¿QUÉ ES MÁS IMPORTANTE, LOS LOGROS O EL PROCESO?

Una vez más estamos en enero, ese extraño periodo de tiempo que suele estar cargado de todas las expectativas que tenemos para el año que viene. Y en medio de la rosca, el regreso al trabajo y el bombardeo de mensajes estilo “este sí va a ser tu año”, nos vemos confrontades con todos los planes que tenemos, pero también con toda la incertidumbre sobre lo que vendrá en los siguientes meses.

La principal razón por la que solemos vivir los comienzos de año con tanta angustia es porque esperamos que todo se resuelva rápido, que sea un comienzo intenso y cargado de todas las cosas buenas que queremos que nos sucedan, casi como si un enero poco emocionante o intenso fuera augurio de un mal año.

Y aunque puede ser un buen ejercicio el de pensar en el inicio de año como la oportunidad de un nuevo comienzo, también tenemos que entender que la sobre carga de expectativas o presión solo lleva a un resultado: decepción. Y lo que es peor aún… una sensación de insuficiencia respecto a nuestras propias capacidades. Los viejos reclamos de siempre “tendría que ser más disciplinade”, “debí echarle más ganas”, “así nunca podré lograr esto o aquello”. Y está ahí la gran trampa del inicio de año: ninguna meta o propósito vale la pena si nos llenamos de culpa y angustia en el proceso de cumplirlo.

Y si notas que a ti siempre te angustia mucho sostener la presión de cumplir esa lista de propósitos, entonces puede que lo mejor sea hacerlos a un lado y enfocarse más en la forma que en el fondo. Tal vez lo que quieres es hacer más ejercicio, aprender un nuevo idioma o empezar a despertarte más temprano. Todo eso está muy bien, pero ¿qué tan empáticx puedes ser contigo misme en el proceso?, ¿qué pasa si un día no te da tiempo de ir a hacer ejercicio?, ¿o si te cuesta mucho levantarte a la hora deseada?, ¿qué vas a hacer entonces? ¿Cómo te mantendrás buscando tus metas sin auto reprocharte de forma agresiva o que te genere culpa?

Entre propósitos, logros y objetivos

Mucha gente tiene la idea de que nuestro crecimiento como personas está cimentado en los logros externos que vamos construyendo, correr el maratón, viajar, comprar un coche nuevo… y aunque todas esas cosas pueden ser parte importante de algunos procesos, en realidad nuestro crecimiento interno depende menos de qué cosas logramos construir y más de cómo logramos construirlas. Puede ser un indicador más importante de progreso el ser paciente y compasive contigo misme cuando sientes que algo de tu objetivo no se está cumpliendo, que simplemente obligarte a seguir y terminarlo sin mayor reflexión adicional. Porque resulta que uno de los grandes aprendizajes que podemos sacar de nuestros propósitos viene de la reflexión que se hace en el proceso.

Por ejemplo, tener el objetivo de hacer más ejercicio puede llevarnos a replantearnos por completo la relación que tenemos con nuestro cuerpo. A darnos cuenta de qué tanto podemos acceder al movimiento consciente sin culpa o angustia y, si no podemos, a preguntarnos cuáles serían algunas formas de construir esa posibilidad. Si nos damos el tiempo y espacio de reflexionar sobre nuestros procesos en el camino de alcanzar nuestras metas, puede que lo que inició como la mera idea de “quiero ejercitarme más” se convierta en un “quiero poder disfrutar el movimiento sin culpa” o un “quiero entender qué tipo de actividad física le sirve más a mi cuerpo en distintos contextos”.

Cuando entendemos que las metas que nos planteamos a principio de año no son más que una semilla de autodescubrimiento en un área nueva, también podemos resistirnos más a la prisa que solemos sentir en esta época; pues comprendemos que estos cambios no ocurren en tres días y que lo más emocionante no es la meta en sí misma, sino el camino que te permite recorrer y las distintas formas en las que puedes ir fortaleciendo tu relación contigo en este proceso.

Así que, más que pensar en la lista de cosas que queremos lograr este año, les invito a pensar en cómo las queremos lograr. ¿Cómo nos gustaría sentirnos en el proceso de construir nuestras metas? ¿Qué tenemos que trabajar para que este sea un proceso amable? ¿Cuáles son las ideas o exigencias que normalmente nos producen angustia?, ¿qué herramientas tenemos para lidiar con estas ideas? ¿Cómo está nuestra red de apoyo en este momento?, ¿quiénes pueden acompañarnos de manera amorosa y empática?

Estas preguntas son una buena guía inicial, así que te recomiendo que pienses en tres de las metas más importantes que tienes para este año y las profundices con estas preguntas, pero también que te des un momento para internalizar una voz empática para los momentos en los que aparezca la culpa o la angustia.

Un mantra de empatía

Siempre recomiendo pensar en un mantra de empatía, una frase breve y clara que puedes repetir en voz alta o en tu cabeza cada que lleguen los pensamientos de insuficiencia o reclamo. Esta es una buena herramienta porque se convierte en un ancla en momentos difíciles y nos permite centrar nuestra atención en eso en lugar de irnos como hilo de media hacia la ansiedad.

Una formula para construir este mantra puede ser esta:

Objetivo que quiero lograr + miedo que tengo respecto a ese objetivo = frase que reconozca y calme mi miedo.

Por ejemplo, tal vez quiero escribir más este año, pero me da miedo escribir mal o contar historias aburridas, entonces mi formula se vería así:

Escribir más (objetivo) + Escribir mal (miedo respecto al objetivo)= El perfeccionismo me paraliza, hacer las cosas, bien o mal, me moviliza. (mantra de empatía)

Y entonces, cada que me quiera sentar a escribir algo y me empiece a dar ansiedad, porque no sé por donde empezar si mi historia ni vale la pena, puedo repetir mi mantra una y otra vez mientras respiro profundo; así el foco de mi atención se aleja de mi ansiedad y se posiciona en el recordatorio de porque es importante seguir escribiendo, lo que vuelve más fácil salir de la parálisis.

No es fácil replantearnos las formas en las que solemos construir nuestras metas, pero vale la pena intentarlo y en el proceso ir construyendo más placer, gozo y empatía. Porque son realmente esas las herramientas que nos permiten encontrar sentido en lo que hacemos y tener el espacio de reflexionar respecto a nuestras acciones para entender si eso que dijimos que queríamos es en realidad algo que deseamos o que simplemente creemos que tenemos que querer. Incluso si tal vez no aporta realmente a la vida que nos interesa construir.

Acá les comparto algunos recordatorios útiles para esta época del año:

  • Sabes más de lo que crees que sabes, en tus momentos de duda recuerda eso.
  • Si crees que hay algo que vale la pena hacer, entonces vale la pena que lo hagas incluso de manera imperfecta.
  • Si te abruma mucho construir o perfeccionar una habilidad, ponte como meta solo ser un 1% mejor, es lo suficientemente bajo para no sentir tanta presión al momento de abordarlo y conforme vas sumándole horas de dedicación, se transforma en mucho más que 1%
  • No fijes metas pensando en lo que te gustaría hacer como producto final, fija metas pensando en lo que hoy ya te es posible cumplir y actualiza conforme tu situación te lo permita. Ejemplo: si quieres leer más porque el año pasado no leíste casi nada, no pongas de meta leer un libro a la semana, es muy demandante y solo va a hacer que te decepciones muy pronto y pierdas motivación. Leer 5 páginas a la semana puede ser una meta mucho más fructífera, porque es algo que en tu condición actual puedes sostener y que, al irla cumpliendo, tu motivación aumentará. Tal vez después de un mes de cumplir esa meta puedes aumentarla a 10 páginas e ir subiendo así tu objetivo, incluso puede que al final del año estés leyendo un libro al año.
  • Cuando te esté costando cumplir algún objetivo importante, no lo deseches de inmediato, solo reduce tu expectativa. La gente suele tenerle mucho miedo a esto porque nos han enseñado ideas sobre éxito y sobre mediocridad muy nocivas que nos hacen creer que bajar expectativas es fracasar, pero no es cierto, bajar expectativas es, en muchos casos, volver accesibles nuestras metas más grandes.
  • Si en el proceso de alcanzar alguna meta te das cuenta de que en realidad no es algo que te hace sentido o te trae satisfacción, déjala. Se vale abandonar los objetivos y nunca es tiempo desperdiciado en algo que no te gustó, sino tiempo invertido en entender en dónde no vale la pena enfocar tu atención. Eso también es un aprendizaje invaluable.
  • No descuides tu red de apoyo, esta es una de las fuentes más importantes de satisfacción y cuidado que tienes, piensa en cómo integrarles en tus metas y acompañarles en las suyas.

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Sé que los comienzos de año pueden ser demandantes y llenarnos de expectativas, incertidumbre y caos, pero no olvides que has construido muchas herramientas a lo largo de la vida y que incluso eso que hoy se ve complicado y nebuloso puede ir tomando forma si nos damos el espacio y la paciencia de acercarnos desde la empatía. Espero que este año esté lleno de cosas lindas para ti y que seas capaz de construir la suavidad interna que te permita disfrutarlas cada vez más.


  • TEXTO: Maynné Cortés

Fecha de Publicación:
Jueves 11/01 2024