Foto vía WeAcademy


LAS ENSEÑANZAS DE UN SISTEMA CAPITALISTA QUE INADVERTIDAMENTE KIDZANIA RESBALA EN LAS CABEZAS INFANTILES.

KidZania nos invita reflexionar en algunas cosas. Si fuéramos a construir el día de hoy desde cero una nueva ciudad de los niños ¿cómo sería? Quizá solo sería cuestión de adaptar las mismas profesiones como es el caso de un especialista en inteligencia artificial o energías renovables. O tal vez otros detalles sociales tan normalizados como lo son la binariedad y la heteronormatividad se desvanezcan en esta nueva versión de adultez idealizada.

La adultez idealizada

Antes que nada, intentemos comprender lo que pasa dentro de KidZania. Se trata de un lugar que ofrece la oportunidad a niñas, niños y niñes de vivir la experiencia adulta —según los adultos— con base en un sistema económico capitalista. El espacio cuenta con aproximadamente 100 profesiones y con distintas actividades como el supermercado, el banco o la fábrica de dulces. Y a pesar de que en teoría no hay restricciones por género en ninguna actividad, encontramos un número muy pequeño nulo en algunos casos de niños que participan en el modelaje o en el salón de estética o niñas en los bomberos, por ejemplo. 

La idea de La Ciudad de los Niños es realmente genial, ya que claramente es parte del comportamiento natural de los niños y las niñas, el juego del rol; de tomar papeles para probar lo que se siente ser o imitar a gente adultx que nos rodea. Sin embargo, hay que pensar en el ideal de adultez que se impone con el diseño de este lugar de entretenimiento. 

El diseño de una pequeña ciudad bajo la lógica del capital

La maleabilidad del cerebro es directamente proporcional a la juventud de quien lo carga; y cuando les presentamos el futuro de sus vidas en este espacio de 3,500 metros cuadrados, debemos comprender que su mente se está acomodando alrededor de las ideas consumistas, capitalistas y cerradas que conlleva este lugar. 

Todas las actividades que ofrece la pequeña ciudad giran en torno a los “KidZos”, la moneda oficial de KidZania. Es decir, que todo trata de mover dinero. Todo obtiene un valor cuantitativo, incluso los mismos niños al fijarse en quién tiene más o tiene menos dinero. El mensaje que se da es muy puntual, lo primero que todos deben hacer para poder participar en cualquier atracción es pasar al banco para recibir 50 KidZos de entrada.

Los espacios están acomodados con límites muy claros como la propiedad privada (elemento básico de cualquier sistema capitalista). También los ideales adultos de la productividad; porque no hay espacio para no ser productivo económicamente, desde la estación de radio y el hospital hasta el disco lounge y la pared de escalar.

Yo misma fui a KidZania durante mi infancia un par de veces, la mayoría fueron mientras aún se llamaba La Ciudad de los Niños. Honestamente para mí es un lugar divertidísimo. Tengo el recuerdo de siempre salir de ahí con actividades pendientes, el tiempo no era suficiente y no perdía un minuto, creo que nunca fui al baño de ese lugar siquiera. Ahora tengo 23 años y estoy intentando entrar al mundo laboral en la vida real adulta fuera de KidZania. No puedo evitar preguntarme ¿cuánto tiempo lleva construyéndose esta idea en mi cabeza? ¿de qué lugares viene? y ¿qué aspectos de mi personalidad se ven reprimidos por esta misma idea?

Por supuesto que es encantador ver un camión de bomberos y saber que puedes subirte a él y apagar el fuego con la manguera a presión, se trata de una actividad educativa y estimulante.

El asunto aquí es el siguiente: el valor que se le asigna a todos estos roles en la sociedad, excluye a cualquier estilo de vida que no siga la lógica capitalista. Generan la necesidad a los niños y niñas de ser parte de ese sistema de ideal adulto sin importar que; y entonces poder ser reconocidos dentro de sus sociedad impuesta.

Es interesante pensar que tenemos construidas varias ciudades a escala alrededor del mundo diseñadas por adultos, para niños y a partir de un ideal adulto. Somos seres competitivos y ambiciosos; incluso el famoso juego de Monopoly (comprar propiedades hasta deshacerse de la competencia) tenía el objetivo de concientizar en un inicio. Pero evidentemente es ingenuo esperar que en un juego de mesa, la ética social derrote a la rivalidad.

Valdría la pena meditar sobre los ecos que arrastramos desde la infancia y de qué manera estos se adaptan a nuestra vida conforme vamos creciendo.


  • TEXTO: Orly Bross Bessudo

Fecha de Publicación:
Jueves 28/04 2022