LA PELÍCULA QUE CUESTIONA Y ROMPE CON LOS ESTEREOTIPOS QUE IMPONEN SOBRE LAS PERSONAS NEGRAS, LA ESCLAVITUD Y LA NARRATIVA ACERCA DE LA VIOLENCIA

El papel de la mujer y el monopolio de la violencia en los productos culturales y de entretenimiento.

La primera vez que escuché sobre las mujeres guerreras del reino de Dahomey fue a través de “Barracoon”; un libro escrito por Zora Neale Hurston en el que documenta las entrevistas que le hace a Kossola. También conocido como Cudjo Lewis. Kossola era un hombre africano originario de Ouidah que fue capturado por estas guerreras cuando invadieron su pueblo a finales del siglo XIX. Son descritas como mujeres sanguinarias que asesinan a buena parte de la población; y reúnen a los sobrevivientes para venderlos a los europeos en la costa.

La mujer rey

Ahora bien, “La mujer rey”, dirigida por Gina Prince-Bythewood, habla acerca de estas mismas mujeres; conocidas como Agojie, en el reino de Dahomey, uno de los territorios más prósperos de la época en el oeste del continente africano durante 1823. Aunque desde el inicio se muestra la complicidad de este reino en el tráfico de personas esclavizadas, y se hace evidente su importancia para el Rey. También se hace un énfasis en la opinión de Nanisca, la general al mando del ejército de las Agojie; que no cree que participar en la trata de personas esclavizadas sea correcto.

Asimismo, se expone rápidamente el papel de los europeos en la región. La manera en la que amenazan a los dirigentes de las naciones africanas se hace evidente, pero también la resistencia de estos monarcas y el poder que ejercen en su territorio.

La historia no centra su atención en una etapa consumada de la colonización; en la que los europeos dominan totalmente el territorio, sino que nos llevan algunos años antes. En este sentido, la narrativa resulta interesante precisamente porque no asumimos que el poder de las personas blancas es absoluto; aún genera expectativa el desarrollo de la trama y nos invita a preguntarnos si tal vez esta historia puede tener otro final.

Hollywood tiene una línea narrativa muy clara cuando se habla de esclavitud: se centra en los momentos cúspide de la trata y la colonización. Nos muestran con lujo de detalle las vejaciones de la violencia que sufren las personas africanas y afrodescendientes a manos de sus opresores. Algunas pretenden ser una denuncia a la violencia colonial, pero parece que la mayoría sólo se preocupa por ser un ejemplo más de “pornomiseria”. Es decir, “la mercantilización de la miseria a través de medios y formas estéticas que romantizan la pobreza”.

La caracterización de la resiliencia y la violencia

Cuando se muestran las vivencias de las personas esclavizadas, se suele mostrar el poder de las personas negras como la capacidad de aguantar el dolor; de sobrevivir sin importar la brutalidad que sea ejercida sobre sus cuerpos y su espíritu. Aunque sí es importante reconocer la resiliencia y la voluntad de vivir a pesar de la violencia; es importante destacar que esta caracterización de la resiliencia deja algo que desear; se define como la capacidad de recibir sin quebrarse pero que nunca contra-ataca. Evade la violencia, pregona el valor de poner la otra mejilla y de dejar atrás la violencia vivida. Esta es una propuesta totalmente válida, pero es interesante ver cómo abundan estas resoluciones en las historias sobre la violencia colonial. Nunca abordan la importancia de medidas reales de restitución o reparación de daños.

En cambio, no esperaba en absoluto que “La mujer reina” eligiera el camino de la violencia. A lo largo de la historia surgen conflictos que parecen la típica fórmula de evasión y solución pacífica. Sí, hay que ceder, sí hay que entregarnos, sí, no queda de otra. De pronto, la fórmula se revierte y vemos a las Agojie rebelarse; contra las naciones rivales, contra los europeos y contra la esclavitud que amenaza con llevar a todos sin importar la etnia a la que pertenezcan. Claro, la historia se permite algunas licencias de ficción que evidentemente resultan anacrónicas3 (es decir, ideas que para la época no tienen sentido porque son posteriores) pero que resultan esperanzadoras por sostener la resiliencia como la capacidad de aguantar el dolor y luego utilizarlo contra quienes les hicieron daño.

El monopolio de la violencia

El hecho que estemos expuestxs principalmente a narrativas en las que las personas blancas opresoras tienen el monopolio de la violencia; nos hace normalizar (de manera consciente o inconsciente) que sólo ellos tienen la
posibilidad de ejercerla de manera legítima, que algunas personas tienen el derecho a dominar y violentar a otras y que sencillamente, “así son las cosas”.

Esta película cuestiona estas imágenes y ofrece otra mirada. Las partes más emocionantes son las escenas donde Agojie destruye el puerto en el que se encerraban y vendían a las personas africanas. De quemarlo y ver cómo las personas que hacía algunos momentos estaban encadenadas, se liberan y hunden (literalmente) a los tratantes europeos.

Además (aunque hecho de una manera un poco cursi), reconoce el conflicto de las personas afrodescendientes que también descienden de personas blancas. Las sitúa en un punto medio entre los africanos y los europeos como parte del nuevo sistema de jerarquías raciales que se generó a partir de la trata. No obstante, como mencionaba anteriormente, el desenlace traiciona las expectativas de alianza y sumisión ante la supremacía blanca. Y cimenta la narrativa de resistencia, solidaridad y la importancia de revertir la forma en la que se reparte la violencia.

Aunque la película no retrata de manera históricamente precisa la magnitud del papel que desempeñó el reino de Dahomey en la trata trasatlántica de personas esclavizadas, el hecho que exista una película que se centra en quiénes fueron las personas africanas durante el siglo XIX además de ser esclavizados es muy importante para romper con los estereotipos en el cine que se imponen sobre las personas negras.

El cine no debe ser forzosamente una reproducción exacta de los hechos históricos de una era en particular, pero sí tiene la capacidad de despertar interés por temáticas que no suelen ser narradas en otros espacios, por intrigar al espectador e invitarle a ejercer su pensamiento crítico. Esta película vale la pena tan sólo por el hecho que afirma que no siempre ganan los blancos la batalla (aunque la última escena no nos deja tampoco pensar en un final feliz). Esta diferencia en sí misma nos invita a invertir más tiempo y energía en hablar acerca de quiénes fueron las personas africanas antes de la violencia colonial y que sus identidades trascendían la cautividad en la que se les retuvo. Las personas eran esclavizadas, no esclavas, y este reconocimiento de su humanidad debe continuar siendo representado.

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3Como sostener una solidaridad generalizada entre “africanos” contra “europeos” que resulta poco coherente para la época porque no existía tal sentimiento de comunidad entre naciones africanas, puesto que secuestraban y vendían a las personas de pueblos rivales. La definición de un “nosotrxs” vs “ellxs” llega mucho después (por ejemplo con los movimientos de independencia durante la segunda mitad del siglo XX impulsados en buena medida por el gobierno de Ghana) y aún así es una afirmación que tampoco podemos asumir como absoluta.


  • TEXTO: Jumko Ogata

     

Fecha de Publicación:
Martes 29/11 2022