CONOCE EL PROCESO DETRÁS DE 'LOS FUNDADORES', UNA DE LAS CINTAS QUE SE PRESENTARÁ EN EL FESTIVAL DE CINE DE LA UNAM

Bitácora creada con el objetivo de profundizar en el pensar del personaje durante las largas jornadas de rodaje.

Día 1: Compromiso

Debo de aprender a hacer las cosas sola, procurarme y ocuparme de mi persona; mis deseos, mis anhelos, mis sueños, mis razonamientos y mis estrategias ante los problemas. Busco administrar mi amor solamente en mi persona y no despilfarrar lo en cualquiera que me roce el hombro en la calle…

Es extraño la sensación de portento que me ocasiona caminar hacia el trabajo, doy pequeños saltos en la acera mientras la palabra “trabajo” se repite de manera mecánica en mi cabeza. De repente, comienzo a retrasar mis saltos paulatinamente, una sensación de miedo me inunda, miedo por el trabajo y su tendencia a hacer las acciones y los pensamientos mecánicos. Tengo miedo a que esta mecanicidad se expanda en mi como en mis horas laborales. Tengo miedo de que la poca creatividad que me queda se desvanezca. Mis manos sudan, mi corazón corre y siento como si mis ojos se fueran a salir de sus cuencas, quiero correr a la dirección contraria pero ya estoy frente al local y la jefa ya me tiene en la mira.

Todo un respiro y digo en mis adentros “la costumbre y la comodidad me esta sofocando y requiero de la disciplina del trabajo”, seguido de un absurdo; “yo puedo con todo”.

Día 2: Primeros pensamientos

Trabajo y tengo sueño, pero mi jornada acabará tan pronto como entregue unos tacos al almacén cruzando la calle…

Andrés suele hablar mucho, a veces siento que podría atragantarse con sus palabras… sin duda los tacos en sus manos ayudarían al proceso… También tengo la sensación de que no sabe escuchar, o que escucha solo con el fin de responder.. Aun así, me parece que todo lo que dice es ingenioso y certero…

Me pongo torpe cuando está cerca y tengo un impulso enorme de querer impresionar lo.. Me gustan sus chanclas.
Ya me quiero ir.

Día 3: Aquí viene la ayuda

Llegue al trabajo, llegué caminando, medio bailando, otra vez estaba feliz por ir al trabajo y no hubo ningún miedo que se atravesara en mi camino que intentará arrebatárme la seguridad. No podía evitarlo, sentía que todo mi cuerpo se regocijaba de alegría, padecía de una enorme armonía que hace mucho no reconocía. Cada parte de mí se había puesto de acuerdo para hacer un esfuerzo.

Intenté mirar a los ojos de cada persona que encontraba para repartir un poco de mi alegría. Unos la aceptaron con una sonrisa y otros con extrañeza…

Mientras caminaba, la extrañeza en la cara de las personas se hacía más presente, y mis saltos de alegría más ausentes. Mi confianza se había desvanecido así como había llegado.

Al presentarme al puesto de carnitas me sentía tan pequeña que había olvidado que había llegado con media hora de anticipación.

Me oculté de la jefa atrás de una barda en la que apenas alcanzaba a ver a la cajera, observé a los clientes y me puse a dilucidar sobre lo que se metían a la boca, olía más a aceite que a carne y, para ser sincera, yo jamás he probado la comida que ahí venden.

Después de unos minutos de cautela la cajera me dirigió la mirada, y yo, en un movimiento rapidísimo, me senté en la banqueta, saqué mi libreta y disimule mi presencia tratando de recitar mi monólogo entre dientes, pero no logré concentrarme.

Me encontraba inmersa en mis pensamientos tratando de sacar a las chanclas de Andrés de ellos. Volteo al almacén para hacerme una mejor imagen del momento del día de ayer y veo a Andrés y a su amigo esperando el semáforo para cruzar la calle en mi dirección.

Cerré mi libreta rápidamente, corrí a la cocina, puse mi libreta sobre la barra, me amarre el mandil y los recibí detrás del mostrador.

Mientras les servía, noté que Andrés observaba mi libreta con interés, lo que lo llevó a leer la portada y preguntarme: “Notas del viaje… ¿qué viaje?, ¿de la vida?”
Tomé mi libreta, la puse bajo mi brazo y seguí tomando órdenes sin haber respondido.

No dije nada más, porque lo considero como un esfuerzo innecesario el generar conversaciones en mi hora de trabajo.

Mientras me alejaba de ellos los escuché extrañados, y al amigo de Andrés burlándose de él.

Día: Actos de una sola escena

Andrés y yo habíamos quedado. Estábamos listos para grabar parte del monólogo.

El paso por mi, yo tenía un libro sobre las piernas porque me era imposible leerlo por estar tan emocionada. No sabía donde poner mis manos, ni mis piernas, ni mi espalda, mientras Andrés no compartía ninguna de mis emociones por seguir el mapa en su celular que sostenía con apenas el meñique. Físicamente estábamos juntos pero nuestras mentes se encontraban a km de ese momento.

Llegamos a casa del compañero de trabajo de Andrés, Diego. Nos recibió y nos dio un platillo que su madre nos había preparado. Yo comí desde el otro extremo de la sala mientras observaba a los chicos mirando sus pantallas, se notaban cansados.

Decidí tomar un respiro, salir de la casa y jugar con el perro, pero Andrés y Diego salieron inmediatamente detrás de mí para comenzar a grabar.

Seguimos a Diego detrás de la casa, a un pasillo que me pareció acogedor, íntimo, lleno de intriga… casi místico. La luz chocaba con las paredes blancas gastadas y el único árbol que cabía ahí dentro me daba un aire de bella y romántica nostalgia… Diego salió y nos dijo que le habláramos cuando estuviéramos listos… la atmósfera que me había creado, sin Diego ahí, se había desmoronado en un ambiente hostil. Tuve una sensación de inconformidad. Voltee a Andrés y él estaba acercándose lentamente, su comportamiento era anormal, di un paso para atrás.

Andrés me insistió cosas que yo no comprendía; “¿Por qué no lo intentamos?… Si no tienes tiempo, podemos pasear por las noches y vernos en el trabajo… descansar juntos… ¿Acaso no tienes frío?”, se acercaba y se acercaba cada vez más hasta que me tuvo arrinconada contra una pared, una escena de lo más cliché que me hacía sentir de lo más torpe, me inunde de rabia pero antes de que yo pudiera objetar, Andrés se tiró para atrás y empezó a alardear de sus grandes dotes actorales, y después me pregunto “¿se sintió bien?”, yo tragué saliva pero antes de que pudiera responder, él me interrumpió, “Queda, ¿cierto?”. Accedí.

Compartimos anotaciones y sensaciones del momento. La volvimos a pasar, y logre notar que Andrés me miraba directo a los ojos pero con una mente difusa, desenfocada, como si su mirada intensa no me quisiera decir nada. Yo en efecto lo observé, y con mucha atención, pero en cuanto mi cuerpo, no sabía que postura tomar al respecto.

Andrés era prácticamente un extraño que se ofreció de pura buena voluntad a ayudar a mi obra de teatro, no le tenía miedo ni mucho menos desconfianza, solo me parecía un tanto extraño ver tanta “amabilidad” en un muchacho.

Su amabilidad, así como su corporalidad, su manera de hablar y su confianza era algo que quería estudiar. Me parecía indicado ponerlo en escena, y replicarlo en algún futuro cercano. Era genuino y me intrigaba muchísimo.

Con el tiempo nos fuimos quitando capas de desconfianza y de torpe incomodidad, me miraba y yo a él. Nuestros cuerpos hablaban más que el mismo texto, nos invitamos a

acercarnos y disfrutábamos cada paso que dábamos. El me invito rozarle la mejilla y lo hice, yo lo invité a acercarse y él lo hizo, fue verosímil para nosotros…

Ahí me detuve. Empecé a dudar de mi método de actuación que responde a cierta pregunta antes de cada acción: “¿qué haría yo en caso de…?” … Dude. ¿Acaso era profesional ponerme en esas clases de circunstancias? ¿Exponerme de esta manera? Yo jamás inventé nada, no creo que de eso trate actuar… ¿él hará lo mismo?

Trate de alejarlo colocando mi mano sobre su pecho y logre sentir su palpitación acelerada. Me sentí avergonzada. Detuve la escena.

Día 5: Revuelta en vicerrectoría UABC

Soy vida que entro a una materia, mi cuerpo. El vientre de mi madre me formó, me rodeo de materia para solo terminar metiéndome en una jaula, el ser humano.
¿Qué es lo que hicieron de mi? ¿De mi vida?
¿Qué metieron en la cabeza, en el sentimiento, en sexo, que no logro entender?

¿A dónde me quieren llevar? ¿A dónde quiero llegar? Debo encontrar la vida encarnada en mi cuerpo, pero, ¿dónde está? ¿Dónde la metieron? ¿Dónde la escondieron? Parece imposible abatir los límites de la realidad materialista. Estoy harta de todos ustedes que influyen en mi destino a su antojo. No soy estudiante, no soy obrera, no soy un número, no soy definición.

Día 6: ¿No te parece poético?

Todo lo que escucho, veo, siento y toco se desenvuelve en el deseo de unirme con otras sensaciones ajenas a mi vida. Quiero abatir límites y unir las fronteras de la mente.

Andrés me conmociona bastante, hace poco me paso un libro que hablaba sobre “aprovechar oportunidades” y no deja de bloquear mi cabeza el pensar que no logro ver más allá de su insignificante existencia.

“¿No te parece poético que nuestra última escena sea la escena donde nos conocemos?” Me dice Andrés.
Hago una pausa en lo que sea que estaba haciendo para mirarlo y observar el mundo detrás de nosotros desmoronarse.

Mi obra…

Una vez enterándonos del fracaso de la obra, una vez despidiéndonos y alejándonos para no acordar cuando volver a hacer un proyecto, le marco a Andrés.

*En el teléfono*: (*En algún lugar*)
-¿Andrés? (¿Y por qué no lo intentamos?)

-¿Renee? (Ya te lo dije, no tengo tiempo)
-Si, ¿llegaste bien? (Pero… no es como que te vaya a quitar tiempo, digo, puedo verte en el trabajo, pedir tacos todo el tiempo, pasear en las noches…)
-Si… bueno… ( *ríe* No es eso…)
-Tienes que estudiar. (¿Entonces? ¿Qué es?)
-Si… (No me gustas…)
-Bueno… pues eso era todo… bye.
-Si, Adiós.

*Fin de la llamada*: (*FIN*)

***

Esta historia llamada Los fundadores, presenta a tres estudiantes universitarios Diego, Renee y Andrés; los cuales están rodeados de una comunidad con mala organización. Debido a dicha situación estos estudiantes comienzan a tener afectaciones por la falta de recursos, lo cual fue amplificado por parte de las autoridades. Esto genera una inconformidad que hace que la escuela comience a buscar formas para lograr que se le dé visibilidad a sus peticiones y se atiendan sus intereses.

Los fundadores tiene una duración de 62 minutos, fue creada en el 2021 en México, con la dirección de Diego Hernández, la fotografía fue realizada por Marco Aurelio Celis, por la casa productora Violeta. Con un guión escrito por Melissa Castañeda, Diego Hernández y en el reparto están Diego HernándezAndrés MadrueñoRenee Ortiz.

Esta pieza forma parte de una colaboración editorial entre Ficunam y Coolhuntermx.


  • TEXTO: Reneé Ortíz, protagonista de Los fundadores

Fecha de Publicación:
Viernes 26/03 2021