UNA CONDENA TRANSFORMADA EN BELLEZA.

Silenciosa, así podría ser la mirada de las piedras, las que fueron esculpidas hasta convertirlas en mujer: las cariátides. Una cariátide es el nombre otorgado a columnas en forma femenina que sostienen estructuras en edificios. El más típico de los ejemplos, la tribuna que lleva su nombre en el Erecteion, uno de los templos de la Acrópolis en Atenas, Grecia, país que las popularizó.

Y aunque su historia dicen, es el simbolismo de un castigo; no deja de ser cautivante su imagen, a tal grado, que esta idea prevaleció muchos siglos después de su creación. El famoso arquitecto romano Vitruvio (80-70 a.C.) ilustra su origen así: 

“… se llevaron cautivas sus matronas, sin consentir que dejasen las vestiduras matronales; no contentándose con aquel triunfo sólo, sino queriendo también que con la afrenta de la perenne memoria de su esclavitud pareciesen pagar eternamente la culpa de su pueblo. Por lo cual, los arquitectos de aquella edad pusieron en los edificios públicos las imágenes de estas mujeres, sosteniendo el peso, para dejar memoria a la posteridad del castigo de la culpa de Caria”. 

Sin embargo, su hermosura ha logrado trascender distancia y tiempo, a lo largo de las épocas, desde su primera aparición, hasta que fueron retomadas durante el renacimiento. En posteriores estilos artísticos, siguen de pie, convirtiéndose en un elemento presente en muchos lugares alrededor del mundo como Inglaterra, Estados Unidos e Italia. Fuente de inspiración de muchos arquitectos que las siguieron colocando, ya sea de manera decorativa, en interiores, o como apoyo en edificios y museos. Fue tanto así, que el icono del cine feminista, la directora Agnès Varda, en 1984 hace un bellísimo cortometraje, con poemas del célebre Charles Baudelaire, retratando las cariátides que coronan la ciudad luz, Paris: “Les Dites cariatides”, “las así llamadas cariátides” es el título traducido al español. 

Inicia su documental así: 

“El desnudo, en la calle,… se ve más a menudo en bronce que en vivo,… es más habitual de piedra que de carne. No nos sorprende ver damas desvestidas…iluminado las aceras o decorando los edificios… de forma graciosa o lasciva”. 

Otros magníficos ejemplos son las obras del arquitecto Manuel Núñez Yanowsky, como “Venus 18” Residence o “Archieves Of Digne” ambos en Francia también. 

Incluso su influencia está presente en nuestro país, el propio Instituto Nacional de Antropología e Historia guarda en su archivo fotográfico. La imagen de una escultura que cataloga como cariátide en el bosque de Chapultepec (1920). Y aunque en la foto aparece fuera del contexto de un edificio, sola, sin cargar nada, su distintivo, nos hace reflexionar como en el corto de Varda. Se trara de cierta forma cualquier escultura femenina presente en espacios también podría ser una cariátide.

En ese sentido hay muchas mujeres que nos contemplan desde lo alto. En la Ciudad de México, por ejemplo, aparte de una replica del Erecteion que guarda el Museo Nacional de las Culturas en su sala de Grecia; están en las laterales del exterior del Palacio de Bellas Artes, arriba en la entrada del Banco de México o en el Casino Español, en el techo de la sala de recepciones del MUNAL. También el par que mira abajo del reloj en el edificio “La mexicana” sobre Avenida Madero. Se encuentra en el centro, apreciadas con claridad desde la terraza del Museo del Estanquillo.

En el interior de la República: las musas del Teatro Juárez en Guanajuato, en Mérida, las que están afuera, en las ventanas de Museo Casa Montejo. Imperturbables, ¿podremos contemplarlas, tanto como ellas han visto la eternidad? Porque una pregunta se hace obvia ¿cargan o sostienen? bajo su cuerpo, la pesadez, la pesadez de la historia, que una columna es igual a un pilar, un cimiento, que sin el, no hay manera de sostener el abrigo que ha creado la humanidad para su refugio, aquello que nombramos como arquitectura.


Fecha de Publicación:
Martes 05/09 2023