TAINA CAMPOS Y OLGA RODRÍGUEZ BUSCAN ABRIR ESPACIOS PARA LAS MUJERES EN EL DISEÑO Y EL ARTE, MIENTRAS QUE CUESTIONAN LA FALTA DE REPRESENTACIÓN ACTUAL E HISTÓRICA EN ESTAS INDUSTRIAS.

Como cada año llega el ocho de marzo, Día Internacional de la Mujer. Esta fecha es un recordatorio de la constante situación de riesgo y opresión en la que se encuentra “la mujer” en distintos contextos. Una problemática que se mantiene presente hasta en las anormales condiciones que se viven debido a nuestra situación actual. Y como se ha demostrado una y otra vez, para obtener el cambio que tanto deseamos no hay que pedirlo. Lo tenemos que exigir o, más bien, crearlo. Cada vez nos queda más claro que se trata de hacernos espacio a nosotras mismas en un lugar que históricamente borra nuestras historias y nos desaparece.

Esta es la segunda entrega de ocho mujeres que se abren paso en sus propias industrias y buscan tejer redes de apoyo para las que vienen atrás.

Taina Campos, diseñadora

Taina es diseñadora industrial ecofeminista y se centra en el estudio y la aplicación de biomateriales. Estudió en la UNAM, pero con el tiempo ha trabajado y estudiado en muchos otros lugares. Primero estuvo un año de intercambio en Brasil y al terminar la carrera se mudó a Europa, donde trabajó en Londres para un estudio de diseño de interiores y en París para un estudio de diseño y más tarde en una empresa de señalética. 

Regresó a México y abrió con un socio Frame Design Studio, en el que se especializaban en objeto y mobiliario. En 2019 el estudio se separó y fue cuando Taina empezó a centrarse más en la academia, en la teoría del diseño enfocado al diseño sustentable y en cómo se educa acerca de este tema en América Latina. Actualmente lleva Teorema, un taller de cerámica junto con sus cinco socios, con el que buscan crear una comunidad alrededor de la cerámica. Da clases en la Ibero de Puebla y está haciendo una maestría en Centro. 

En su práctica se ha encontrado con distintas actitudes hacia ella dependiendo de cómo es percibida en su papel de mujer. Desde la experiencia en la carrera, cuando los maestros las piropeaban a ella y a sus compañeras, hasta cuando estaba trabajando en Europa donde sentía que su trabajo era solamente el de una operadora que no había sido contratada por sus ideas, sumado al racismo que hacía que dudaran aún más de sus capacidades. Sin embargo, una constante que ha encontrado es que siempre le dan protección, siempre ha existido en su experiencia que alguien más debe cuidarla para que ella haga su trabajo como cualquiera. 

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Por ejemplo, cuando empezó a trabajar con su herrero en Ixtapaluca al principio le daba miedo ir para allá. Pero con el tiempo se dio cuenta de que al agarrar confianza las personas en el taller de herrería comenzaron a protegerla. Esto suena muy bien pero, ¿por qué necesitarías que alguien más te mantenga segura o tener miedo de ir a trabajar?

Por lo general todos los objetos siempre fueron diseñados por hombres, entonces no están pensados para las mujeres, incluso los productos menstruales, las toallas sanitarias, los tampones…  hasta los dildos, o sea, eran productos fálicos hechos por hombres y hasta hoy en día se está transformando esta industria.

El diseño industrial ha sido durante años, una disciplina de hombres, en la que ellos venden y son reconocidos por su propio trabajo, pero, y en menor proporción destacan sus colegas mujeres. Taina nota que es raro porque al mismo tiempo que tienes a hombres siendo legitimados por medios e instituciones, la mayoría de estas organizaciones que divulgan diseño son llevadas por mujeres que no son remuneradas de la misma manera que los hombres por lo que hacen; por un trabajo que mantiene viva la industria del diseño industrial en México. Cree que algo que se puede hacer es abrir espacios en estas disciplinas que se han calificado como “para hombres” por lo “pesadas que son” para las mujeres.  

Abrir esos espacios para que las mujeres también puedan ensuciarse las manos, no solo en la cerámica como aquí, sino en el metal y en la madera, porque sí somos capaces. Y la colectividad. O sea, apoyarnos entre mujeres, pensar, yo estoy en esto tengo un taller de cerámica. Vénganse y les enseñamos. Abrir esos espacios que antes no hubieran sido abiertos y apoyarnos entre nosotras.

Olga Rodríguez, codirectora Salón Silicón

Olga Rodríguez es una de las tres partes a cargo de Salón Silicón. La galería que se ha dado a conocer por los discursos feministas y queer que tienen las obras que exponen. Ella estudió cine y comunicación pero la vida la ha llevado al arte. Su carrera en esta disciplina empezó cuando en el 2008, después de estar viviendo y trabajando como documentalista en España, la productora que tenía con una amiga quebró. Fue entonces cuando entró a trabajar en una galería, después de que otra amiga le comentara que había un puesto disponible ahí. 

Después de estar en la galería por cinco años, regresó a México con el objetivo de ejercer como documentalista de nuevo. Sin embargo, al no poder conseguir trabajo en ese campo, aplicó para puestos en arte. Aprovechando el currículum que ya tenía entró al estudio de Damián Ortega, donde trabaja desde entonces. Ahí conoció a Romeo, uno de sus socios actuales.

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Así, crearon Salón Silicón. Sobre todo porque tenían el espacio, las ganas y porque Olga y Romeo tenían el mismo sentido del humor y gusto en arte. Con el objetivo de hacer un espacio independiente donde artistas que no estaban siendo expuestos en medios tradicionales pudieran no solo visibilizarse, sino vender sus obras. De esta manera, la galería hace uso de la cuota de género. Como un primer paso para aminorar la brecha de género que existe en el mundo del arte. De esta manera, en todas las exposiciones organizadas por la galería debe haber al menos 50% de mujeres. Y siempre están tratando de ser cada vez más incluyentes y presentar contenido que venga de gente distinta a la que ya tiene el foco.

Hay muchísimo todavía que reescribir, por ejemplo, hay que fijarnos en la historia con perspectiva de género. Ver a todas las mujeres que no hemos visto, ahí hay una labor enorme. Después pues hay que, lo mismo que decía, hay que apoyar a gente que ahorita esté trabajando y que ahorita esté queriendo hacer carrera.

Olga tiene muy claro que falta muchísimo por hacer para que la escena tradicional del arte en serio se abra a discursos más diversos y a la igualdad de género real. Para ella y sus compañeros en Salón Silicón sigue siendo un sueño lejano poder vivir de lo que hacen en la galería, pero esto no los detiene de seguir intentando meterse en el mundo del arte convencional.

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Consulta acá la primera parte de esta entrega.


  • TEXTO: Yma Paulina Murguía y Rodrigo De N. Colmenero

  • FOTOS: Vanne Flores

Fecha de Publicación:
Jueves 11/03 2021