CUATRO MUJERES NOS COMPARTEN SUS EXPERIENCIAS EN LA LUCHA CONTRA EL CÁNCER DE MAMA

El 19 de octubre se conmemora la lucha contra el cáncer de mama. Durante todo el mes se busca visibilizar las problemáticas alrededor de esta enfermedad, e informar a toda la población, ya que no distingue género, edad o nivel socioeconómico. De la mano de Liverpool quienes llevan una iniciativa de apoyo constante a FUCAM, realizamos entrevistas a mujeres que han atravesado por la enfermedad.

Hablamos sobre lo que ellas creen que los medios romantizan o no informan en su totalidad, de lo que vivieron y de lo que las poblaciones más jóvenes deberíamos de saber. Dicen que nadie experimenta en cabeza ajena, pero en sus palabras encontramos aprendizajes que no estaría de más aplicar en nosotres mismes. 

Maricruz Palomino, ama de casa, 50 años

Maricruz es madre de dos hijos y no solo se dedica al hogar, también vende postres sobre pedido. Una actividad en la que se refugió mientras atravesaba su tratamiento contra el cáncer de mama. Le ayudó a distraerse de su enfermedad, algo que para ella ha sido una prueba de vida muy difícil.

Es una enfermedad muy fuerte y difícil de asimilar, un impacto que la misma sociedad amplifica. Cuando Maricruz fue diagnosticada tenía 45 años, el 11 de mayo del 2016. Al día siguiente de la celebración del Día de las madres fue a realizarse un chequeo anual y al ver la cara de la especialista que estaba realizando el estudio, supo que algo estaba mal; ese mismo día le realizaron un ultrasonido y la citaron al día siguiente. 

Me puse muy nerviosa porque mi hijo me acompañó ese día y me causó un impacto muy grande porque mi mamá falleció de cáncer.

Al llegar a su casa, le comentó a su esposo lo que había pasado en su chequeo y le dio ánimos, diciendo que todo saldría bien y al día siguiente el oncólogo confirmó que tenía un pequeño cáncer.

El que me dijeran cáncer fue pensar “me voy a morir”, yo no entendía en ese momento que era un cáncer muy pequeño, que apenas iniciaba, yo me bloqueé. Dije es un cáncer y ya.

Al ser pequeño, ella tomó la opción de que le quitaran la mama completa, complementando con tratamiento de quimioterapia y radiación, si es que la llegara a necesitar. Ese mismo día se programó su cita para la cirugía, la cual ocurrió el 30 de septiembre del 2016; una mastectomía del seno izquierdo. Después de su operación, a las dos semanas, empezó con quimioterapias durante un año, siete meses. Afortunadamente no tuvo efectos secundarios como debilidad o vómito pero si tuvo pérdida de cabello. Una consecuencia que tuvo después con los años, fue dolor en las coyunturas de su cuerpo.

Sin mi familia no se que hubiera hecho, todos los días me levantaba y lo primero que se me venía a la mente es que era un sueño. Yo trataba de echarle ganas, de que mis hijos no me vieran triste, no quería que me vieran mal.

En la opinión de Maricruz, la medicina está muy avanzada al comparar su caso particular con el tratamiento que su mamá recibió hace muchos años. A pesar de que las quimioterapias aún pueden ser agresivas y las cirugías invasivas, para ella el significado del cáncer ya no es sinónimo de muerte. El apoyo de su familia fue un factor muy importante, se siente agradecida por ellos ya que siempre la apoyaron y nunca la dejaron sola. Ahora, es su hermana quién ha sido diagnosticada de cáncer de mama pero gracias a su actitud positiva, ella la toma como ejemplo a seguir y se mantiene llena de ganas de vivir.

A mi no me gusta que nos llamen “guerreras”, porque siento que no soy una guerrera como tal. Soy un ser humano que también tiene sus lados tristes, pero que nadamas yo los conozco. Pero cuando esto te pasa, acercarte a Dios y a tu familia, te impulsa a seguir adelante.

Sandra Gutiérrez, ama de casa, 31 años

A Sandra le detectaron cáncer de mama a los 28 años. Ella sabía que algo no estaba bien desde que tenía como 26, pero por su edad los doctores no le daban tanta importancia. Detectó una bolita y en el Centro Oncológico Nacional le diagnosticaron cáncer de mama en etapa dos. En junio de 2018 empezó a recibir quimioterapias y en febrero de 2019 la operaron y en marzo siguió con radioterapias. Ella asiste a revisión cada tres meses y hasta el momento no han detectado que el cáncer haya vuelto.

La parte más dolorosa de atravesar la enfermedad, en su caso, fue recibir las quimioterapias. No, es el prejuicio de que las personas con este tipo de cáncer van a morir, sino los padecimientos asociados al tratamiento. 

Todo me dolía: el cuerpo, las uñas, tuve nauseas horribles. Pero yo lo tomé como un reto. Me ponía un tiempo límite de una semana para padecerlo y recuperarme y después buscaba seguir mi vida normal, como si nada.

Yo tenía la idea de que esto sólo les pasaba a las señoras mayores y que era muy agresivo con ellas. Pero ahora puedo ver que no distingue edades, ni género, ni condición social. A mi me dio a los 28,  puede que le ocurra a personas más jóvenes y puede que nunca te de.

Algo que Sandra cree que debe de ser indispensable de fomentar en las personas más jóvenes y en los médicos que nos atienden, es pedir que se realicen estudios de cáncer de mama. En su caso, no se le hicieron mastografías antes porque los doctores decían que no era necesario si no había tenido hijos.

Su esposo fue la persona que se encargó de cuidarla y de realizar todas las labores de cuidado de sus hijos. En el caso de Sandra, le costaba trabajo dormir, sudaba mucho y de repente sentía mucho frío, entonces durante el día estaba muy cansada. También había comida que le generaba muchas náuseas. Esto duró dos años. 

Por un momento me olvidaba de que estaba enferma, a veces este estado de ánimo, me ayudó a que saliera más pronto. Ahora, aún hay cosas que me canso de hacer, pero de todos modos lo intento porque me frusta no poder regresar a la normalidad.

Considero fundamental que las generaciones más jóvenes sepan que tenemos que escuchar a nuestro cuerpo, y tener un foquito de alerta. Si en algún momento sentimos que algo no anda bien, recurrir a nuestro médico, buscar especialistas y tener toda la información que podamos. En mi caso eso hubiera ayudado a empezar antes el tratamiento.

Sandra decidió hablarlo con naturalidad a sus hijos, quienes en ese momento tenían seis y cuatro años. Aunque no lo explicaron a profundidad, ellos siempre supieron que su mamá recibiría un tratamiento y que eso significaría verla vomitar, llorar o en dolor. Pero al mismo tiempo que ya comenzaría el tratamiento. Así, les fueron informando también el avance de cada proceso. En su caso sus hijos y su esposo fueron el motor para que saliera adelante. 

Al principio, cuando perdí mi pelo, usé una peluca. Nunca me gustaron los turbantes, siempre traje gorra o peluca, específicamente cuando acompañaba a mis hijos a la escuela. Pero en cuanto me creció de nuevo el pelo y lo traía muy chiquito dejé de usarlo, me daba mucha seguridad mostrar de nuevo mi pelo.

Ahora porta con orgullo un tatuaje con todos sus nombres y en el pecho dos dragones que forman un corazón; recordatorio de la lucha que venció. 

Blanca Neri, cirujano dentista, 56 años

El cáncer de mama para Blanca es una experiencia dolorosa, triste, pero de crecimiento en todos los aspectos. A principios del 2009 a Blanca le ofrecieron un seguro de gastos médicos para cáncer de mama y ella dijo: “No, gracias. A mí nunca me va a dar”. Después en marzo, se realizó todos sus estudios de rutina y no se observó ningún problema. Una mañana en julio encontró dos bolitas del tamaño de chícharos en su seno izquierdo. Acudió a consulta y le pidieron que se realizara una biopsia. Su doctor se encontraba de viaje. En esas fechas, se atravesó el verano, la primera comunión de su hija, los viajes de trabajo de su esposo. El médico especialista le llamó y le dijo que no lo podían aplazar más, la biopsia se realizó el 19 de septiembre.

Blanca trabaja en un hospital y una compañera radióloga le realizó una mastografía bilateral y cono de compresión, además de un ultrasonido de mama. Ella sabía que había algo raro. Estos estudios adicionales, previos a la biopsia, son una buena manera de identificar cualquier anomalía. A los pocos días de la biopsia, le dieron el resultado. Su doctor le confirmó el diagnóstico de carcinoma in situ.

Mi primera reacción fue de mucho miedo. El doctor me explicó que el tratamiento sería una mastectomía radical y que arreglara todos los pendientes para realizarlo cuanto antes. Lloré mucho, por dos días sin parar. Tenía miedo de faltarle a mis hijos y de todos los sueños que me faltaban por concretar.

Algo que le quedó muy presente y sobre lo que en su opinión es necesario concientizar, es sobre empatizar con los pacientes. Le realizaron unos estudios en el Hospital Militar, para descartar que hubiera cáncer en el seno derecho. Antes de que supieran que había llegado ahí por recomendación de colegas médicos, el trato fue muy duro. Le reprochaban haber llegado con vendajes y le pidieron que los removiera, de forma grosera. Al saber que era una colega y que la tratarían ahí por encargo de otra doctora, el trato fue automáticamente diferente.  En su experiencia es indispensable tener buen trato con los pacientes siempre, independientemente de quienes sean.

La doctora me dijo: Tienes cáncer, la gente que llora se muere, la gente que le echa ganas vive. Y aunque en ese momento fue duro, luego lo agradecí, eso me dio la motivación para seguir.

La mastectomía se llevó a cabo el 29 de septiembre. Antes de entrar a la cirugía le dio una crisis de miedo y lloraba, sentía que estaba en una pesadilla, la sedaron. Cuando despertó solo sentía un profundo ardor en la espalda que fue aminorando con analgésicos.

Fue increíble recibir apoyo de toda mi familia, de muchos amigos y de colegas y personal del hospital. Siempre estuvieron todos al pendiente, con visitas constantes, llamaban para saber sobre mi avance. Y me tenían en sus oraciones.

Aunque también tuvo experiencias negativas en su recuperación del cáncer de mama. Un par de malos comentarios buscaron desmotivarla; una persona del hospital le comentó que su esposo podría dejarla después de haber perdido un seno y una paciente buscaba insistentemente revisar el espacio que tenía en el pecho. El tema de su propia imagen, fue algo difícil de superar. Siempre recibió cuidados de su esposo y su hermana. Durante este momento ella buscaba no ver ni por error como había quedado su cuerpo.

La primera vez que me bañé sola, salí y giré y me vi en el espejo. Me sentí muy mal. Fue horrible ver la mutilación de mi cuerpo. La herida iba del costado al centro del pecho. Mi esposo entró, me abrazó y me hizo entender que lo más importante era que estaba viva.

Al final, decidió reconstruir el seno porque era un factor que preocupaba a su hijo de cinco años y a su hija de nueve; que no les gustaba verla enferma en cama sino sana y corriendo de un lado a otro. Aún le falta una intervención más para terminar la reconstrucción, pero considera que ese paso ya es innecesario para ella. La recuperación en su caso fue tardada, el fármaco que tomó le provocó osteoporosis, de la cual está actualmente en tratamiento.

Ahora comparte su experiencia para que otras mujeres y hombres puedan empatizar con esta situación y así detectar cualquier problema a tiempo. También por normalizar hablar de nuestros cuerpos y cambios abiertamente con nuestras parejas e hijos.

Cecilia Álvarez, directora de Marketing, 51 años

Cecilia llega en punto a la cita para la entrevista. Sabe de manera muy precisa lo que va a decir, tiene una asertividad y confianza que rompen automáticamente el hielo. La cultura de la prevención está inserta en su rutina anual, gracias a que ha tenido la oportunidad de trabajar en empresas trasnacionales, el check up anual es una parte de su calendario de actividades regulares. Cada 23 o 24 de diciembre, hace la cita para realizarlo (lo prefiere en estas fechas porque es cuando puede desconectarse de su trabajo con más facilidad). 

En el chequeo del 2015, encontraron una bolita en el seno izquierdo que estaba muy atrás; casi pegada al pulmón. En su caso, a pesar de realizarse la exploración a través del tacto, este volumen era imposible de sentirse. No la dejaron salir del hospital, contactó a su ginecólogo y le realizaron una biopsia que dio positivo de cáncer medular. Es un tipo de cáncer que solo se da en seno y tiroides y no es susceptible a tratamiento hormonal. La manera de tratarlo es removiendo el tumor con cirugía y después tener sesiones de quimioterapia. Hay mayor posibilidad de recuperarse de este tipo de cáncer aunque el tratamiento es bastante agresivo.

Después del diagnóstico mucha gente se me acercó para darme sus recomendaciones. Se que venían de un lugar de amor pero esto nos puede nublar la visión para comprender el tratamiento. Me recomendaron no tomar refresco, tomar piel de víbora seca o no acercarme a los escapes de los coches. Siempre hay que pedir la opinión del médico y que decidamos juntos, también me recomendaron vitaminas y el factor de transferencia, éstas si las tomé, pero siempre bajo su guía.

La visión de Cecy es afrontar todo de frente. En su caso le realizaron la biopsia el primero de enero y la cirugía sucedió cinco días después. Reaccionar de manera rápida para ella fue instinto y no dejar que la enfermedad avanzara más. Al mes de realizarse la cirugía comenzó con las quimioterapias, que duraron seis meses más. Su historia fue diferente a muchos pacientes, en su caso recibió sin complicaciones el tratamiento.

Yo llegaba manejando a la quimio y me iba igual, no se me cayó el pelo. Pude seguir trabajando todos los días e iba a la quimioterapia en mis horas de comida. Comía mientras me la aplicaban; algo muy raro porque nunca tuve nauseas. El sábado hacía día social y el domingo más bien me forzaba a desacelerarme; descansaba para recuperarme y comenzar la semana normal.

Ella sabe que la suya es una historia de éxito. Y que lo que ella estaba acostumbrada a ver eran representaciones muy dramáticas de cómo atravesar la enfermedad (cuyos casos sabe que también existen). Su testimonio muestra otra historia a personas que pueden estar paralizadas por el miedo al tratamiento. La enfermedad se cruzó con un cambio profesional que estaba por realizar, pero ella pudo resolverlo favorablemente y ahora agradece haberse mantenido en el cargo en el que estaba. Estaba imposibilitada a viajar a otros países por cualquier complicación que pudiera presentar y le otorgaron las facilidades necesarias para seguir. 

Su manera directa de afrontar el cáncer de mama y su franqueza, le ayudó a superarlo, su caso fue de un tratamiento a corto tiempo; además del apoyo de su familia, de los médicos y la fé. Algo que cree que no decimos lo suficiente es que sin importar la edad o el género debemos de estar atentos a nuestra salud y realizarnos chequeos de manera constante.

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El cáncer de mama es la primera causa de muerte por cáncer femenino en México. Cada 2 horas muere una mujer mexicana por cáncer de mama. El cáncer de mama es la primera causa de muerte por cáncer femenino en México. De ahí la importancia de abrir la conversación en torno a esta enfermedad. De visibilizarla y que no sea sólo un tópico que se toca en octubre.


  • ENTREVISTAS: Rodrigo De N. Colmenero

  • FOTOS: Vane Flores

Fecha de Publicación:
Jueves 15/10 2020