EL DERECHO A LA MOVILIDAD NO TIENE PORQUÉ PONER EN RIESGO UNA DECLARATORIA PATRIMONIO CULTURAL DE LA HUMANIDAD DE UNA OBRA ARQUITECTÓNICA.

Este texto originalmente fue publicado en arquine.com bajo el título: El derecho de las vistas versus el derecho a la movilidad.

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Es indispensable que las ciudades y su arquitectura sean flexibles y adaptables; especialmente para reducir la inequidad urbana, la desigualdad y la marginación. Esa es una de las reflexiones a las que llegó Richard Sennet, un sociólogo urbano tras reflexionar sobre las lecciones que nos dejó el Covid19.

Durante los meses severos de la pandemia, las familias que más padecieron fueron aquellas que vivían en zonas periféricas. Zonas alejadas y desconectadas, sin transporte público con pocos servicios y equipamientos urbanos, en diminutas viviendas. Si bien esto estaba presente pre-pandemia, este escenario lo exacerbó. Ante estos retos, ¿cómo podemos potenciar y hacer efectivo que los sistemas urbanos y sus edificios sean capaces de transformarse eficazmente para atender las necesidades de las personas?, especialmente de las más pobres. 

A menudo, la necesaria capacidad de adaptación de nuestras ciudades y sus construcciones, se contrapone con la visión de la protección del patrimonio cultural y arquitectónico. Desde esta óptica, preservar una obra arquitectónica con valor patrimonial, lleva implícita cierta rigidez e inflexibilidad. Si bien, no es una visión hegemónica en el campo de la conservación patrimonial; la no intervención predomina y se asocia con la idea de no alterar y no modificar.

Simultáneamente, existen posturas que buscan un equilibrio entre la protección de los valores patrimoniales y la equitativa distribución de los beneficios que genera  ─por ejemplo─ una casa declarada Patrimonio de la Humanidad, entre las y los ciudadanos.

¿Cómo mediar entre la apremiante necesidad de adaptación de las ciudades, la justicia socio-territorial y la preservación patrimonial?

Esta discusión está presente en la Ciudad de México, por la posibilidad de que el campo visual de la terraza de la Casa Estudio Luis Barragán –declarada en 2004 Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO– sea interrumpido por los cables de la futura línea 3 del Cablebús.

Esta línea está proyectada para conectar a las personas que viven en las barrancas de la alcaldía Álvaro Obregón (Vasco de Quiroga) y la 4ta sección del Bosque de Chapultepec con la estación del metro Constituyentes: una zona de la ciudad, que actualmente tiene pocas opciones de transporte público y con traslados que alcanzan 2 horas por la congestión vial. Potencialmente, la Línea 3 tendrá una demanda diaria de alrededor de 13 mil pasajeros entre semana y más de 5 mil en fin semana. Esto significa, que en un año aproximadamente 4 millones de personas se moverán en sus góndolas; yendo de las barrancas a la ciudad y viceversa, visitando el Bosque de Chapultepec e incluso la misma Casa Barragán.

En contraste, la Casa Estudio Luis Barragán, hoy un museo, recibió en el año 2021 un poco más de 10 mil visitantes. Su valor arquitectónico y filosófico es innegable; los y las arquitectas que hemos tenido la posibilidad de visitarla nos deleitamos con el manejo de la luz, de los planos, de los colores. Es un legado que debe ser preservado, entendiendo –claro está– que está inmerso en un contexto urbano. Cuando Barragán la diseñó y construyó, la edificó en medio del barrio de Tacubaya. Su contexto, es uno urbano vivo, con el dinamismo implícito de la Ciudad de México, la metrópoli más habitada de América Latina. Hoy la casa está a metros del segundo piso del Periférico y rodeada de algunos edificios. 

¿Priorizar las vistas de una edificación considerada patrimonio cultural o el derecho a la movilidad?

Los responsables de la Fundación de Arquitectura Tapatía Luis Barragán han solicitado revisar el proyecto para modificarlo. Asimismo, autoridades de ICOMOS México, el Consejo Internacional de Museos y Sitios, han alertado sobre la posibilidad de “poner en riesgo” la declaratoria de Patrimonio Cultural de la Humanidad otorgado a la Casa Estudio Luis Barragán por la afectación a las vistas de la casa. Ello ha detonado, un diálogo y reuniones entre las autoridades de la Ciudad de México (la Secretaría de Movilidad), la Fundación e ICOMOS para buscar dar una solución a la preservación del patrimonio y al proyecto de movilidad.

La última versión del proyecto de la Línea 3 del Cablebús discutida en reuniones, muestra cómo ésta correrá sobre la avenida Constituyentes. En ese sentido, la construcción y operación de la futura Línea 3, no interfiere con la casa misma; únicamente se verán –a la distancia y desde una esquina particular de la terraza– los cables que son fundamentales para que corran las góndolas. Sin embargo, es importante que la estación del Cablebús llegue a la estación Constituyentes del metro (cruzando el Periférico), para lograr la intermodalidad y facilitar los transbordos. Esto es especialmente importante para las personas adultas mayores, personas que realizan labores de cuidado, las infancias y personas con discapacidades. 

Cabe resaltar, que una de las bondades de estos sistemas de transporte público tipo Teleférico es que tienen muy poco impacto en su entorno. La huella a nivel de calle para las columnas y estaciones es minúscula, comparado con carriles confinados para autobuses, pues aprovechan el espacio aéreo. Por ello, han sido muy exitosos en lugares con poco espacio vial; en asentamientos que fueron irregulares con alta densidad poblacional poco integrados con la ciudad o en barrios que tienen una topografía muy compleja. Por ejemplo, la Línea 2 del Cablebús ubicada en Iztapalapa –la más extensa y utilizada del mundo– ha reducido el tiempo de viaje a casi la mitad. Su gran éxito ha causado que se rebase la demanda estimada, llegando a casi 75 mil viajes diarios. 

Hacer efectivo el derecho a la movilidad

El proyecto de la línea 3 del Cablebús tiene ese potencial. Al mismo tiempo, evidenció la necesidad de discutir límites, posturas y visiones, entre la preservación del patrimonio –necesaria para mantener nuestra historia y cultura– y su adaptación en entornos urbanos vivos, para generar mayor equidad y justicia socio-territorial. Si bien en la Ciudad de México, la distribución de recursos y riqueza ha sido desigual, la pandemia puso el reflector en las desconexiones y distancias en la ciudad. Especialmente para las personas más vulneradas. Hoy se avanza en el acceso al derecho a la movilidad.

El 3 de diciembre del 2020, se celebró una victoria colectiva cuando se consagró en la Constitución mexicana este derecho. La Línea 3 del Cablebús busca acercar a las personas en situación de pobreza del poniente de la Ciudad. Hacer efectivo el derecho a la movilidad. La preservación del patrimonio no debería de limitar este derecho; especialmente si la posible afectación son únicamente las vistas. ¿Cómo lograr un consenso? El patrimonio construido es de la humanidad cuando éste está al servicio de las personas que lo habitan, usan, viven: de las y los ciudadanos. 

Gracias a las contribuciones y comentarios oportunos de Mariana Covarrubias, Alberto Marín y Adriana Enriquez; asimismo, a Rodrigo Díaz por la entrevista y su tiempo.


  • TEXTO: Carina Arvizu Machado

  • FOTO: Cortesía

Fecha de Publicación:
Jueves 18/08 2022