¿Inclusión de personas con discapacidad y LGBT+?

Lo primero que se me viene a la mente al tratarse de dos grupos históricamente minorizados: la comunidad de personas con discapacidad y de LGBT+ es que, deberían hacer frente común por aquellas cosas como sentimientos y derechos… englobados en estas frases de nuestro siglo XXI que nos resultan tan agradables al paladar: empatía, inclusión y no discriminación; pero resulta que en la práctica esto no es así. Vemos que cada grupo va por su cuenta y de fondo vemos que realmente existe una brecha casi infranqueable entre estos dos grupos.  Como siempre, hablaré desde mi experiencia, sabiendo que lo personal de alguna forma se vuelve político.

Por parte de las personas con discapacidad, puede notarse cierto interés por ser aceptados en el colectivo LGBT partiendo de la premisa, de que muchas personas vivimos lo que ahora se denomina interseccionalidades. Es decir, de este lado de la cancha, las personas con discapacidad podemos reconocer, con sus debidas excepciones, que podemos ser indígenas, de piel oscura; formar parte de un grupo político o de la comunidad LGBT; estar dentro del chat de vecinos unidos contra la corrupción; y formar parte de las jornadas de tejido con agujas nivel intermedio puntada de 12 vueltas con hilaza del número 2, expertos en el tejido de enrejado de rombos con diamantes.

Del otro lado vemos, por lo menos así lo percibo, que para pertenecer al colectivo de amigos LGBT, tienes que cumplir con altos estándares de calidad impuestos por algún ser supremo apuntalado por la vanidad, la envidia, la simulación, pero sobre todo, con la idea gravada con hierro ardiente que el conocimiento es poder y, por tanto, no debe compartirse a menos que se pretenda ser derrocado en los siguientes minutos. 

Como decía alguna estrella europea: ¿ocupas metro para llegar a tu destino? ¡entonces eres puto! ¿Llegas a tu destino en tu automóvil? ¡Bien! ¡Eres gay! Ejemplos como este los hay y se ocupan tanto o más como el pan nuestro de cada día. Debes ser blanco, heteronormado, con varo, nalgón y con una herramienta postapocalíptica. Los morenos y gorditos atrás, que casi no se noten en la foto. Preferentemente, oculten su rostro picado por la viruela. !Obvio! Si usas aparato ortopédico, silla de ruedas, bastón, muletas, prótesis de extremidad, ni intentes sugerir que puedes salir en la foto. Como si ser diferente fuera algo digno de represión. Vociferamos que somos únicos, que nuestras características nos hacen bellos… Muchos etcéteras.

Dios golpea más fuerte con su martillo al clavo que sobresale. 

Stephen King

¿Qué podemos hacer para que pueda funcionar el tema de la discapacidad y lo LGBT?

Primeramente reconocer que habitamos el mismo territorio. Nada de que soy gay, blanco, buen mozo, rico, exitoso, deseable y habitante de adamantio, ciudad del planeta metaluna, más allá de anunnakia, más breve, inalcanzable. Como segunda opción, comprar un diccionario, de esos de marca conocida y ampliamente recomendada en los años 80 por ser buena herramienta para la aplicación de correctivos para aquellos que amablemente denominaban jumentos. Que siguen nombrándolos así. Ya con tu diccionario, busca y memoriza primeramente el significado de empatía. Luego trata de asimilar el concepto y finaliza buscando igualdad, inclusión, discriminación, derecho e igualdad. Posteriormente, intenta armar la frase: ¡Inclusión, no discriminación!

Quizás en un momento de paz interior, justo después de cobrar tu quincena y antes de depositarle a tu amigo buena onda pudieras reconocer que algún día formarás parte de las brigadas juveniles del inapam y posteriormente necesitarás apoyo para realizar cosas tan sencillas como pararte de la cama, cruzar una calle, cargar algo medianamente pesado y si Dios te bendice con alguna discapacidad y tú eres de mente flexible, descubrirás que a pesar de que en apariencia el mundo conspira contra ti, puedes seguir intentando buscar la felicidad. Conservar aún la capacidad de reír, amar, escuchar, pero sobre todo, aprenderás el verdadero significado del respeto.

Y creo que esto último es lo que deberíamos aprender y practicar en los siguientes meses para poder llegar a la siguiente marcha del orgullo y gritar, bailar, coger, chupar, etcétera, al lado de personas de cualquier tipo, incluyendo a las personas con discapacidad. 

Quizás descubras que, de este lado hay personas con armamento viril del tipo nuclear neo postapocalíptico. “Palabra de Dios” Escuchado alguna vez en el catecismo dentro del colegio de monjas donde estudié, mientras exploraba lánguidamente la herramienta de mi novio en turno. Inimaginable por cierto. Bendiciones miles para él donde quiera que se encuentre. La lucha es dura, pero nos gusta, sé perfectamente que no viviré lo suficiente para ver una verdadera inclusión, pero trabajo en favor de ello porque creo en las formas de vida distintas, pero sobre todo porque intento practicar día a día el lema.

Día a día luchamos por cosas que para los demás son imperceptibles. Luchamos por alcanzar una igualdad que, en apariencia, antes de que el sol se ponga, parece más lejana que por la mañana. Pero no importa porque aún dormidos seguimos trabajando por alcanzarla y por las mañanas, cuando tú ves los dedos rosáceos de la aurora, nosotros despertamos dispuestos a dar la batalla. “No es el número de tus tropas lo que determina el curso de la batalla. Es la fuerza de tus convicciones.” Escuchado por ahí. Quizás en la tele. Finalizo, por fin, que Narovita me observa detenidamente para recordarme con sus ojos del color verde de las hojas secas de eucalipto que es tarde y aún tenemos que cenar. 

Como tarea puedes iniciar todas las mañanas antes de irte a tus actividades lo siguiente: párate frente al espejo, obsérvate y repite “egos obesos, mentes anoréxicas”. Reflexiona y pon en práctica con los demás lo que pides para ti mismo.