¡A SACAR LOS PROHIBÍDOS Y A BAILAR, QUE LOS SONIDEROS SON PATRIMONIO CULTURAL INMATERIAL, CLARA QUÉ SÍ!

De Ciudad de México para el mundo, el baile, las luces y los ritmos que caracterizan a la cultura sonidera han conquistado a millones de personas. De “sólo” poner música, los sonideros pasaron a convertirse en maestros de ceremonia y un distintivo cultural de la capital mexicana.

El año pasado, el Gobierno de la Ciudad de México entregó a lxs miembrxs de este movimiento lo que por muchos años llevaban esperando: la declaratoria que avala a los sonideros como patrimonio cultural inmaterial. Promover la cohesión social y la construcción del sentido de identidad fueron algunos de los argumentos que respaldaron este reconocimiento. Ante esto, con ayuda de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, se tiene planeado desarrollar diversas alternativas para investigar y proteger esta expresión artística.

Todxs hemos estado en un baile donde estos icónicos personajes le han dado un toque especial a la noche, pero ¿cómo surgieron? ¿En qué momento se hicieron parte fundamental de las fiestas y hoy en día de la identidad mexicana?

Porque el barrio es el barrio y eso nunca nadie nos lo va a cambiar

Por muchos años la escena fue sumamente estigmatizada y hasta perseguida, pues la policía interrumpía sus actividades constantemente. Su historia data de los años 60, cuando surgieron sonidos como una alternativa económica para amenizar las fiestas en las calles de Tepito, Nezahualcóyotl o Iztapala. En general, todo en esta práctica era más sencillo, podían colocarse en sitios más reducidos y poner todo tipo de música. Fue así que pasaron a ser una parte fundamental de xv años, bodas, bautizos y hasta fiestas patronales donde ni el santo festejado se salva de ser saludado con el inconfundible eco y tono de voz, misma que detiene la música unos segundos para que todos puedan oír dicha mención.

Con el tiempo, para poder seguir compitiendo con otras opciones musicales como conjuntos y orquestas de música tropical, los sonideros integraron luces, escenarios y potentes amplificadores, entre otras cosas.

Fue así que en 1968 surge en Tepito “La Changa” de Ramón Rojo, uno de los sonidos más emblemáticos que ya ha pisado escenarios como el Vive Latino, El festival Cervantino, entre otros.  

Aunado a esto, pasaron de ser pequeños emprendimientos a grandes negocios que generan múltiples empleos que van desde el chofer del camión, taquilleros, el staff y hasta el locutor. Pero su impacto no termina ahí, los sonidos se volvieron un ente muy eficaz para validar la música. Comenzaron a modificar las canciones, al grado de que estas versiones se hacían más populares y las disqueras optaban por aceptar, distribuir y promocionar algunas adaptaciones.

El pasado, el presente y el futuro

En la actualidad, los ritmos de cumbia, guaracha y salsa, que durante décadas han marcado el compás de los bailes de los sonideros, están experimentando una fusión con diversos géneros urbanos como el reguetón o el hip hop. Esta amalgama de estilos no solo demuestra la evolución de la música, sino también la capacidad de adaptación de las tradiciones musicales populares. Además, su impacto y relevancia siguen en alza, como lo evidencia la estimación de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, que calcula la existencia de más de 10 mil integrantes dentro de la cultura sonidera.

Sin duda, sonidos como el Cóndor, Siboney, Polymarchs han marcado un antes y un después. Sin embargo, guardan una tradición en la que las mujeres no participaban. Afortunadamente, hoy en día tenemos propuestas como “La Chikis Salsera”, “Lupita, la Cigarrita”, “La Dama”, “Lunática”, entre muchas más.

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¿Cómo has percibido a los sonideros a partir de ser nombradxs patrimonio cultural? ¿Mantienen la esencia? ¡Cuéntanos qué piensas!


  • Texto: Redacción Coolhuntermx

  • Fotos: Cortesía

Fecha de Publicación:
Jueves 23/05 2024