EL ESCULTOR MEXICANO JAVIER MARÍN JUNTO CON SU HERMANO EL ARQUITECTO ARCADIO, CREARON UN REFUGIO: LA PRIMERA OBRA ARQUITECTÓNICA DISEÑADA POR EL ARTISTA.

Esta obra arquitectónica surgió de la motivación por tener otro espacio de trabajo alejado del ajetreo de la Ciudad de México donde tiene su taller y como describe Javier, un espacio para la creación. Siguiendo los pasos de su hermano, el también escultor Jorge, quien desde hace ya varios años posee una hacienda; Javier halló en la Península Yucateca la mejor alternativa para crear su refugio. A unos 45 minutos de la ciudad de Mérida en un terreno de 400 mil metros cuadrados –anteriormente un plantío henequenero– el trazado de la planta arquitectónica se edificó inspirado en los claustros virreinales.

Para Javier era primordial tener el lugar ideal donde la contemplación fuera la fuente de inspiración principal. Por ello, la idea desde el principio fue construir un observatorio donde se apreciara la totalidad del horizonte de la planicie maya. El techo cobra gran importancia en el monumental edificio.

Yo quería tener un espacio más arriba de la selva. El horizonte de Yucatán es muy peculiar porque como no hay montañas, tienes la bóveda del cielo completa, no hay nada que te interrumpa. La idea era poder observar y contemplar los cambios de luces, desde que amanece hasta que se hace de noche, las estrellas…

Javier Marín

Además, las dos alas internas cuadrangulares están colocadas acorde a las necesidades espaciales del artista para la creación de sus piezas. Se construyeron muros de 10 metros de alto donde la disposición de las ventanas y otros vanos, facilitó una adecuada ventilación cruzada e iluminación natural. Cuenta con una área de 12 habitaciones disponibles para Javier y su equipo de trabajo.

Por otro lado, los acabados del edificio requieren bajo mantenimiento ya que el escultor pasa la mayor parte del tiempo en la Ciudad de México. El diseño contempla cuatro módulos constructivos que fueron la base de esta obra arquitectónica: columnas, cerramientos, losas y muros.

La existencia de los espejos de agua, más allá de su función estética, fueron pensados para que pudieran mantener a los animales rastreros lejos de la residencia, así como una forma de mantener el ambiente fresco. De hecho, el área preferida del escultor resultó ser el claustro, el cuadrángulo interno donde se situó un espejo de agua y que protege una pequeña isla en donde se conservó la naturaleza intacta.

Me gusta muchísimo este pedazo de naturaleza que reacciona a las temporadas del año.

Javier Marín

Actualmente el espacio cuenta con algunas obras del escultor, sin embargo, Plantel Matilde fue concebido para hospedar obras de carácter efímero y de esta manera, siempre estar en constante mutación. Esta obra termina siendo una declaración personal donde la arquitectura se torna una escultura habitable.



  • TEXTO: Isaac Cruz

  • FOTOS: Paola Félix

Fecha de Publicación:
Miércoles 05/05 2019