DISEÑO COLABORATIVO PARA UNA CIUDAD MÁS ACCESIBLE.

Hablar de la discapacidad en el diseño y el diseño colaborativo implica ir más allá de lo que la disciplina por sí misma sugiere. Sabemos que para hacer diseño debemos desarrollar habilidades como el trabajo en equipo; relación con otras disciplinas; la empatía y el constante “ponerse en los zapatos del usuario”. Sin embargo, no podemos negar que en su mayoría, gran parte del proceso creativo se maneja en solitario y desde un escritorio.

Andi Omtvedt, fundadora de Trefoil consulting empresa dedicada a la consultoría para el diseño centrado en el usuario lo define como “aquel que coloca al diseñador en el centro de los involucrados para trabajar con todos a fin de crear un proyecto cohesivo. De esta manera, nadie queda afuera y el producto se puede construir con todos los interesados involucrados”. Como Andi lo menciona, el rol del diseño se vuelve más bien articulador de ideas.

La ciudad accesible

Un buen lugar para realizar proyectos de diseño colaborativo son los entornos urbanos que, en teoría, deberían responder a las necesidades de todas las personas. Valdría la pena reflexionar por un momento si tu ciudad está diseñada desde esta perspectiva.

La OMS define a la discapacidad como: “Cualquier restricción o impedimento de la capacidad de realizar una actividad en la forma o dentro del margen que se considera normal para el ser humano”. De forma paradójica, es el diseño de los espacios el que restringe o limita a alguien para considerarse “discapacitado” y no su condición. 

Mi primer contacto con personas con discapacidad visual fue en la universidad; el colectivo CUCEA incluyente, me contactó con la intención de realizar un diagnóstico de los espacios del campus con el fin de mejorar la experiencia universitaria de estudiantes ciegos: hacerla “más accesible”. Esta experiencia hizo darme cuenta que, más allá de las instalaciones físicas y adecuaciones que se pudieran realizar al edificio; la verdadera inclusión comenzó  cuando la comunidad universitaria se volvió partícipe en la experiencia de aprendizaje: docentes y alumnado fueron actores clave.

Prótesis para la ciudad

Pensar en las ciudades como organismos vivos me ha permitido entender que cada acción que se realice en ellas,  por más pequeña que sea, tendrá consecuencias o afectará al resto de los sistemas que la componen. Su transformación es inminente. No hay forma de planear un espacio público con la idea que este no será adaptado en un futuro por quienes lo habitan, transitan y utilizan.

Ortopedia Urbana es el colectivo que he fundado, con base en la analogía sobre cómo “corregir a la ciudad”, desde pequeñas acciones que tendrán una repercusión sistémica, desarrollando proyectos de intervención urbana dónde el eje principal es la comunidad.

Prótesis para la ciudad, es un proyecto que forma parte del Programa de Residencias de la Plataforma Activa de Diseño (PAD Jalisco) el cual trata de crear laboratorios para que la ciudadanía participe en el proceso de diseño de artefactos y estrategias que mejoren la accesibilidad de personas con discapacidad en contextos determinados. 

En esta primera edición, se ha dirigido el trabajo hacia personas con discapacidad visual, en base a uno de los pilares más importantes del diseño colaborativo; el acercamiento con el usuario. Será necesario tener acceso a la información de las personas quienes se ven afectadas directamente sobre la problemática en la que se desea trabajar, esto servirá para evitar supuestos.

Sarahí Vazquez, es licenciada en turismo, y amiga cercana; pasear con ella por las calles, ha sido la base y la inspiración para comenzar a percibir la ciudad de diferente manera; en los recorrido que realiza, he podido observar que si bien existe un intento por incluir en la infraestructura urbana elementos que mejoren el tránsito por las calles, su recorrido depende en gran parte del apoyo de las personas.

Para iniciar en el proceso del diseño colaborativo, con base a la experiencia en el colectivo y en mi paso por la residencia se deben desarrollar las siguientes 6 etapas:

1.- Dialogar, no suponer.

Un primer ejercicio consiste en reunir actores que podrían intervenir en proyectos públicos, con usuarios finales, dónde se invite a dejar de lado las suposiciones. Lo primero será comprender conceptos básicos de inclusión. Seguido de una mesa de diálogo que permita conocer las experiencias diarias, qué funciona y qué debería de cambiar. Se sugiere realizar actividades que pongan a prueba cómo sería hacerlas sin el sentido de la vista.

2.- Explorar y entender.

Nadie experimenta en cabeza ajena; así que no habrá forma de entender los retos que una persona con discapacidad visual enfrenta en su día a día, sino observándola de cerca. En esta etapa se debe explorar la zona que se desea intervenir, observando todos los detalles y obstáculos a los que se enfrente un usuario. Aumenta el grado de empatía si te cubres los ojos. 

Al terminar el recorrido registra en un mapa: olores, obstáculos, referencias y la mejor ruta que hayas encontrado para llegar de un punto A a un punto B.

3.- Idear y proponer soluciones. 

Podemos realizar una lluvia de ideas más sofisticada que nos vengan a la mente para “solucionar” los problemas que hemos encontrado, pero la forma de desarrollar propuestas factibles se basa en hacer un listado de los recursos, personas, conocimientos técnicos y reglamentos que rigen el entorno que intentas intervenir. Las soluciones que se alinean a éstos requisitos serán más propensas a llevarse a cabo.

4.- Prototipar para aprender.

Innolandia, la empresa española de innovación, señala que “prototipar consiste en crear artefactos físicos que nos permitan tangibilizar de forma ágil una idea, con el fin de comunicarla”, pero lo más importante es saber si funciona.

Haz preguntas que te ayuden a evitar problemáticas. ¿Qué características debe de tener el material? ¿Qué dimensiones? ¿En qué ubicación? ¿Cómo lo distribuimos? ¿De qué forma se va a instalar? Aventúrate a poner a prueba con los materiales que tengas a tu alcance; y recuerda tener disposición de aprender de lo que suceda.

5.- Reflexionar y hacer ajustes.

Probablemente habrá muchas cosas por mejorar; realiza los ajustes necesarios tomando en cuenta las evidencias, (recuerda no suponer), lo más importante es saber que este es un proceso de continuo aprendizaje. Confronta tus ideas con personas expertas, curiosas, ajenas al tema y por supuesto, con el usuario.

6.- Compartir y Replicar.

Mejorar la ciudad es un trabajo continuo que requiere de la participación de sus habitantes; comparte el conocimiento para que este pueda ser replicado y llegue a más lugares. Graba tutoriales, distribuye guías, organiza exposiciones, COLABORA.

Por último agregaría una etapa digna de un artículo completo; la gestión de estas propuestas: organizar la información y la evidencia que hayas recabado te indicará hacia dónde dirigirte; busca actores, organiza foros, considera agregar a la mayor cantidad de personas posibles.

Siéntete con la libertad de apropiarte, copiar, mejorar, adecuar y replicar lo que consideres valioso confiando que no hay intervención que realices en la calle, por minúscula que parezca, que no tendrá una consecuencia en el organismo que sigue evolucionando cada día, TU CIUDAD.


Fecha de Publicación:
Lunes 29/08 2022