción.

La mala noticia: desde mi punto de vista no hay mucho qué hacer para lidiar con este enredo. La única manera de distinguir si algún curso es efectivo o no, es poniéndolo a prueba, haciendo.

La buena noticia: el diseño se ha comenzado a democratizar, pareciera ser que vuelve a ser algo que todos en alguna medida u otra podemos hacer. El diseñador que ha sabido implementar su profesión ya no está escondido en un cuarto con un restirador, sino dictando los haceres de una organización.

Diseño para todos

¿Cuál es el punto de ser un diseñador? Generar soluciones efectivas, pensaría yo. Eso es lo único que cuenta, puede ser a través de un gráfico, un objeto o una estrategia, una aplicación o un cálculo en excel, pero tiene que solucionar algo. Graduarte como diseñador no es símbolo de que puedas hacer esto, es símbolo de que hiciste algún esfuerzo por obtener un diploma y que pretendiste escuchar a algún maestro.

La educación del diseño no es ya sólo para los diseñadores. Tiene que ser para todo el mundo que pretenda dedicarse a algún área el resto de sus vidas.  Así como las matemáticas son transversales a alguna profesión, así lo es también el diseño. Lo que las sumas, restas y multiplicaciones son para cualquier ser humano que quiera generar algo en el mundo ahora son la facultad de visualizar, prototipar y codificar.

El diseño no es una profesión, es una herramienta para generar una solución. Hay muchas más, yo decido creer en esta porque es lo que aplico y veo funcionar generando los cambios que como persona considero trascendentes a mi alrededor.

El diseño nos permite hacer de nuestro hacer algo más eficiente. Como tal no es algo que se deba proteger como un tesoro o una medalla, es una herramienta que se debe de compartir, como un mazo o una cizalla.

Diseño en los tiempos de cólera

No, no me refiero a que todo el mundo sea un “diseñador”. Me refiero a que dadas las circunstancias en las que vivimos es importante acelerar el desarrollo de soluciones facilitando herramientas que vienen del diseño en todas las profesiones.  Puede ser tan sencillo como que, en lugar de que el estándar sea tomar notas escritas, fomentemos la generación de notas visuales. O que en lugar de presionar para llegar a un resultado limpio y perfecto demos herramientas para que cualquiera se sienta cómodo generando un prototipo físico o virtual del problema que quiere solucionar.

Por eso no me gusta pensar en diseñadores y no-diseñadores. Tenemos que fomentar un hacer mejor para que podamos aspirar a resolver los problemas a los que nos enfrentamos como sociedad. Separar divide y genera sentimientos negativos.

Si eres un diseñador probablemente tengas facultades, sensibilidades y habilidades que te permiten solucionar retos más rápido y con mejores cualidades estéticas que el resto. Eso está bien y tiene mucho mérito, pero como tal es algo que puedes fomentar en mayor o menor medida en los demás. Es un gran reto, pero es un reto necesario.

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  • FOTOS: Cortesía ILUSTRACIONES: Max Lomelí

Fecha de Publicación:
Jueves 14/12 2017