POR UN INSTANTE LA CDMX TUVO DE MANERA SIMULTÁNEA TRES EXPOSICIONES DE ARTISTAS INTERNACIONALES HISTÓRICOS EN TRES ESPACIOS DIFERENTES. ¿QUÉ SIGNIFICA ESTO PARA LA CULTURA EN NUESTRA CIUDAD?

Durante el verano de 2019, la Ciudad de México tuvo por un instante, de manera simultánea, tres exposiciones de artistas internacionales en los recintos más importantes para el arte contemporáneo. En el Tamayo estuvo Sunday de Carsten Höller, en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) Restablecer memorias de Ai Wei Wei y Apariencia desnuda, de Jeff Koons y Marcel Duchamp en el Jumex. ¿Nos hemos vuelto un público cada vez más consumidor de arte? ¿Estamos interesados en el discurso que estos creadores proponen o esperamos lograr una experiencia extracorporal frente a una pieza de arte? También está el ya platicado dilema de cómo nos gusta representarnos en nuestras redes sociales cuando vamos a ver una muestra al museo.

En el 2016 se publicaba en Coolhuntermx:

Los museos de arte contemporáneo en la CDMX han sabido capitalizar en los últimos años el potencial promocional de las redes sociales, trayendo exposiciones con grandes instalaciones que invitan al visitante a vivir el arte, tomarle fotografías y videos, y compartirlo en social media. Más que nunca estamos observando museos y galerías de arte llenas de personas posando para fotos, tomándose selfies, mirando hacia abajo, más atentas de sus smartphones que de las obras expuestas, para editar y encontrar el filtro ideal en Instagram o Snapchat. Se podría pensar que algunos artistas anticipan el impacto fotográfico que sus obras van a tener, y realizarlas ex profeso.

Por una parte, este movimiento ha representado una victoria para la divulgación del arte y de sus creadores, ya que ha atraído un público que antes no asistía a los museos por su estatus “intelectual”; un mundo en el que muchas personas se sentían ajenas, y desinteresadas. Por el contrario, también estas “complacencias” populares, el sensacionalismo del arte, ha recibido grandes críticas, ya que podrían llevar a una sobre valoración de ciertas piezas o instalaciones, además de provocar una visita superficial, como un tour fotográfico, en lugar de promover la reflexión crítica y profunda del arte.

Si en ese momento el “inesperado” boom de Yayoi Kusama (en el Tamayo) y Anish Kapoor (en el MUAC) levantaba estas interrogantes; a tres años hemos tenido en la ciudad exposiciones de Yves Klein, Andy Warhol, John Baldessari y James Turrell. Lo que el tiempo ha comprobado es que los espacios culturales más grandes, disputan al artista que logre traer el mayor número de asistentes a su espacio. La instalación y las dimensiones monumentales tienden a ser los formatos más exitosos; funcionan como photo opportunity para la audiencia.

Dark Star, por ejemplo, la retrospectiva de Warhol en el Jumex en 2017, era un cambio en la dinámica que hemos adoptado como norma. Las piezas en préstamo venían de diferentes museos y colecciones privadas, por lo que cada una tenía diferente nivel de restricción de reproducción en imágenes. Al final se optó por no permitir ninguna fotografía en las salas donde todas las obras se exponían. Pero en la planta baja una instalación de globos plateados funcionaba como escenario para comprobar que habías estado ahí. Los museos reconocen la necesidad del asistente por llevarse un testigo de su visita.

Sunday y Restablecer memorias

Carsten Höller es entomólogo y en cada pieza analiza un aspecto diferente de la consciencia humana. Toda su obra se forma de instalaciones en las que se requiere una participación del visitante para que dicha obra se active. Frente a cada una, hay una decisión que tomar, evidenciando así un proceso que parece que realizamos por inercia. Decision Tubes, la pieza creada específicamente para esta exposición en el Museo Tamayo junto al despacho de arquitectura Delvendahl Martin, hacía que el visitante llegara a espacios no visitables del museo. En Pill Clock, había un agujero en el techo de donde caían píldoras rojas y blancas para irse acumulando en el suelo. A un lado agua y conos de papel invitan a que las ingieras.

En Two Beds el concepto de “vivir la pieza”, se llevó a las últimas consecuencias. Dos camas recorrían un camino impredecible con marcadores de color en una pata. Al moverse iban trazando su ruta, elipses abiertas que marcaban un ritmo. Las camas estaban disponibles para reserva y podías dormir en ellas. Ese era el principio de la experiencia nocturna que incluía lavarte los dientes con una pasta que inducía a tener sueños lúcidos. A la mañana siguiente eras trasladado al Habita para poderte bañar y desayunar.

Ai Wei Wei en el MUAC, explotó los recursos que mencionó desde la perspectiva de memoria sociopolítica que caracteriza al artista. El salón ancestral de la familia Wang, ocupó casi por completo la sala 9 del museo. Con esta instalación busca reflexionar en torno a la pérdida de la conciencia histórica. Un estado chino actual a favor de la sobreproducción, llevándose lo que tenga que llevarse para asegurar producir riqueza. La otra pieza que destacó en la expo fue la de los retratos de los 43 estudiantes desaparecidos y tres asesinados de la escuela de Ayotzinapa.

La visibilidad es el primer paso del activismo, pero la prensa también cuestionó si este trabajo lucra con la tragedia de un pueblo al que el artista no pertenece. Al final si el arte se está volviendo espectáculo, esta pieza haría que la problemática reciba su tratamiento pop (de manera literal por la paleta de color seleccionada para las imágenes).

En entrevista para CNN Cuauhtémoc Medina, el curador de la exposición, menciona que además de la pieza exhibida, se está elaborando un documental que indaga en las heridas a nivel personal y social que la tragedia deja en la comunidad. La misión del artista es evitar que esta problemática se olvide.

Apariencia desnuda

Una imagen de una adolescente en traje de bailarina afuera del museo, imitando la pose de la colosal escultura de globo metálico de Koons, se viralizó a los pocos días de estrenada la exposición en mayo. Esta retrospectiva extensa de ambos artistas, tardó casi cuatro años en concretarse y se dividió bajo cuatro argumentos diferentes.

El sex appeal de lo inorgánico, que explora el boom del capitalismo y el desarrollo del objeto de culto. Las anatomías del deseo, que reflejaba el interés de plasmar el erotismo de ambos artistas, Duchamp desde su alter ego femenino Rrose Sélavy y en sus esculturas de caracteres sexuales femeninos y Koons con su Venus metálica. Identidad como medio, que repasa los ready mades y las piezas que hablan de los contextos políticos y económicos de ambos. Por último Inocencia y corrupción, en la que se erige la montaña de Play-Doh de Koons y Anemic Cinema de Duchamp, estudia las pulsiones que nos mueven desde niños.

En sentido histórico estricto, el mundo de la modernidad tiene su inicio del fin en las piezas de Duchamp. Sus readymades, su escultura sin pedestal, su interés por las vanguardias más abstractas como el dadaísmo y su búsqueda por representar lo cotidiano fue lo que abrió el camino a la argumentación para el final de una época. Es el artista histórico que cambió la dirección de la disciplina para siempre. Libros enteros se han escrito a partir del análisis de sus piezas. De hecho la necesidad argumentativa del arte contemporáneo para terminar de comunicar lo inmaterial empieza con su obra. 

A más de cien años del Urinal (la primera versión), Jeff Koons fue nombrado el artista más cotizado del mundo. Un título que habla de cómo ha cambiado el arte, las directrices por las que se mueve en el presente y de nuestra fascinación por el objeto cotidiano. Sus piezas brillantes son una trampa al ojo, invitan a verse —y fotografiarse— en ellas y a repensar los procesos de producción masivos. Entre un artista y otro hay un sin fin de propuestas visuales y argumentativas, arte conceptual, desarrollo de performance, instalación y el arte pop. Arte Pop que Koons entiende a la perfección y ha evolucionado a través de perritos inflables metálicos e imágenes que buscan ser mediáticas del artista junto a Ilona Staller, su ex novia.

Mientras que Koons es el artista en el feed de todos los jóvenes este verano, la curaduría y forma en que las piezas dialogan, es probablemente, el triunfo discreto de la exposición. Gazing Ball (Da Vinci Mona Lisa) está junto a L.H.O.O.Q. Poder estar a centímetros de distancias de ambas es una declaratoria fuerte de la proyección que la Ciudad de México tiene como capital cultural. Independientemente del significado de la obra en sí, del trabajo de apropiación de la imagen mediática que ambos artistas hacen en sus contextos.

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A su partida de México, Ai Wei Wei, compartía una selfie en su cuenta de Instagram en la que se le ve frente a una tienda de la marca mexicana Ay güey y junto, un anuncio de Huawei. Los artistas no están por encima del mundo del lenguaje digital. La revolución tecnológica viene con sus pros y contras, pero está llevando a más gente que nunca a los museos y los artistas están orientando sus prácticas a lo que la gente consume. Los talentos más jóvenes serán los que en unos años nos darán la razón —o no— sobre el rumbo de la disciplina.

Este texto forma parte de nuestro primer impreso. Consíguelo próximamente en nuestra tienda en línea y en puntos físicos.


  • TEXTO: Rodrigo De Noriega

  • FOTOS: Paola Félix (Sunday y Reestablecer memorias) Vane Flores (Apariencia desnuda).

Fecha de Publicación:
Lunes 16/12 2019



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